Los conflictos olvidados del mundo

casas ardiendo por la violencia en un pueblo en Sur de Sudán

casas ardiendo por la violencia en un pueblo en Sur de Sudán

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO | Guerras, hambrunas, pobreza, explotación… El planeta sigue, en este recién estrenado 2012, afligido por demasiados tipos de violencia que, a su vez, engendran más dolor y muerte. Sin embargo, no ocupan las portadas de los informativos, saturadas de economía y crisis. Son los dramas olvidados. [Siga aquí si no es suscriptor]

El país más pobre del mundo: República Democrática del Congo

El país más grande de África (con una extensión equivalente a dos tercios de la superficie de Europa Occidental) es también el más pobre del mundo. En la última clasificación del Índice de Desarrollo Humano, de Naciones Unidas, ocupa el puesto número 189: el último de una lista que encabeza Noruega. El dato se publicó pocos días después de las elecciones presidenciales, el pasado 28 de noviembre, que estuvieron marcadas por graves irregularidades y violentos incidentes.

hombres trabajan en minas en República Democrática del Congo

Mineros en R. D. del Congo

Ocupar el puesto 189 quiere decir cosas como las siguientes: que la mitad de los niños no están escolarizados y miles de ellos están condenados a una existencia inhumana viviendo en las calles de sus ciudades; que la mayor parte de la gente no puede pagarse un tratamiento médico cuando está enferma; que la esperanza de vida apenas pasa de los 45 años; que viajar de una ciudad a otra es una aventura imposible por las desastrosas comunicaciones del país; que muchas zonas viven aún la resaca de dos guerras que costaron cinco millones de muertos; y que los derechos humanos tienen un precio de risa, como muestra el número de activistas y periodistas que cada año encuentran la muerte o la cárcel.

Lo más triste del caso es que esto sucede en uno de los países del mundo más ricos en recursos. La República Democrática del Congo tiene una tierra fertilísima, excelente para la agricultura y la ganadería, bosques que son un enorme pulmón para todo el continente africano, lagos y ríos con abundante pesca, y en su subsuelo hay inmensas riquezas minerales como oro, diamantes, casiterita, bauxita, tungsteno y el preciado coltán, indispensable para la industria electrónica de última generación (y del que el 80% de sus reservas mundiales están en el este del país), sin olvidar las enormes bolsas de gas descubiertas bajo las aguas del lago Kivu.

Toda esta riqueza sería más que suficiente para dar a sus 65 millones de habitantes un nivel de vida digno, sin que ninguno de ellos pasara necesidad.

Pero la resaca de la dictadura cleptocrática de Mobutu, que arruinó el país, y tres guerras que se han sucedido desde mediados de los años 90 –en la que llegaron a participar más de 20 grupos rebeldes de diverso pelaje y los ejércitos de ocho países africanos– han dejado el país arruinado.

Los congoleños no tienen un Estado que les proteja ni unos políticos que se preocupen de su bienestar.

Silencio, se mata: Sudán

Desde que el nuevo Estado de Sudán del Sur proclamara su independencia el pasado 9 de julio, amplias zonas próximas a la frontera con la República del Sudán (la parte Norte del antiguo Sudán unido) han sido escenario de atrocidades sin cuento contra la población civil, llegando incluso a cerrar estos lugares a las agencias humanitarias.

dos niños en Sudán del Sur

Dos niños en Sudán del Sur

El mosaico de conflictos que han surgido en esta zona –y que se añaden al conflicto de Darfur, que dura desde 2003– es complicado de entender: el primer foco de violencia surgió en Abyei, una zona rica en petróleo que tanto el Norte como el Sur reivindican como suyo, y que poco antes de la independencia del nuevo Estado fue ocupado militarmente por tropas de Jartum, que incendiaron la ciudad.

Al mismo tiempo, el ejército del Norte comenzó a bombardear poblados de la región del sur, Kordofán, provocando el desplazamiento de al menos 200.000 personas de las montañas Nuba, ciudadanos del Sudán del Norte a quien su gobierno ve como simpatizantes del SPLA, el movimiento que gobierna el nuevo país de Sudán del Sur.

Más recientemente, Jartum ha comenzado otra campaña militar con una durísima represión contra las poblaciones de su propio Estado del Nilo Azul.

Y al otro lado de la frontera, en el nuevo país, varios grupos rebeldes luchan contra el nuevo gobierno de Juba, quien ha acusado a su vecino del Norte de estar detrás de estos intentos de desestabilización.

El incidente más grave dentro de este conglomerado de confusión ocurrió a mediados de noviembre, cuando aviones pesados Antonov del gobierno de Jartum bombardearon el campo de refugiados de Yida, en Sudán del Sur. Fue durante una distribución de alimentos a los 20.000 refugiados de este campo por parte del Programa Alimentario Mundial de la ONU.

Doce personas murieron durante este cruel bombardeo. Si esto hubiera tenido lugar en otro país, hubiera sido noticia de portada, pero en los conflictos olvidados, parece como si los muertos fueran de una clase inferior.

Cuerno de África: el hambre que no cesa

La primera hambruna del siglo XXI no ha llegado a nosotros en una avalancha de imágenes apocalípticas. Pocos equipos de televisión se han aventurado a adentrarse en Somalia, un país que desde 1990 no ha tenido un gobierno efectivo y que está controlado por las milicias islamistas de Al Shabab.

niño en Mogadiscio, sureste de Somalia

Mogadiscio, en el sureste de Somalia

Además, las pocas imágenes disponibles nos fueron servidas en verano del año pasado, cuando el pausado ritmo estival deja poco espacio para noticias de tintes demasiado dramáticos.

Por si fuera poco, esta crisis alimentaria afecta, además de a Somalia, al norte de Kenia, Etiopía, Eritrea y Yibuti. Cerca de 14 millones de personas sufren esta situación que, según Naciones Unidas, en septiembre de 2011 había provocado ya la muerte de al menos 30.000 niños.

Por si fuera poco, Acción Contra el Hambre alertaba el pasado diciembre de que hacia el mes de abril podría estallar una nueva crisis alimentaria en Níger, Mauritania y Burkina Faso, provocada también por la escasez de lluvias.

Esta catástrofe, la peor ocurrida en África durante los últimos 60 años, se anunció ya en noviembre de 2010 por parte de la Red de Alerta Temprana de Hambrunas, pero la comunidad internacional reaccionó tarde y mal.

De los 2.400 millones de dólares que Naciones Unidas dice que necesita de forma urgente, apenas se habían recogido la mitad a finales del 2011. Las causas, según reconoció Giorgio Bertin, obispo de Yibuti, “no se deben solo a la sequía, sino sobre todo a problemas humanos y de la anarquía que sacude la región”.

Entre otros factores, hay que recordar que durante los últimos años, muchos alimentos básicos han visto incrementado su precio en un 150% en los mercados internacionales, que han convertido la comida en objeto de especulación financiera.

La experta en Comercio Justo, Deborah Doane, lo explica así: “Con el dinero que dan los donantes, hoy solo se puede comprar la mitad de los alimentos que se compraban hace una década”. Y es que la peor sequía, y la más letal, es la que tiene que ver con la pérdida de valores éticos en la economía mundial.

Mujeres explotadas y maltratadas

La violencia contra las mujeres es uno de los capítulos más penosos en la historia de atentados contra la dignidad de las mujeres en el mundo.

mujer en la India trabaja con ladrillos

Mujer en la India

Así lo describe el informe sobre El progreso de las mujeres en el mundo 2011-2012, que publicó en julio de 2011 la organización ONU Mujeres, una entidad creada el año pasado por la Asamblea General de las Naciones Unidas para promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer.

El documento constata algunos avances notables en los últimos años. En 1911, las mujeres podían votar solo en dos países del mundo, mientras que hoy 186 Estados han firmado la convención para la eliminación de todas las formas de discriminación de la mujer. Un total de 125 países penalizan la violencia doméstica, en 173 naciones se contempla el derecho a una baja de maternidad pagada y 115 garantizan la igualdad de los derechos de propiedad.

Pero en muchos países, el problema no está en reformar las leyes, sino en asegurar que se cumplan. En Uganda, por ejemplo, hay leyes contra la violencia doméstica aprobadas durante los últimos años, pero en muchos casos, la mujer que ha sido apaleada por su marido tiene pocas posibilidades de hacer que su denuncia prospere.

Otra práctica difícil de erradicar es la mutilación genital femenina. Guinea Bissau ha sido el último país en aprobar una ley que la prohíba –el pasado 10 de junio–, pero está por ver que se cumpla, sobre todo en las zonas rurales del país.

Además de estos casos, hay que tener en cuenta un dato demoledor: las mujeres representan el 70% de los pobres del mundo. La discriminación que sufren en casi todos los aspectos de la vida (educación, trabajo, salud, alimentación…) las expone más al riesgo de la pobreza y a sufrir distintos tipos de violencia.

Pero el mayor atentado contra la mujer en el mundo de hoy, a pesar de declaraciones oficiales y reformas legales, es su eliminación física incluso antes de nacer. India y China son los dos países que practican más los abortos selectivos. La ancestral preferencia por los hijos varones en India y las nuevas tecnologías para determinar el sexo del bebé conspiran contra las niñas en este país asiático, donde se calcula que durante la última década seis millones de niñas han sido abortadas, según un estudio publicado en 2011 por la revista médica The Lancet.

Este informe muestra que los abortos selectivos son más comunes entre las clases media y alta, que tienen familias más pequeñas y quieren varones a toda costa. “Gaste 3.000 rupias ahora y ahorre 300.000 mañana”, reza el eslogan de una industria ilegal de ecografías que genera 170 millones de euros anuales. Las 300.000 rupias hacen referencia a la dote que la familia de la chica debe pagar a la familia del novio al celebrar el matrimonio…

Peor aún es el caso de China, donde la política del hijo único provoca la eliminación de fetos y bebés niñas, ya que la mayor parte de las familias prefieren un hijo varón. La coalición internacional Women’s Rights Without Frontiers, que lucha contra el aborto y la esclavitud sexual en China, asegura que debido a que en este país hay 37 millones de hombres más que de mujeres, las mafias que trafican con mujeres de los países vecinos a China encuentran un negocio seguro.

Y esta política podría también ser la causa del elevado porcentaje de suicidios femeninos en China. La Organización Mundial de la Salud dice que es el país con el porcentaje de suicidio femenino más alto del mundo, con una media de 500 mujeres que terminan con su vida cada día.

Refugiados y desplazados internos: nunca habían sido tantos

Según datos publicados a mediados de 2011 por Naciones Unidas, en el mundo hay 43 millones de personas que han huido de sus hogares debido a situaciones de conflicto. El Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados señala que es la cifra más alta de los últimos 15 años.

desplazados en Costa de Marfil

Desplazados de Costa de Marfil

Dentro de estas estadísticas están los 15 millones que han cruzado las fronteras de su país para vivir en otras naciones. Cuatro quintas partes de ellos viven en países pobres y solo una mínima parte ha llegado a naciones desarrolladas.

El país del mundo de donde han salido más refugiados en los últimos años es Afganistán, con tres millones. La mayor parte de ellos viven en Pakistán e Irán.

En el mundo hay también 27 millones de desplazados internos, es decir, personas que son refugiadas en su propio país. En 2010, Sudán tenía el mayor número, con cinco millones, una cifra que va en descenso puesto que el año pasado más de medio millón regresaron a sus hogares tras la independencia de Sudán del Sur, en julio.

La República Democrática del Congo tiene 1.700.000 desplazados internos, a pesar de que oficialmente no hay guerra. Esto ilustra un aspecto al que no se le presta atención: que cuando callan las armas en el campo de batalla muchas de las personas que han huido de la violencia tardan años en regresar a sus hogares o no vuelven nunca, bien porque encuentran sus casas destruidas y sus campos ocupados por otros, o bien porque no se sienten seguros.

Además, hay que tener en cuenta que estas cifras pueden dar lugar a equívocos, ya que también hay que añadir otros 42 millones de personas que han abandonado sus casas debido a desastres naturales, como inundaciones, sequías y hambrunas. Las cifras más altas se dan en el Cuerno de África, sobre todo Somalia.

Hoy esta surgiendo una nueva categoría, clasificada como “los refugiados medioambientales”, personas que han abandonado sus casas debido a condiciones climáticas adversas que hacen imposible que puedan tener una producción agrícola suficiente para alimentarse.

Nuevos pobres: las víctimas de la crisis

“Las sedes de Cáritas están desbordadas ante el número creciente de personas y familias necesitadas. Ante tanto sufrimiento, no podemos quedarnos en la indiferencia o en el lamento”.

parados hacen cola en una oficina del inemLo dijo el 16 de diciembre pasado el obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López, ante las necesidades que ha dejado al descubierto el impacto de la crisis económica en España, el país con mayor número de parados de Europa.

Pero, en realidad, podían haberlo expresado también cualquiera de los responsables de las Cáritas diocesanas, interparroquiales o parroquiales que cada día luchan a brazo partido por atender a miles de personas que se acercan a ellas en busca de alimentos, artículos de higiene, dinero para pagar la luz o el alquiler de la vivienda, y también ayuda humana, consuelo y orientación, algo que en muchos casos desemboca en el anhelado puesto de trabajo, ya que uno de los programas más eficientes de Cáritas es el de empleo.

Solo en 2010, las Cáritas de España recibieron 1.800.000 solicitudes de ayuda, un incremento de un 104% con respecto a 2007, año en que empezaría la crisis en los Estados Unidos con el estallido del caso de las hipotecas subprime.

Durante 2010, unas 300.000 personas acudieron por primera vez a Cáritas. Así lo recoge el VI Informe del Observatorio de la Realidad, publicado por el equipo de estudios de esta organización eclesial en julio de 2011. En él se analizan datos aportados por 59 Cáritas diocesanas (un 87% de las diócesis españolas), un número más que suficiente, y cuyos datos permiten constatar que, al menos un tercio de las personas que residen en España, están en serio riesgo de exclusión social.

Y lo más sangrante del caso es que la mayor parte de ellas son mujeres, y también niños, sobre todo de familias inmigrantes, que no están bien alimentados y que pasan largas horas solos en casa, mientras sus padres no pueden dedicarles el tiempo necesario porque luchan para encontrar el sustento con el que poder sobrevivir.

El acceso a las prestaciones sociales públicas, añade el estudio, es cada vez más difícil. “El tiempo para concertar una primera cita en los servicios sociales es de un mes como media, y el tiempo de tramitación y gestión de las respuestas es de algo más de dos meses”.

También hay retrasos, y muy preocupantes, en la recepción de fondos públicos para hacer frente a tanta necesidad por parte de Cáritas y otras instituciones que bregan a diario con los más pobres de nuestro país. Los donativos de numerosas personas particulares y empresas (incluidos los de sacerdotes que donan su paga extra de Navidad y que no son noticia) suplen esta carencia, aunque siguen siendo insuficientes.

Lo más preocupante, según el informe, es el “fenómeno de la cronificación y empeoramiento de las situaciones personales y familiares, ya que la falta de trabajo y de recursos les ha convertido en demandantes regulares de ayuda y en personas dependientes de los exiguos recursos de las organizaciones sociales para cubrir necesidades básicas”.

En el nº 2.785 de Vida Nueva.

 

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