Segundo Tejado: “El contacto con el sufrimiento redimensiona muchas cosas”

Segundo Tejado subsecretario Pontificio Consejo Cor Unum

Subsecretario del Pontificio Consejo Cor Unum

Segundo Tejado subsecretario Pontificio Consejo Cor Unum

Texto y fotos: DARÍO MENOR | Los terremotos de Haití y Japón o la hambruna del Cuerno de África son algunas de las últimas catástrofes a las que ha llegado la ayuda material del Papa a través del Pontificio Consejo Cor Unum, el dicasterio de la caridad vaticana. El sacerdote español Segundo Tejado Muñoz, subsecretario de este organismo desde hace un año, destaca que la caridad es una virtud teologal que va más allá de la solidaridad, pues “habla directamente de Dios, de su amor y de su preocupación por todos los hombres”. [Siga aquí si no es suscriptor]

– ¿Cómo ha alterado la crisis económica a Cor Unum?

– La crisis no ha alterado nuestro funcionamiento. De hecho, es en los momentos de mayor dificultad cuando vuelven a emerger los sentimientos de profunda caridad de los fieles. Los fondos que recibimos vienen de las donaciones espontáneas de los fieles al Santo Padre para que ayude a los necesitados. Estos días, por ejemplo, han llegado 100.000 euros para el Cuerno de África de unas religiosas de Barcelona. Otro caso significativo es el de una señora de Lugo que nos manda 500 euros cada dos meses en billetes en un sobre para que el Papa ayude a los pobres. Le hemos dicho que utilice otras formas de hacernos llegar su oferta, pero ella lo sigue haciendo así. Quizá no conoce otros sistemas. Pone en el sobre: “Benedicto XVI, Vaticano”. Es genial. Hay mucha gente que da 20 euros para los niños de África, 100 euros para Haití…

“Nuestra aportación económica
es simbólica. Es una muestra más
de la preocupación del Papa”.

– ¿Cuál es la actividad concreta, en ayudas, del dicasterio?

– Varía mucho, dependiendo de las ofertas que llegan al Papa o a Cor Unum directamente para las emergencias. Logramos financiar unos 100 proyectos al año, los que llamamos “donaciones del Santo Padre”, más las ofertas que mandamos en las emergencias. Luego están las dos fundaciones que gestionamos: la Populorum Progressio y la Juan Pablo II para el Sahel. No somos una agencia. Ayudamos en casos concretos en nombre del Papa. En las emergencias, enviamos una ayuda antes de que se pongan en marcha las agencias de la Iglesia. Nuestro punto de referencia son misioneros, sacerdotes, congregaciones religiosas, obispos… Intentamos echar una mano a todo el mundo que nos lo pide. Nuestra aportación económica es simbólica. Es una muestra más de la preocupación del Papa, que hace concreta su constante atención por los que sufren.

– ¿Cuál es la peor catástrofe que sufre hoy el mundo?

– Divido las catástrofes en dos grandes grupos. Por un lado, las ocasionadas por fenómenos naturales, como terremotos, tsunamis, tifones, sequías… Por otro, las ocasionadas por el hombre, como las guerras, el hambre, la injusticia… A este grupo hay que añadir las “nuevas formas de pobreza”, ligadas al ataque a la familia y a la dignidad de la vida que se está produciendo en nuestra sociedad. Son pobrezas que no se ven, sobre las que nuestra sociedad hipócrita pone una especie de velo, pero que desde nuestro observatorio, y para aquellos comprometidos en la pastoral social, son evidentes. Hay un veloz y constante crecimiento del número de personas que sufren la soledad, la pobreza espiritual y material causada por esta destrucción silenciosa y escondida. Pero el mayor escándalo que aún tenemos que constatar es que haya millones de personas que sufren el hambre.Segundo Tejado subsecretario Pontificio Consejo Cor Unum

– Hambrunas, terremotos… ¿Resulta duro acudir siempre a estas catástrofes?

– El misterio del mal en el mundo ya ha tenido su respuesta en la persona de Jesucristo, quien afrontó como un buen pastor nuestras miserias y desesperaciones, dando así un sentido a la cruz, al sufrimiento. Junto a las ayudas materiales, es esta la ayuda que llevamos: la caridad. Nuestro trabajo no es filantropía. El contacto con la realidad, aunque sea duro, es reconfortante. Siempre vuelvo contento tras visitar zonas que han sufrido catástrofes. El contacto con el sufrimiento y la pobreza redimensiona muchas cosas. Hace mucho bien. La gente pobre te da mucho, tiene valores que nosotros ni soñamos. Y te muestran siempre su cariño y amor al Papa.

Denuncia de las injusticias

– ¿Es amarga la caridad cuando no se afrontan sus causas?

– La caridad, si es verdadera, busca las causas. Si no buscamos las raíces de los problemas, estas situaciones están destinadas a repetirse de un modo constante. La Iglesia denuncia las injusticias. Hay muchos ejemplos de misioneros que han pagado sus denuncias con la vida. La raíz final es que el corazón del hombre, al separarse de Dios, se ha separado también del prójimo. Para atacar esta raíz, hay que evangelizar y llevar la caridad. La caridad es una forma de evangelización, de llevar a Jesucristo a las personas. Es un amor que llama e indica su fuente: Dios. Por esto me parece importante reflexionar sobre la caridad en el ámbito de la Nueva Evangelización.

– ¿Hace la Iglesia lo suficiente para prevenir las catástrofes?

– Lo que hace la Iglesia es estar siempre presente allí donde se producen las catástrofes, estando al lado de las personas que las han sufrido. Esta presencia, que es el misterio de la Encarnación, es en la práctica la mejor garantía de prevención. La Iglesia porta la semilla que previene la separación del hombre de Dios con la evangelización y la caridad. La Iglesia quiere ser el signo de que Dios está entre nosotros y de que se puede vivir una vida de manera diferente a las tendencias individualistas actuales, respetando la creación y también al prójimo, así como lo ha pensado Dios.

“La Iglesia es la organización
que de mejor modo responde
a las situaciones de extrema necesidad”.

– El semanario The Economist calificó a la Iglesia católica de la mayor ONG del mundo. ¿Está de acuerdo?

– Se podría decir esto, aunque la definición no es del todo apropiada. Las ONG son agencias que tienen una estructura organizativa específica. Algunas agencias católicas tienen esta misma estructura, pero todas aquellas que se consideran católicas deben formar parte de la organización de la Iglesia. Yo diría que la Iglesia, con su presencia tan difundida y rica –misioneros, voluntarios, agencias, operadores…– es la organización que de mejor modo responde a las situaciones de extrema necesidad. Y, además, de forma más breve. Las ONG, aunque hacen un trabajo loable en muchísimos casos, necesitan una estructura operativa que tiene largos tiempos de gestión y, por tanto, de operatividad y gastos de administración. Por eso no hablaría de la Iglesia como una gran ONG. Diría que la presencia de la Iglesia, con todos sus componentes, es una red que está entre las más amplias, si no es la más amplia. Y, en la mayoría de los casos, gratuita.

– ¿Quien recibe la caridad, se acerca a Dios?

– Tú siembras, pero no sabes cuándo recogerás. En Japón, por ejemplo, el nuncio llamó al cardenal Sarah, presidente del dicasterio, diciendo que una mujer había escrito contando que se iba a suicidar, pero que su presencia allí le hizo cambiar de idea. Cuando estuvimos en el país, tras el terremoto, hicimos una misa. Al acabar, vinieron tres personas que lo habían perdido todo. Dos de ellas se abrazaron al cardenal llorando. Lo vieron como un asidero. Ese bien a esas personas justifica todo.

– ¿Y en Haití, donde ha estado dos veces tras el terremoto?

– También ves frutos, aunque la situación es más dura. A la pobreza se sumó el terremoto. Allí ves más la miseria y la incapacidad de recuperarse. Cuando fuimos, al año de la catástrofe, estaba todo casi como el año anterior. Fue muy emotiva la eucaristía que celebramos ante la catedral derruida en la capital. Estaba todo lleno de gente, que se echaba encima del cardenal, que quería tocarlo…

En el nº 2.785 de Vida Nueva.

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