Joaquín Sánchez: “Ojalá la Iglesia acompañara más a los embargados”

Joaquín Sánchez sacerdote Murcia Plataforma de Afectados por la Hipoteca

Sacerdote y miembro de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca

Joaquín Sánchez sacerdote Murcia Plataforma  de Afectados por la Hipoteca

JOSÉ LUIS PALACIOS | Joaquín Sánchez bromea con el escaso respeto que hoy infunden los curas, a cuenta de los agarrones y tirones que sufrió durante un desahucio en Puente Tocinos (Murcia). En el fondo, no le importa lo más mínimo haber sido tratado por las fuerzas del orden público del mismo modo que el resto de sus compañeros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Murcia. Como él mismo reconoce, “como cristianos, nuestro lugar es estar con la gente; Jesús de Nazaret fue crucificado por estar al lado de los más pobres e indefensos, en conflicto con el poder”.

Los embargos hipotecarios, que desde 2008 han dejado a casi 150.000 familias sin hogar, le parecen a este cura nacido en Vilanova de Sau (Barcelona) hace 49 años, una clamorosa injusticia que reclama su implicación. “En la Iglesia hablamos mucho de los pobres y creo que, en el momento de la verdad, cuando hay que pasar de los discursos a los hechos, se tiene que notar”, comenta Joaquín, quien en junio celebrará sus 25 años de ordenación sacerdotal.

A su juicio, paralizar los desalojos, reclamar una legislación más humana, buscar otras opciones que no sean entregar el piso al banco y endeudarse para siempre, “es encarnarse”.

“En mi adolescencia, viví una Iglesia que quería estar con el pueblo y para el pueblo. Esa vivencia la fui interiorizando con el paso del tiempo gracias a los grupos parroquiales y al Movimiento Junior de Acción Católica. Fue creciendo en mí la pasión por la figura de Jesús, lo vivenciaba en los compromisos, en los momentos celebrativos y en la oración, tanto personal como comunitaria. Con el paso del tiempo, acepté que el sentido por la vida pasaba por el ministerio sacerdotal, entendido como un servicio al pueblo de Dios”, explica este cura sobre su vocación.

Algunos compañeros de causa le dicen que “este Dios mío sí les gusta, y que si hubiera muchos más así, mirarían de otra forma a la Iglesia”.

Joaquín escucha a todos con respeto, y en silencio se repite a sí mismo que “hay que seguir luchando, a pesar de todo, porque tenemos una esperanza: levantar la dignidad humana, despertando nuestros anhelos por un mundo más humano y humanizante, para todos y con todos los seres humanos en comunión con el medio ambiente”.

Él entiende su ministerio como la suerte de poder “dedicar la vida a intentar aliviar el sufrimiento humano, a ser una pequeña luz, en un momento histórico de desesperanza, para interpelar a los creyentes y a la ciudadanía en general sobre la responsabilidad de contribuir a crear una tierra y un cielo nuevo”.

Regenerar la dignidad

Aunque confiesa que, al enterarse de un nuevo señalamiento judicial para echar a una familia de su casa, “cuesta conciliar el sueño”, está convencido de que lo más importante es “regenerar la dignidad como personas y sostener humanamente a los amenazados por los embargos, gente que creía que era alguien por tener una casa y un coche y que, cuando los pierde, siente que no es nadie”.

“Los trastornos psicológicos que se producen son muy graves; algunos dicen que la vida ya no tiene sentido y que si siguen es solo por sus hijos”, remata este capellán en varias residencias de ancianos y centros de atención a personas discapacitadas, además de párroco en la pedanía murciana de El Palmar.

Le gustaría que la Iglesia, “en los comunicados oficiales y en las respuestas de la parroquias, en las comunidades y los grupos de Cáritas, acompañara más a estas familias y que se busquen alternativas, como alquileres baratos…”.

Mientras tanto, él sigue la lucha contra los embargos (ya son 49 las ejecuciones hipotecarias paralizadas o retrasadas en la región de Murcia). Es su manera de estar al lado de “los más débiles, los últimos, los excluidos y marginados”. Una vivencia y una mística que comparte y alimenta con otros militantes de la HOAC.

EN ESENCIA

Una película: Forrest Gump.

Un libro: Cómo nos venden la moto, de Noam Chomsky.

Una canción: No me llames extranjero.

Un rincón en el mundo: una playa para contemplar la inmensidad del mar y el cielo.

Un deseo frustrado: la no superación de la tentación de poder por parte de la Iglesia, de la visión narcisista de Dios, cuando no quiera nada para sí.

Un recuerdo de la infancia: la noche de Reyes.

Una aspiración: aprender a caminar juntos para luchar a favor de la justicia, la paz, la fraternidad y la reconciliación.

Una persona: mi padre, un guardia civil honesto y servicial.

La última alegría: ver cómo cada vez se une más gente a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.

La mayor tristeza: saber que cada día mueren de hambre unas 75.000 personas en el mundo.

Un sueño: crear una humanidad de todos y para todos.

Un regalo: una sonrisa, un abrazo, la amistad y los gestos a favor de la justicia.

Un valor: la coherencia.

Me gustaría que me recordasen por… aportar un pequeño grano de arena en la construcción de una humanidad que sea escuela para la ternura, la igualdad, la convivencia y la paz.

En el nº 2.785 de Vida Nueva.

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