Santos Abril: “Espero ser un alivio para el Papa”

Santos Abril, cardenal

El turolense se convierte en el décimo cardenal español en la actualidad

Santos Abril, cardenal

DARÍO MENOR. ROMA | Al español Santos Abril y Castelló se le acumulan los cargos en el Vaticano. En poco más de un año, ha sido nombrado vicecamarlengo y arcipreste de la Basílica de Santa María la Mayor, una responsabilidad que le ha supuesto estar en la lista de 22 cardenales recién creados por Benedicto XVI.

Se le ha asignado la diaconía de San Ponziano, la misma que recibió el jesuita Urbano Navarrete, fallecido en noviembre de 2010.

Nacido en 1935 en Alfambra, un pequeño pueblo turolense al que siempre ha estado muy unido, “mosén Santos”, como le conocen sus vecinos, ha pasado por las nunciaturas apostólicas de Camerún, Gabón, Guinea Ecuatorial, la antigua Yugoslavia y Argentina, entre otras.

Haber recibido de manos de Benedicto XVI la birreta y el anillo cardenalicios supone para él “una responsabilidad muy grande frente a las tantas cosas y nuevas tareas que hay que emprender por el bien de la Iglesia”.

Su misión, como la del resto de miembros del Colegio Cardenalicio, es “ayudar al Santo Padre en el gobierno de la Iglesia tanto en Roma como a nivel universal”. Para ello, “hay que poner el alma”, de manera que su trabajo suponga un “verdadero alivio para el Papa, para la Iglesia y para la sociedad en su conjunto incluso”.

Abril no cree que haya sido creado cardenal como agradecimiento por los servicios prestados durante su larga carrera diplomática, pues “el hecho de haber cumplido con el deber es ya una recompensa en sí misma”. Es, más bien, “un reto” para asumir nuevas responsabilidades y desempeñarlas con diligencia, “desde un punto de vista religioso y humano”.

“Lo que ha pasado con las filtraciones es lamentable”

El décimo cardenal español remite a la respuesta oficial cuando se le pregunta por las filtraciones y acusaciones entre cardenales de la Curia que han calentado el ambiente las semanas previas al consistorio. Solo se concede decir que es “lamentable” lo que ha pasado.

También pone un punto de realismo al describir el funcionamiento de la diplomacia vaticana, de la que siempre se dice que es la mejor engrasada del mundo: “Ya se sabe que hay bastante poesía en lo que se cuenta. Creo que es una diplomacia que trata de ser seria y que en tantos momentos de la humanidad ha ejercido misiones importantes, con una gran trascendencia en la vida de muchas sociedades. Esto creo que es cierto”.

Y destaca la “disponibilidad” y “sentido de la responsabilidad” de todos los eclesiásticos que trabajan en las casi 180 nunciaturas apostólicas y en las distintas organizaciones internacionales en las que participa la Santa Sede. “El Vaticano tiene una buena escuela, en la que se aprende mucho y se reciben orientaciones muy valiosas”.

Mosén Santos, que seguirá como vicecamarlengo al menos hasta principios de 2014, recuerda con gran afecto a Juan Pablo II, de quien fue profesor de español. “Era una persona extraordinaria, que sigo venerando y queriendo mucho. Yo le llamo tantas veces Juan Pablo II el Grande porque de verdad tuvo un influjo en la Iglesia y en la sociedad extraordinario, que todavía se ve hoy. No hay ocasión en que visites su tumba y no veas allí a mucha gente que está rezando. Recuerda el mensaje que dejó para la Iglesia y para la sociedad”, cuenta Abril, para quien la beatificación del Papa polaco fue un día de “grandísima alegría” que le hizo revivir “recuerdos extraordinarios” a su lado.

En el nº 2.790 de Vida Nueva.

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