Ante un año unamuniano

dos dibujos de Miguel de Unamuno

Salamanca conmemora el 75º aniversario de la muerte de Miguel Unamuno

Miguel de Unamuno

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Salamanca celebrará a lo largo de 2012 el 75º aniversario de la muerte de Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864-Salamanca, 1936). Un abanico de exposiciones, obras de teatro, conciertos, cine, talleres, ciclos de conferencias, encuentros literarios, publicaciones y hasta rutas turísticas bautizadas en su conjunto como el “año unamuniano”. [Siga aquí si no es suscriptor]

El Ayuntamiento, junto a la Universidad de Salamanca –de la que Unamuno fue rector–, anunciará como colofón una gran exposición sobre su legado histórico. Legado que se preserva en su Casa-Museo, con su escritorio, sus plumas, su cama y su biblioteca de más de 6.000 volúmenes, además de 25.000 cartas, manuscritos y borradores.

Otra exposición de relieve será Don Miguel de Unamuno. Una vida en fotografías, en colaboración con la Filmoteca Regional, que ocupará la Sala de Santo Domingo, en donde podrán verse más de un centenar de fotografías del insigne rector –realizadas por fotógrafos de renombre como Gombau, Ansede y Alfonso, entre otros– halladas hace seis meses en el depósito de la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca, junto a 41 dibujos del propio Unamuno.

En la programación cultural destacan también el concierto de la Joven Orquesta Sinfónica Ciudad de Salamanca, que interpretará la obra del compositor Joaquín Rodrigo, Música para un códice salmantino, que fue escrita en 1953 sobre las siete primeras y las tres últimas estrofas de la Oda a Salamancade Unamuno.

estatua de Miguel de Unamuno en Salamanca

Estatua de Unamuno en Salamanca

Así como el que dará el grupo Zafra Folk, que ha musicado 17 sonetos escritos durante su estancia en Fuerteventura, talleres de papiroflexia y un ciclo de cine con documentales como El sentimiento trágico de la vida o La soledad de un agitador.

Unamuno protagonizará, además, el Día del Libro, la Feria Municipal del Libro y el Encuentro de Poetas Iberoamericanos.

La Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y de Saberes coproducirá la adaptación dramática de Niebla y Fedra, como complemento a un programa de actos que cuenta con la colaboración de la Junta de Castilla y León, la Filmoteca Regional, la Diputación, la Universidad y el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.

Bilbao se suma al homenaje

La celebración comenzó el 31 de diciembre –día del fallecimiento y del 75º aniversario–, en Bilbao, en donde el Ayuntamiento y el Gobierno Vasco se sumaron al “año unamuniano” con una ofrenda floral.

Mientras, en Salamanca se inauguró la primera muestra en su honor, precisamente en el Ayuntamiento –en donde en octubre ya se le devolvió al filósofo su acta de concejal, arrebatada en octubre de 1936– y acerca del proceso de creación del medallón, obra del escultor Oscar Alvariño, que se colocó en la Plaza Mayor en 1986, coincidiendo con el 50º aniversario de su muerte.

Otras iniciativas, como la reedición de todas sus obras, que ha emprendido la editorial Austral completan una celebración que pretende, ante todo, acercar “la figura y el pensamiento” de un Unamuno que fue un profesor, un pensador, un escritor, comprometido con todo lo que le rodeaba y, ante todo, con España. Y, por supuesto, “profundamente religioso y místico”, como le definiera el filósofo Manuel García Morente.

Devolverle al lector

En cierto modo, este aniversario debe servir para devolver la figura de Unamuno al lector. Para Unamuno, el valor de la conciencia, la defensa del yo individual frente a toda imposición dogmática, fue norma de vida. Hoy mismo, su independencia, su vitriólico sentido de la justicia, sería de nuevo carne de cañón.

El novelista y biógrafo Luciano G. Egido, mantiene que Unamuno fue el único intelectual represaliado a la vez por los dos bandos de la Guerra Civil. Porque el rector salmantino “no se calló ante nada y ante nadie”.

Sin embargo, gran parte de los hechos y las obras del “agitador de espíritus” son desconocidas o interpretados de forma reduccionista. Y de su obra literaria, por ejemplo, las que más permanecen –las novelas San Manuel Bueno, mártir, Niebla, La tía Tula o los ensayos de El sentimiento trágico de la vida–, hay quien pretende apartarlas de su verdadero objeto, que no es otro que aquello que él mismo asumía: “El problema religioso es lo que me ha preocupado siempre”.

dos dibujos de Miguel de Unamuno

Dos dibujos de Miguel de Unamuno

El mejor homenaje, afirma Miguel Ángel Jaramillo, director del Servicio de Archivos de la Universidad de Salamanca, es intentar comprender a Unamuno.

Puede que Unamuno sea, como sostiene Jacinto Varela Jácome en su ensayo Renovación en la novela en el siglo XX, “la figura más discutida de la literatura española contemporánea, por su carácter, por su inteligencia poderosa, por la efervescencia de su obra. Frente a los más duros calificativos –histrión, extravagante, santo laico, redomado hereje– ha merecido los más cumplidos elogios”.

Discutible o no, lo cierto es que del análisis literario, filosófico y hasta teológico, la figura resultante de Unamuno se proyecta más allá del lugar que ocupa en la historia de la cultura española o de la vigencia contemporánea de su obra novelística. Unamuno creó una obra narrativa amplia y variada que ha sido sometida a interpretaciones dispares.

En ellas, llama la atención la desnudez con que se presentan las historias. “Si exceptuamos Paz en la guerra y San Manuel Bueno, mártir, sus relatos –recuerda Ricardo Senabre– están desprovistos de elementos externos: paisajes, notas sobre el marco en que se sitúan las acciones o descripciones físicas”.

Es una narrativa “que cuenta lo imprescindible y se sirve a menudo del diálogo para transmitir un contenido altamente intelectual”. Un tipo de narrativa que hasta entonces no se había escrito; por eso mismo, las bautizó con cierta ironía como “nívolas”.

Pero más allá de las costuras estilísticas, con esas “nívolas” sucede lo mismo que con toda la obra literaria en su conjunto: “A pesar de su aparente variedad, y que unas sean novelas, otras comentarios, otras ensayos sueltos, otras poesías, no son, si bien te fijas, más que un solo y mismo pensamiento fundamental que va desarrollándose en múltiples formas”, reconoció Unamuno en Soliloquios y conversaciones.

Ese “solo y mismo pensamiento fundamental”, que mana de su impulso filosófico, es, como dejó dicho Rivera de Ventosa, “el misterio de Dios, que se le acercó en su retiro de Alcalá, le envolvió para siempre, sin que llegara ni a la plenitud de la aceptación, ni a la decisión de la repulsa. El misterio de Dios fue para él duda y congoja; suspiro y anhelo”.

¿Por qué Unamuno se ocupa y preocupa, reflexiona y se explica sobre la fe? “Porque es una categoría clave de toda religión y la religión es su preocupación suprema”, afirma el teólogo Martín Gelabert. La religión no es una parte del sistema filosófico o literario de Unamuno, sino “la matriz misma de su filosofar y de su vivir”.

Una religión, por supuesto, entendida a su peculiar manera, llena de idas y venidas al dogma católico. “Más allá, o quizás más acá, de una relación con Dios, lo que de verdad interesa a Unamuno es el encontrar un sentido para la vida; para la vida individual y para la totalidad de la historia y de los hombres y mujeres que en ella viven, luchan, y anhelan seguir viviendo y luchando”. La religión como sueño del hombre todavía no realizado plenamente.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.785 de Vida Nueva.

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