El testimonio del P. Tentorio, vida para la fe en Filipinas

padre Fausto Tentorio misionero asesinado en Filipinas velatorio

Los indígenas recuerdan al misionero italiano, asesinado por defender sus derechos

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ALEJANDRA PEÑALVER | Como cada lunes, el padre Fausto Tentorio había madrugado, celebrado misa y se disponía acudir a la reunión semanal con los sacerdotes de la diócesis de Kidapawan (Filipinas), en casa del obispo. Eran las 8 de la mañana, cuando salía de su parroquia del Perpetuo Socorro (en el valle de Arakan, Cotabato Norte). Iba a coger su coche y a emprender la ruta. Sin embargo, aquel 17 de octubre no tendría nada que ver con la normalidad cotidiana que tanto amaba y respetaba. Poco antes de subirse al coche, un encapuchado le disparó a bocajarro dos tiros en la cabeza, causando su muerte inmediata. [El testimonio del P. Tentorio – Extracto]

Cuatro meses han transcurrido desde el brutal asesinato del P. Tentorio, y el caso del misionero italiano del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) sigue sin resolverse.

Se desconocen los motivos últimos, así como la verdadera identidad del asesino, aunque todo apunta a que el compromiso de Tentorio por frenar la indiscriminada proliferación de la industria minera en la peligrosa región de Mindanao (sur de Filipinas), ha sido el detonante de un tira y afloja que ya duraba varios años.

padre Fausto Tentorio misionero asesinado en Filipinas

El P. Fausto Tentorio

El padre Jun Mercado, misionero, cree que Tentorio “era una amenaza para las empresas agrícolas latifundistas y minerasde Arakan”. Tampoco descarta “la intervención de los grupos paramilitares contratados por empresas o por los propios políticos” para defender sus intereses.

El padre ‘Pops’, como era cariñosamente conocido por los indígenas, con y para los que vivía, no era en absoluto ajeno a los problemas y amenazas diarias en el conflictivo valle de Arakan. Llevaba más de 32 años desempeñando su misión con entrega y fervor incondicionales. Una misión evangelizadora que incluía el compromiso de defender los derechos de las etnias tribales; indígenas siempre marginados, a los que las grandes multinacionales del sector minero siempre intentan usurparles su tierra ancestral.

A sus 59 años, no tenía miedo a nada ni a nadie. Atrás quedaba el incidente que casi le cuesta la vida en 2003. Entonces, el ejército trató de asesinarlo acusándole de colaborar con las guerrillas maoístas del Nuevo Ejército Popular. En aquella ocasión, los tribales actuaron de escudo humano y lograron salvar su vida. Pese a las constantes amenazas, nunca pidió que se le trasladara a otro lugar para continuar con su ejemplar labor evangelizadora.

De hecho, en su última visita a Italia, hace un año y medio, el misionero le dijo a su hermano, Felix, que la situación estaba más tranquila y que no había nada que temer. Su sobrino Simone, un joven empleado de banca de 27 años, le había visitado en alguna ocasión: “Era un hombre muy sereno, tranquilo y pacífico. Cuando estuve con él, me llevó a visitar la casa donde estuvo a punto de ser ejecutado en 2003”.

También él quedó impresionado por la simplicidad y la pobreza de la que vivía rodeado su tío: “Era una persona que quería vivir exactamente igual que la gente local, y por eso era tan querido”.

Entrega sin reservas

El padre Tentorio decidió entregar su vida por los demás, sin condiciones de ningún tipo. Antes de asumir su responsabilidad, envió una carta firmada a la sede del PIME en la que declaraba solemnemente: “Doy gracias a Dios por haberme concedido el magnífico don de la vocación misionera. Soy consciente de que esto implica la posibilidad de encontrarme en serias situaciones de riesgo para mi salud y para mi seguridad personal como epidemias, secuestros, asaltos, guerras y, eventualmente, una muerte violenta. Con la confianza puesta en Dios, acepto todo lo que haya de venir y ofrezco mi vida por Cristo y por la propagación de Su Reino”.

Era tan consciente y conocedor de la realidad que le rodeaba que, pese a su edad, ya tenía un detallado testamento en el que dejó escrito el epitafio para su tumba: “Se te ha declarado, hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan solo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios (Miqueas 6, 8)”.

padre Fausto Tentorio misionero asesinado en Filipinas protestaAmaba tanto a su pueblo que, incluso, dio instrucciones para que el ataúd en el que fuera enterrado fuese fabricado con la madera del árbol de caoba que él mismo plantó detrás de la iglesia. El mismo tipo de árbol que durante años había enseñado a cultivar a los indígenas para que mejoraran sus penosas condiciones económicas.

Giulio Mariani, sacerdote de PIME, recuerda cómo le llamaban “el tribal”, porque siempre llevaba una colorida bandana a la cabeza, así como collares y pulseras típicas de “su” pueblo indígena.

Y aunque los hermanos han asumido el martirio de Tentorio, no han dejado de condenarlo con rabia e indignación contenida. Orlando Quevedo, arzobispo de Cotabato y anterior obispo de Kidapawan, considera su muerte como “un asesinato en estado puro. Si quienes lo han perpetrado, piensan que su asesinato servirá para silenciar a los sacerdotes, religiosos, hermanos y hermanas, para que dejen de proclamar la Justicia del Reino de Dios, están equivocados. La sangre de los mártires como el padre Tentorio aumenta el coraje de aquellos que creen suficientemente en la paz y en la justicia como para sacrificarse ellos mismos mientras caminan por el sendero de la no violencia”.

Siempre fue uno de ellos

Con igual emotividad, tras su muerte, emitieron sus compañeros de PIME Filipinas un comunicado en el que daban gracias a Dios por el que había sido “un hermano, un mentor, un amigo que, carente de egoísmo, se identificó con los más pobres viviendo su vida y su cultura. Era realmente uno de ellos. ¡Que el Dios de la paz y el amor traiga paz y justicia duradera en Mindanao!”.

Con mucha viveza le recuerda el padre Noel Emmanuel Cornelius, misionario de PIME que pasó un tiempo con él en Mindanao: “Verle tan vivo y tan alegre rodeado de los indígenas me ayudó a reconocer mi vocación sacerdotal. Fue para mí un padre y un mentor. Cuando le conocí, durante mis años de seminario, me impresionó su pasión por aquellas gentes, especialmente su dedicación a las familias más desestructuradas. Quedé fascinado por su estilo de vida y su jovial personalidad. Siempre decía que la familia es el corazón de la Iglesia, por donde se debe empezar a reconstruir. Yo puse en práctica sus enseñanzas cuando me enviaron a las misiones con los nativos de la región de Acapulco (México)”.padre Fausto Tentorio misionero asesinado en Filipinas velatorio

Allí, Cornelius encontró situaciones similares a las que había vivido en Filipinas con el padre Tentorio: pobreza, ignorancia, familias rotas y desesperanza. “El recuerdo que más me ayudó entonces –evoca emocionado– fue una conversación que mantuvimos sobre la vida de monseñor Romero, el obispo mártir de San Salvador. Según el padre Tentorio, aquellos que son martirizados, dejan un recuerdo vivo en la gente por la que regalaron su vida, como si renacieran cada día en el corazón de sus amigos”.

Su tumba, un lugar de peregrinación

Desde aquel fatídico 17 de octubre, los indígenas del valle de Arakan están huérfanos, aunque muchos de ellos aún acuden a visitarlo a diario al Cementerio de la Reina de los Profetas, donde fue enterrado cerca del padre Tullio Favali, misionero de PIME asesinado en 1985, también en Mindanao. Un tercer hermano del Instituto, Salvatore Carzedda, corrió la misma suerte en 1992, en el mismo lugar, donde los grupos musulmanes independentistas y los salvajes intereses económicos hacen de Mindanao uno de los lugares más peligrosos del mundo.

Semanas después de su muerte, incluso se constituyó el ‘Movimiento Justicia para el padre Tentorio’, conformado por líderes religiosos y defensores de los derechos humanos, con el fin de reclamar que su asesinato sea juzgado y para defender a los misioneros e indígenas ante el “régimen de impunidad y terror” que se vive en la región.

Todas estas reclamaciones fueron dirigidas a las respectivas autoridades políticas y policiales. Tras detenerse a un sospechoso, este negó ser el autor del asesinato, aunque acusó de dirigir el mismo a un candidato a alcalde y el jefe de la policía de Arakan.

En el nº 2.787 de Vida Nueva.

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