La educación, un sistema que no mejora

aula vacía escuela educación

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JOSÉ LUIS PALACIOS | Hablar mal del sistema educativo español se ha convertido en un tópico, reforzado por infinidad de informes que evalúan la calidad del mismo. Pero la realidad es más compleja. Y más si tenemos en cuenta que los sistemas educativos atraviesan una profunda crisis en todo el mundo, debido a los intensos cambios y grandes incertidumbres de esta época, pero también a la acumulación de problemas de todo tipo, de cuya solución se hace responsable principal a la escuela.

Evidentemente, las insuficiencias del actual modelo de instrucción pública están ahí. El propio ministro de Educación, José Ignacio Wert, reparó en la presentación parlamentaria de sus principales preocupaciones en que “la mitad de los activos menores de 25 años está en paro y casi el 60% de los parados no ha superado la primera etapa de la Educación Secundaria”.

También resaltó que un 26% de los jóvenes ni siquiera llega a concluir la escolarización obligatoria y que un 28,4% de los que obtiene el título de Secundaria no continúa los estudios. Citó el inevitable informe PISA, que nos sitúa en la parte baja de los sistemas educativos de las naciones industrializadas, y que evidencia que los alumnos de 15 años de España muestran menor conocimiento en lectura, matemáticas y ciencias (más de diez puntos por debajo) que sus compañeros de los países desarrollados. Es conocida también la escasa proporción de alumnos brillantes: apenas el 3%, mientras que la media de la OCDE es del 8%.

Los anteriores responsables educativos optaron por ver la botella medio llena: “Partiendo de los niveles más bajos de formación de la población adulta entre los países de la OCDE a mediados del siglo pasado, hemos alcanzado en formación superior los promedios de la OCDE y los niveles de los países más avanzados entonces, Estados Unidos y Alemania”, se puede leer en su análisis Panorama de la educación. Indicadores de la OCDE 2011.

Los técnicos destacaban que el porcentaje de la población española que ha logrado estudios superiores no tiene nada que envidiar a los de los países de la OCDE (el 30%) y es incluso más alto, con el 27%, que el resto de la Unión Europea (UE).

“Las prioridades de la política educativa
deberán dar respuesta
al fracaso escolar y al temprano abandono
del sistema educativo”.
Carlos Esteban.

En realidad, el mayor problema es el estancamiento de un sistema que deja a un tercio de los alumnos sin conseguir los objetivos educativos y a otro tercio con más formación de la que necesitarán.

Para el director de la revista Religión y Escuela, Carlos Esteban, “los problemas más profundos los tenemos en la Secundaria”. Allí se producen las principales diferencias entre el nivel educativo de la población adulta española y la de los países de nuestro entorno, con un raquítico 22% de alumnos que continúan en esta etapa, frente al 44% de la OCDE y el 48% de la UE.

Otro mal indicador es el que muestra que el número de repetidores es abrumador en nuestras aulas: el 36% frente al 5% que tiene Finlandia, por ejemplo.

Para Esteban, “las prioridades de la política educativa deberán dar respuesta al fracaso escolar y al temprano abandono del sistema educativo; habrá que ampliar y mejorar la oferta de la Formación Profesional y, aunque sea problemático en algunos ámbitos, hay que fortalecer un Bachillerato con una mejora de conocimientos que pueda, a medio plazo, mejorar los resultados académicos de nuestra universidad, que también está necesitada de esta mejora”.

Así, Luis Centeno, portavoz de Escuelas Católicas, considera que “nuestro sistema educativo necesita una adaptación al presente, desde una visión realista, alejada de toques ideológicos”. El jurista de la patronal de centros católicos no entra a valorar el diseño de las asignaturas, sino que se detiene en subrayar que “debemos recuperar los valores esenciales como parte fundamental de la educación, pues esta tiene como objetivo primero la formación integral de la persona”.

También Esteban habla de tener en cuenta la necesidad de cambio en el modelo educativo para incorporar las nuevas realidades. En su opinión, “las cifras de fracaso escolar son demasiado abultadas en nuestra sociedad porque están basadas en una instrucción que ya no es lo que actualmente se entiende como educación básica en el resto de Europa. La educación básica –seguimos pensando aquí– está diseñada casi para ir a la universidad, mientras que debería ser pensada para incorporar a los alumnos a la vida adulta”.

En el nº 2.788 de Vida Nueva.

 

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