El arzobispo Blázquez pide “altura de miras” tras el anuncio de ETA

Juan Mª Uriarte: “La labor de la Iglesia estos años ha sido callada y también pública”

Ricardo Blázquez preside el funeral por una víctima de ETA, en 2009

VICENTE L. GARCÍA. VITORIA | El que llegara a Bilbao como “un tal Blázquez” resultó ser un obispo muy cercano a las víctimas de ETA, y solo quienes recibieron sus visitas, con quienes celebró la Eucaristía sin la presencia de micrófonos ni cámaras, pueden atestiguar la labor callada de quien fuera su pastor.Ricardo Blázquez, ahora en Valladolid, reflexiona para Vida Nueva: “Merece un reconocimiento especial el que las víctimas del terrorismo nunca han intentado tomarse la justicia por su mano. Esto indica grandeza moral y confianza en el Estado de Derecho”.

“La barbaridad del terrorismo se ha cebado en asesinatos, amenazas, extorsiones y también en el hecho de que miles de personas se han visto forzadas a salir del País Vasco”, apunta el arzobispo, en declaraciones a este semanario.

Sobre el reciente anuncio de ETA del abandono de la violencia, el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española señala que “ha sido un alivio para todos”, y muestra su confianza en que se abra una nueva situación. “Y, dentro de ella, debe seguir la desaparición de la organización terrorista. Para los que tienen la responsabilidad de gestionar este tiempo que se ha abierto, pido al Señor altura de miras y acierto en la toma de decisiones; necesitamos sabiduría y valor para recorrer este nuevo camino”.

Mirando atrás, Blázquez recuerda cómo desde “la Iglesia quisimos colaborar en todo momento, y de esa disposición surgieron iniciativas como las marchas a Urkiola. La oración reforzaba en nosotros la resistencia frente al terrorismo”. Y añade: “Estamos en el momento en que tenemos que ver lo que significa e implica realmente el final del terrorismo. Implica algo de cara al pasado y también de cara al futuro”.

Uriarte: “He tenido interés por todas las víctimas”

El papel de la Iglesia con respecto a ETA durante estos años ha sido objeto de un análisis duro y casi siempre se ha sentido que era injusto. Una de las figuras más injustamente vapuleadas mediáticamente ha sido Juan María Uriarte, quien recuerda que visitó a muchas víctimas de ETA como obispo de San Sebastián: “Tenía días señalados para ello: Navidad, Viernes Santo… y cuando se habían dado asesinatos, casi siempre he sido bien acogido. He celebrado todos los funerales que se hacían en San Sebastián por víctimas de ETA“.

“También he tenido interés por quienes han sido víctimas de la absurda y destructiva confrontación que hemos vivido (víctimas del GAL, etc.) –continúa–. La compasión hacia padres ancianos y enfermos me ha conducido a hacer gestiones humanitarias en favor de beneficios penitenciarios de algunos que estaban dispuestos a acogerse a ellos. Y no me arrepiento en absoluto de ello”.

Respecto a la labor de la Iglesia en estos años, afirma que “no ha sido solo callada: ha sido también pública. Hay toda una ética para la paz que hemos ido elaborando. Ha habido labores discretas de diálogo y persuasión con todos los que podían tener una responsabilidad pública en favor de la paz, que ha sido nuestra obsesión”.

En el nº 2.775 de Vida Nueva (información íntegra para suscriptores).

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