El Vaticano se defiende de las acusaciones de corrupción vertidas por Carlo Viganò

cardenal Anthony Bevilacqua

Desde el ‘Governatorato’ se habla de “valoraciones equivocadas”

Vaticano con nieve febrero 2012

ANTONIO PELAYO. ROMA | El Vaticano se defiende, sin perder los modos, pero con cierta contundencia. El sábado 4 de febrero se hacía pública una declaración de la Presidencia del Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, con las firmas de su actual presidente, Giuseppe Bertello (ya nombrado cardenal); del secretario general, Giuseppe Sciacca, con el vicesecretario Giorgio Corbellini; y del presidente emérito, cardenal Giovanni Lajolo.

Con estos dos últimos había trabajado Carlo Maria Viganò como secretario de dicho organismo, hasta su cese y posterior nombramiento como nuncio apostólico en Washington. El objetivo es quitarle la espoleta a sus dos cartas hechas públicas en una emisión televisiva.

“Las afirmaciones en ellas contenidas –asegura la declaración– no pueden no causar la impresión de que el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, en vez de ser un instrumento de gobierno responsable, sea una entidad de poco fiar, a merced de fuerzas oscuras. Después de examinar atentamente el contenido de las dos cartas, la Presidencia del Governatorato considera su deber declarar públicamente que dichas afirmaciones son fruto de valoraciones equivocadas o se basan en temores no corroborados con pruebas, es más, abiertamente contradichas por las principales personalidades invocadas como testigos”.

Giuseppe Bertello cardenal presidente del Governatorato

Giuseppe Bertello, actual presidente del 'Governatorato'

“Gestión ordenada”

A continuación, en siete puntos se rebaten algunas de las denuncias hechas en su día por monseñor Viganò, partiendo del principio de que los presupuestos del Governatorato son sometidos todos los años al examen de la Prefectura para Asuntos Económicos de la Santa Sede y de su colegio internacional de revisores.

Otro punto ratifica algo que ya fue tocado en la nota del P. Lombardi del 26 de enero y sale en defensa del llamado Comité de Finanzas y Gestión (integrado por banqueros independientes), al que se renueva “plena confianza y estima”, agradeciéndoles su “reconocida profesionalidad y su no poca pérdida de tiempo, sin ningún gasto para el Governatorato”.

Se aclara, de paso, que el buen resultado económico de 2009, del que se gloriaba Viganò, se debe a dos factores: “La gestión de las inversiones financieras del Governatorato, confiada al Cardenal Presidente del APSA, sección extraordinaria en 2009, y, en mayor medida, a los excelentes resultados de los Museos Vaticanos”.

Se da, de paso, una noticia hasta ahora no hecha pública: ese mismo año, se encargó un informe a la sociedad de gestión McKinsey, que formuló algunas recomendaciones “para que la gestión del Governatorato, de por sí ya ordenada y provechosa, pueda ser ulteriormente mejorada”.

También se aclara que “los contratos para obras de cierto relieve son asignados a través de un concurso regular y después de haber sido examinados por una comisión ad hoc constituida cada vez por el Cardenal Presidente. Para trabajos de menor entidad, la Dirección de Servicios Técnicos acude al personal propio o también a empresas externas cualificadas, bien conocidas, sobre la base de los precios que son habituales en Italia”.

Carlo Maria Vigano

Carlo Maria Viganò

Resulta obvio el estupor que ha causado en los más altos niveles del gobierno de la Iglesia la “salida” del todo extemporánea de monseñor Viganò y la necesidad que se ha sentido de salir al paso de las consecuencias que sus “revelaciones” pudieran provocar; pero no es menos evidente que queda todavía por hacer no poca limpieza en la gestión económica vaticana.

Y esto, porque, además de ser un deber, hay que evitar que a eclesiásticos con escasa responsabilidad se les permita jugar con importantes sumas de dinero. Es lo que le ha sucedido al dominico Francesco Maria Ricci, párroco de Santa Sabina en el Aventino y postulador de su orden ante la Congregación para las Causas de los Santos, que ha confiado millón y medio de euros a un estafador romano conocido como ‘el Madoff de Parioli’ (un barrio elegante de Roma).

El P. Lombardi tuvo que desmentir al Corriere della Sera, que había metido de por medio en este escándalo a la Congregación para las Causas de los Santos.

Reflexión con los cardenales

En vísperas del consistorio para el nombramiento de nuevos cardenales, Benedicto XVI ha convocado a todos los miembros del Colegio Cardenalicio a una “jornada de reflexión y oración” el 17 de febrero. El tema propuesto para esta reunión, que tendrá lugar en el Aula del Sínodo, es El anuncio del Evangelio hoy, entre la ‘missio ad gentes’ y Nueva Evangelización.

Ha sido encargado de introducir el tema el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan (uno de los 22 cardenales que recibirán la birreta y el anillo al día siguiente). También expondrá una comunicación sobre el Año de la Fe el arzobispo Salvatore Fisichella (que todos los vaticanistas italianos daban como seguro neopurpurado, pero que tendrá que esperar todavía algún tiempo antes de recibir la púrpura).

cardenal Anthony Bevilacqua

El cardenal Anthony Bevilacqua

En el mismo comunicado en el que se anunciaba la citada jornada, se informaba de que el jesuita Karl Josef Becker no será creado cardenal en la ceremonia pública del 18 de febrero, sino “de forma privada en otro momento”. El religioso, de 84 años, atraviesa un delicado momento de salud.

También faltará a la cita el que fue arzobispo de Filadelfia entre 1988 y 2003. El cardenal Anthony J. Bevilacqua falleció el 1 de febrero a la edad de 84 años, de los cuales los últimos los transcurrió en absoluto retiro en su casa de Wynnewood (Pensilvania), ya que sufría una penosa enfermedad y demencia senil.

Le tocó la difícil tarea de suceder a una personalidad de la talla del cardenal Kroll y se reafirmó como una de las personalidades más conservadoras del Episcopado estadounidense, aunque siempre mostró una aguda conciencia social, fruto, sin duda, de su experiencia como hijo de emigrantes italianos. “Racismo y vida cristiana son incompatibles”, escribió en una de sus cartas pastorales.

Respuestas ante los abusos

El lunes 6 de febrero por la tarde tuvo lugar la apertura del simposio Hacia la curación y la renovación, organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, que abordará pluridisciplinariamente el complejo tema del abuso de menores por algunos sectores del clero, y cuyo objetivo práctico es la puesta en marcha de un centro para la protección de los niños, cuya sede será la ciudad de Múnich. Según una primera nota informativa, están presentes 110 conferencias episcopales y una treintena de superiores religiosos.

En la sesión inaugural intervinieron el cardenal William J. Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con una ponencia sobre “El abuso sexual de menores: una respuesta polifacética ante el desafío”; y el general de los Jesuitas, padre Adolfo Nicolás, anfitrión del acontecimiento como Gran Canciller de la Gregoriana.

Este importante simposio sobre los abusos se prolongará hasta el 9 de febrero e informaremos ampliamente de él en nuestro próximo número. Digamos por ahora que la financiación del centro aludido está garantizada para los próximos tres años gracias a una donación de la Papal Foundation y el apoyo logístico de la Archidiócesis de la capital bávara.

Después de haber mareado la perdiz durante semanas, los vaticanistas italianos han tenido que reconocer que sus quinielas sobre quién sería nombrado patriarca de Venecia no iban en la justa dirección. El Papa ha designado para esa prestigiosa diócesis al hasta ahora obispo de La Spezia, Francesco Moraglia, hacia el que ahora, a posteriori, todos se vuelven con alabanzas, sin duda merecidas.

A la espera de tener una confirmación oficial por parte de la Santa Sede, nos limitaremos a reflejar la declaración hecha en los Estados Unidos por Bernard Fellay, superior de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, según el cual existen “distancias desde el punto de vista doctrinal” que hacen imposible su vuelta a la plena comunión con la Iglesia católica.

En el nº 2.788 de Vida Nueva.

Compartir