Los obispos de la UE piden una economía más solidaria

Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Monetarios

La COMECE emite una declaración sobre la situación actual de los mercados y su influencia social

Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Monetarios

Olli Rehn, comisario europeo de Asuntos Monetarios

J. L. CELADA | El modo actual de entender la economía, basado exclusivamente en el beneficio, “amenaza con eclipsar las dimensiones social y ecológica de la calidad de vida, que a menudo no pueden ser directamente expresadas en términos monetarios, y transferir los costes de la actividad económica a otras personas, en especial las generaciones futuras”.

Suscriben esta denuncia los obispos que integran la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), quienes, en una declaración dada a conocer el pasado día 12 en Bruselas, abogan por Una Comunidad Europea de solidaridad y de responsabilidad.

Bajo este título, los prelados reflexionan sobre el concepto de “economía social de mercado altamente competitiva”. Una expresión que forma parte de los objetivos de la Unión Europea (UE) ya desde la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, y que se traduce en libertad, competitividad, solidaridad, equidad y protección social, pero a la que los pastores tratan de dotar de contenido en un documento de 25 páginas.

El texto –presentado en la Representación Permanente de Polonia en la capital belga por el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Munich-Freising y vicepresidente de la COMECE– comienza subrayando la importancia de la gratuidad en dicha economía social de mercado, donde instituciones propias de “esta forma libre de solidaridad (sociedades mutuas, cooperativas y organismos municipales) requieren una atención especial”.

A continuación, reivindica el papel positivo de la competencia en un espacio abierto a encuentros y relaciones como el mercado, lo que implica que las autoridades combatan e impidan “los monopolios, cárteles, acuerdos sobre los precios y la distorsión de la competencia por abuso del poder económico o de las ayudas públicas”.

Asimismo, recuerda que esa autoridad tiene también “el deber de garantizar el suministro de los bienes esenciales y de los servicios de interés general”, y llama a la UE a adoptar “una reglamentación adecuada” en este ámbito.

Pero no todo depende de la competitividad. “Son los consumidores quienes, por sus hábitos de consumo, determinan en gran parte la vida económica en Europa y en el mundo”, advierten los obispos, para quienes “toda decisión económica tiene una consecuencia moral”. De ahí que la Iglesia encabece esta llamada a “un consumo responsable”.

Su aportación, sin embargo, va mucho allá, al exhortar a los mandatarios de la UE a completar el mercado “con prestaciones sociales, de manera que se pueda garantizar a todos los ciudadanos y ciudadanas una vida en el respeto de su dignidad humana”.

Preocupación que, a su juicio, no puede ser solo de los estados miembros, sino también de la propia UE, cuyas instituciones deben, además, “crear las condiciones para que, en este tiempo de crisis y de adaptación a veces muy difícil, el diálogo social entre las contrapartes europeas pueda desempeñar el papel que le corresponde en el marco legislativo europeo”.

En este sentido, recuerdan que la reciente adopción del Pacto del Euro debería permitir “una convergencia de las políticas fiscales y sociales hacia una mayor equidad”.

Desarrollo sostenible

Más adelante, la declaración de la COMECE apela con firmeza a un desarrollo sostenible, porque, “al final, ni la competitividad económica, ni la justicia social, pueden alcanzarse sin una integración sistemática de factores ecológicos”. Y llama a un compromiso y una garantía institucionales concretos, tanto a nivel europeo como mundial, para la protección del medio ambiente.

El pronunciamiento episcopal invita también a la UE a comprometerse en el desarrollo a largo plazo de una “auténtica autoridad política mundial” que, más allá de aspectos económicos, tenga en cuenta la justicia y la responsabilidad ecológica.

“Hoy –concluyen los firmantes– hay que europeizar la economía social de mercado para hacer frente a la competencia mundial, para seguir ofreciendo una protección social eficaz a los más débiles y para llegar a ser una economía sostenible respecto a las exigencias medioambientales y climáticas”.

Y añaden: “Necesitamos una comunidad de solidaridad y de responsabilidad para dar vida a la economía social de mercado en la Unión Europea. Solidarios y responsables, de esta manera, nosotros los europeos, podremos controlar la grave crisis actual y seguir juntos nuestro camino para dar finalmente un signo eficaz de justicia y de paz a todos los hombres en el mundo entero”.

En el nº 2.785 de Vida Nueva.

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