La pastoral de los laicos en Pasto

Texto y fotos: Thomas Jung* editado por VNC

Cuando los laicos se incorporan a actividades de pastoral, transforman. Así lo están sintiendo en las parroquias de la diócesis de Pasto en donde actúa Coppas.

 

Coppas, es la carta que la Iglesia juega en la transformación del suroccidente

“¿Desde cuándo la Iglesia se mete en política?”, se preguntaron alarmados, políticos regionales en Pasto, en vísperas de las elecciones de octubre del año pasado.
Partidarios suyos e informadores espontáneos habían llegado con la historia de las reuniones que en la mañana del primero de octubre se habían iniciado en el colegio San Juan Bosco. 72 hombres y mujeres estaban dedicados al estudio y discusión de temas tan explosivos por aquellos días preelectorales, como “partidos y movimientos políticos”, “cargos públicos para elegir”, “participación ciudadana y comunitaria”, “análisis de la realidad”, y “principios éticos”.
La reunión y la agenda hacían parte de una campaña diocesana que, en afiches y pancartas desplegadas en los salones de reunión, proclamaban: “Por unas elecciones transparentes, libres, serias y responsables”. Los datos parecían indicar que la Iglesia de Pasto se estaba metiendo en el rancho de los políticos y ponía en peligro sus botines electorales.
Aumentaba el temor de los caciques políticos al conocer que esas 72 personas dedicadas al estudio de estos temas, procedían de todo el departamento. Venían de las parroquias y se trataba de hombres y mujeres líderes de la pastoral social parroquial, se concientizaban y formaban políticamente con miras a las elecciones del 30 de octubre.
Amparados por una autonomía que les permitía actuar sin más competencia que la de los otros partidos, los políticos regionales vieron con perplejidad y sorpresa la presencia activa de un tercero, independiente y crítico, representado en esos 72 líderes, convocados por los Comités Parroquiales de Pastoral Social, (COPPAS) la carta con que la Diócesis de Pasto, invita y motiva a las comunidades indígenas, afrocolombianas y mestizas, comunidades con tanta esperanza de vida, de un buen vivir y de vida en abundancia a través de comités parroquiales de Pastoral Social, Coppas.
Son Equipos Pastorales que se organizan en las parroquias. Son mujeres y hombres, comprometidos con el Evangelio, con cierto liderazgo social y comunitario, que se reúnen, que comparten la Palabra de Dios y analizan a la luz del evangelio la realidad social de su parroquia. Son Equipos de entre 8 y 15 personas que se encuentran con cierta regularidad, ojalá cada quince días, se organizan con sus responsabilidades internas (coordinación, tesorería, secretaría) y participan en todo un proceso social y comunitario de hacerse Equipo, trabajando relaciones humanas, liderazgo, transformación de conflictos, etc.
Esta labor parroquial de la Pastoral Social se desarrolla dentro de un contexto socio-político y económico bastante difícil y complicado. Pasto, la capital nariñense, tiene mucha fama como la “Ciudad Sorpresa” o la “Ciudad teológica”, fama por su Volcán Galeras y por ser la capital colombiana del “Cuy” y de los “Cuyigans”. Pero, al mismo tiempo, Nariño y su capital viven la consecuencia de estar en la periferia de Colombia y no sólo geográficamente. Nariño es un departamento política y económicamente olvidado y marginado. Las grandes inversiones se quedan en el centro del país Pasto, con 450.000 habitantes, es una ciudad sin industria y con una de las tasas más altas de desempleo, de subempleo y de economía informal. Todo el sistema de infraestructura social y vial, de educación y de salud es muestra de la ausencia del Gobierno Central.
Mientras que el departamento en décadas anteriores tenía la fama de ser una “oasis de paz”, hoy en día, es uno de los focos de la violencia social y armada de Colombia. Se trata de un departamento de suma importancia en lo geoestratégico, siendo fronterizo, permitiendo acceso al Pacífico y con Tumaco al segundo puerto más importante sobre el mismo. En Nariño se ubican grandes megaproyectos en infraestructura vial; en palma africana para los biocombustibles; se mueve el cultivo y el tráfico de coca; existe uno de los depósitos más grandes en agua dulce, con un potencial de diversidad biogenética de los más fuertes del mundo y grandes yacimientos minerales. Son precisamente los pueblos indígenas (Awá, entre otros) y afrocolombianos los más afectados de la ola de violencia, porque ellos viven en los territorios que concentran el interés nacional e internacional. Todos los grupos armados, legales e ilegales, están presentes en Nariño y buscan el control del territorio. Las consecuencias de estos intereses son constantes amenazas, asesinatos selectivos, masacres, muertes por minas antipersonales y desplazamientos. Todo esto hace que la gente busque una mejor vida en la ciudad, encontrando, en cambio, una realidad urbana sin tierra, sin vivienda, sin trabajo y sin mucho futuro, aumentando los cinturones de pobreza y miseria. Nariño y Pasto aún hoy sufren las secuelas del fenómeno de las “pirámides”, porque mucha gente que había invertido todas sus propiedades lo perdió todo. También por este motivo, ha aumentado fuertemente la delincuencia en el sur occidente colombiano.
Durante la mañana del domingo 4 de diciembre, desaparecida la tensión provocada por las elecciones, se pudo ver en Pasto otra dimensión de la actividad de Coppas: en los salones de la parroquia San Sebastián, una exposición organizada por su Coppas. Había una cantidad de expositores, más que todo mujeres, que presentaban todas las técnicas y obras aprendidas y producidas a lo largo de los últimos meses.
El Coppas había analizado 4 años atrás la realidad social de su parroquia y se había preguntado – a la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia – cuál podría ser la respuesta adecuada a esta realidad. Ante la problemática de mucho desempleo, rebusque, drogadicción y trabajo sexual, especialmente de mujeres, el Coppas había tomado la iniciativa de organizar cursos y talleres prácticos para facilitar aprendizajes informales y así posibilitar pequeños ingresos para las participantes. Después de 4 años, más de 700 mujeres participan semestralmente de estos más de 20 cursos. La exposición es para mostrar con todo el orgullo lo aprendido, pero más es el crecimiento de la autoestima: “aquí me he relacionado con otras, tengo amigas, estoy aprendiendo cómo llevarme con otras, ya sé manejar la peluquería y me puedo ganar algún dinero”.
Los Comités se forman en Biblia, Doctrina Social de la Iglesia y con la Constitución en las manos, animan, motivan, impulsan y dinamizan la vivencia de la solidaridad en la parroquia. No se trata de que los Coppas “hagan” la Pastoral Social de su parroquia, porque nadie puede suplir lo que es tarea de todas y todos aquellos que le siguen a Jesucristo. Más bien, estos Comités se dirigen a todos los demás Equipos Pastorales que existen en la parroquia y a otras fuerzas vivas de la comunidad, en general.
Se encargan de despertar la sensibilidad social y comunitaria, con responsabilidad evangélica para que – en el mejor de los casos – entre todos los hombres y mujeres de la parroquia seamos sujetos solidarios y trabajemos por una Sociedad diferente, por una vida con dignidad. Esta solidaridad se hace concreta al compartir de bienes materiales (entre vecinos o en caso de emergencias), pero también al compartir de la formación en derechos y mecanismos de exigibilidad de estos derechos. De esta forma, los Comités Parroquiales de Pastoral Social aportan a la conversión de corazones, a una construcción de auténticas comunidades cristianas y a la reconstrucción del tejido social tan fragmentado y destruido en la Sociedad Colombiana. Es precisamente a partir de allí que los Coppas en sus procesos de proyección organizativa, formativa e iniciativas concretas quieren dar una respuesta pastoral hacia la transformación de la realidad construyendo Reino de Dios. Y esto tiene que ver con un aporte de mucha esperanza para nuestras comunidades, especialmente las más pobres.
Concretamente, los Coppas trabajan en dos direcciones: por un lado, dinamizan la vivencia de la solidaridad en toda la parroquia: mantienen despierta la criticidad social ante los acontecimientos cotidianos, trabajan días y fechas especiales con la comunidad o con grupos multiplicadores, como son, Semana por la Paz, Día Internacional de la Mujer, Día del Trabajo, Día de los Derechos Humanos, Día de la No-violencia contra la Mujer, etc. Igualmente ayudan en la formación y capacitación de temas sociales en la parroquia. Por el otro lado, de acuerdo al análisis de la realidad social de la parroquia, escogen un campo de acción al cual como Coppas se dedican de una manera especial. En la Diócesis de Pasto se conocen varias experiencias de trabajos, todos muy válidos en su respectivo contexto: con el adulto mayor, con niños y Jóvenes de otras capacidades, inserción en el trabajo de la comuna, formación “informal” hacia la generación de ingresos, trabajo cultural y artístico con niños y jóvenes, huertas agroecológicas y trabajos de género alrededor de la Ley 1257 (en contra de todo tipo de violencia de género).
En la Diócesis de Pasto, en toda la Regional Sur Occidente, desde hace 7 años existen Coppas. Si es cierto que es una experiencia muy esperanzadora, también sentimos que los conflictos o tensiones que suscitan hacen más difícil su tarea. ¿Cómo lograr que una Iglesia aún bastante pegada a las tradiciones y los sacramentos viva la integralidad del evangelio en la cotidianidad parroquial? – ¿Cómo lograr que los párrocos, siendo los presidentes de los Coppas, se interesen más por la Pastoral Social en sus parroquias? – ¿Cómo lograr un mejor entendimiento y/o integración de los Planes Globales de Evangelización Sine y Prodire con la Pastoral Social Parroquial? – ¿Cómo empoderar aún más a los Coppas y las comunidades para que puedan resistir mejor a las amenazas externas por la situación social? – ¿Cómo fortalecer más a los Coppas que en medio de la pobreza y el desempleo, muchas veces son sujetos a una fuerte fluctuación de sus integrantes? – ¿Cómo lograr vivir con el conflicto entre la tendencia a la asistencia (asistencialismo!) y la promoción humana y el compromiso por la justicia social? – ¿Cómo trabajar aún más el enfoque diferencial, teniendo en cuenta de que no hay uniformidad, p.e., sabiendo que hay Coppas en la ciudad y en el campo, entre afrocolombianos y mestizos, etc.? – ¿Cómo fortalecer a los Coppas en su formación, si hay poca cultura para la lectura?
Los Coppas no han cambiado la realidad social de Pasto, pero en lo local, en lo micro y en lo poco visible, sí; se notan transformaciones. Especialmente se ve que muchos laicos, hombres y mujeres, se han empoderado a través de este proceso. “El ser cristiano para mí significaba antes ir a misa, pero ahora entiendo que es la acción por la vida y la justicia”. – “Con la promoción de grupos de música andina logramos que estos jóvenes ya no estén en la calle y les ofrecemos una vía sin drogas y criminalidad. Se sienten con más autoestima y experimentan su vida con más sentido y una gran oportunidad”. – “Aumentó el sentido de pertenencia a la Comuna: la gente se compromete porque se da cuenta que pueden conseguir bastante”. – “En los Coppas de Pasto pudimos elaborar una herramienta pedagógica para socializar la Ley 1257, y ahora se está dando a conocer en toda Colombia: “Juégatela por la Dignidad”. – “En estos niños discapacitados y sus papás se notan estos 2 años de proceso de acompañamiento Coppas: ¿cómo ha crecido su autoestima y cómo han avanzado?” – “Gracias a la acción de los Coppas, la Alcaldía se ve más presionada en sus gestiones y para su presencia”. VNC
*Thomas Jung es un laico misionero de nacionalidad suiza, que ha trabajado las Coppas durante los últimos 20 años.

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