Los obispos ya alzan la voz contra la crisis

hombre sin trabajo pidiendo en la calle

Siguen del lado de los más débiles, pero ahora también con la palabra

gente esperando en las oficinas del ministerio, crisis

FRAN OTERO | No se habla de otra cosa que de crisis económica. Del frío déficit o de la prima de riesgo, de los desahucios o protestas estudiantiles, de una reforma laboral y del incremento de la pobreza. En un momento en el que la sociedad, y los católicos en particular, siguen esperando una declaración, una voz profética de sus obispos en ese órgano colegial que es la Conferencia Episcopal –hoy por hoy, más mediática que cualquier diócesis–, que amagó con una nota que diversos sectores eclesiales consideran insuficiente, muchos obispos a nivel particular han tomado la palabra. [Los obispos ya alzan la voz contra la crisis – Extracto]

Sea por la Cuaresma o por el demoledor Informe FOESSA que Cáritas presentó recientemente, se ha desatado una ola de manifestaciones de obispos, a nivel diocesano, en las que, con diversos estilos, se intenta arrojar luz y, sobre todo, recordar el compromiso de toda la sociedad con los más desfavorecidos.

Un compromiso que la Iglesia practica a diario en comedores sociales, centros de atención de Cáritas… y que también es conveniente que plasme a través de la denuncia y de la defensa de los más vulnerables.

Precisamente, en Salamanca, el obispo, Carlos López, y el Consejo Presbiteral lanzaron una declaración ante la situación económica en la que animan a todos los ciudadanos a reflexionar sobre las necesidades de la sociedad, a comprometerse y a mantener una especial austeridad en los gastos y compartiendo más.

Invitan a todos los fieles a entregar un porcentaje fijo de sus ingresos mensuales, al menos durante el presente año, a Cáritas o a otras instituciones. También hay palabras para los políticos, a los que piden austeridad y justicia; y en su acción política y social, “a tener en cuenta a los más desfavorecidos, especialmente en la distribución de cargas, bienes y oportunidades”.

Al lado, en Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa tituló su última carta pastoral Parar el Paro, en la que se hace eco de todas las iniciativas de Cáritas en favor del empleo, y dijo: “Ante el adelgazamiento del Estado del Bienestar, ensanchemos la sociedad de la solidaridad”.protestas de estudiantes ante la crisis

Pero esta actitud y toma de conciencia no es exclusiva de los prelados de las diócesis salmantinas. Son muchos más los que han empezado a alzar la voz.

Por ejemplo, y sin salir de Castilla y León, el obispo de Palencia, Esteban Escudero, dijo, al hilo de la conveniencia o no de que la Iglesia hable sobre estas cuestiones: “Quizá, más de un católico se preguntará por qué la Iglesia se mete en estas cuestiones de tipo económico, incluso político, teniendo como tiene una misión de carácter religioso. El papa Juan Pablo II ya respondió en su encíclica Centesimus annus cuando afirmó que ‘la Doctrina Social de la Iglesia tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización: en cuanto tal, anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre y, por la misma razón, revela al hombre a sí mismo. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de los demás: de los derechos humanos de cada uno y, en particular, del proletariado, la famila y la educación, la vida económica…’.

En Cataluña también hablan abiertamente y orientan a los fieles. Así, el obispo de Girona, Francesc Pardo, propone sobriedad o austeridad, “los nombres actuales del ayuno y la abstinencia”. La austeridad, que es una virtud cristiana, pero también una exigencia ética; y como exigencia ética, “es obligación de todos, pero especialmente –continúa Pardo– de quienes tienen responsabilidades en administrar recursos o bienes producidos, porque aunque sean de su propiedad llevan inscrita una finalidad social”.

“Las patronales y dirigentes de empresas de ámbito privado o público, han de tener muy presente que para asegurar la viabilidad de la empresa y el futuro del trabajo de muchas personas, será necesario dedicar recursos a la investigación, renovación de la maquinaria, formación del personal y no tanto a disfrutar de los beneficios…”, sentencia.

Justicia y equidad

Del mismo modo, obliga a los responsables de las administraciones públicas, pues “no son los propietarios de los bienes de todos y que precisamente reciben de todos: son administradores para distribuirlos con justicia y equidad”.

En Tarragona, Jaume Pujol se pregunta “¿qué puedo hacer frente a la crisis”, cuya respuesta invita a actuar, más allá de lo que puedan hacer las instituciones políticas. Solidaridad y acompañamiento es lo que propone.

Muy cerca, en Barcelona, han querido incluir una actividad caritativa entre las cinco acciones pastorales de las que se compone la Misión Metrópolis: la promoción del programa Jóvenes en Paro de Cáritas.

Y en la primera Javierada de 2012, Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona, también habló de la crisis, para decir que la caridad “no entiende de recortes” y, por ello, ha pedido “mayor entrega y generosidad” ante la situación actual.

hombre sin trabajo pidiendo en la calleEl caso de Valencia es especial, sobre todo, por los incidentes en las protestas estudiantiles. Carlos Osoro aprovechó la actualidad para lanzar un órdago a los jóvenes: “Os invito a hacer una nueva revolución, no con armas, insultos, batallas, falta de respeto a los demás o destrucción de la convivencia, sino quitando todas las esclavitudes que hay, como vivir en pecado o solo para uno mismo”.

Sobre la reforma laboral

Una de las cuestiones más controvertidas, en cuanto a posicionamiento de la Iglesia, es la reforma laboral promovida por el Gobierno de Mariano Rajoy. La CEE no quiso valorar la nueva regulación por tratarse de cuestiones técnicas, mientras que algunos obispos sí se han referido a ella.

El que lo ha hecho más directamente ha sido el obispo de Ciudad Real, Antonio Algora, que sostiene: “Hemos de reflexionar sobre la situación que va a seguir creando la Reforma Laboral, pero sí podemos adelantar que es injusto que, con todo ello, el peso de la crisis esté cayendo sobre los hombros de los trabajadores”.

También la han criticado, con bastante fuerza, organizaciones eclesiales como la JOC y la HOAC, que, en un comunicado conjunto consideran que es “una agresión al trabajo como principio de vida”.

Precisamente, este comunicado ha sido fuente de polémica después de que la delegación diocesana de Pastoral Obrera de Madrid lo enviase a las parroquias, y el cardenal arzobispo, Antonio Mª Rouco Varela, desautorizase la difusión y se desmarcase del texto. “Nuestra Diócesis no se identifica con el contenido de dicho documento, ni se hace responsable del mismo, considerando improcedente su difusión”, difundió la archidiócesis madrileña.

Postura, la del purpurado gallego, que no coincide con otros obispos, como el de Burgos o el de Barcelona. Francisco Gil Hellín, por ejemplo, considera que la dignidad de la persona debe estar en la reforma de forma expresa, porque “a menudo, los expertos, los políticos y los agentes sociales ponen por delante los resultados”.

El cardenal arzobipo Lluis Martínez Sistach se refirió a la polémica, en declaraciones a Catalunya Radio, para decir que “hay que admitir algunos principios que defienden la HOAC y la JOC”.

“Se tiene que respetar el trabajo para que no llegue en precariedad a los trabajadores y que los deje en una situación muy difícil”, apuntó. Y, para ello, reclamó un pacto nacional –que incluya a partidos, sindicatos, patronales, grupos sociales y religiosos–, “porque tenemos que salir de aquí”.

Una receta: caridad

Una de las recetas que los obispos y grupos eclesiales están poniendo sobre la mesa es la de la caridad, siempre muy presente en la Iglesia, y sin la que no sería Iglesia.

Son muchas las iniciativas que se están llevando a cabo, muchos los voluntarios y esfuerzos que empujan para salir hacia adelante, un iceberg de solidaridad cuya punta intuye lo que hay debajo, aunque no lo muestre. Algunas de estas puntas son, por ejemplo, la decisión del obispo de Solsona de rebajarse el sueldo un 25%, que destinará a Cáritas.

O el gesto de la Diócesis de Santander, con su obispo al frente, Vicente Jiménez Zamora, de promover la entrega a Cáritas del salario de un día cada mes; también la donación, por parte de la Conferencia Episcopal, de 5 millones de euros a Cáritas, o que una de las acciones de la Misión Metropolis de Barcelona se dirija a los jóvenes parados.

Lo que dice el Magisterio sobre el trabajo

  • “El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña el valor del trabajo no solo porque es siempre personal, sino también por el carácter de necesidad. El trabajo es necesario (…)”.
  • “El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La plena ocupación es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y el bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social”.

Números 287 y 288 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

En el nº 2.792 de Vida Nueva.

 

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