‘Nader y Simin, una separación’: juicios y culpas

Crítica del filme iraní, que acaba de ganar el Globo de Oro a la Película en lengua extranjera

J. L. CELADA | En su desesperación, uno de los personajes en litigio de esta historia reivindica la honorabilidad de los suyos mientras clama frente al juez de turno: “Juro por el Corán que solo somos seres humanos”. Su confesión es un llamamiento a que se haga justicia, pero también a tener clemencia con las miserias de su condición, la de individuos aferrados a la supervivencia a base de mentiras y de traiciones.

Nader y Simin son los protagonistas de la conmovedora producción iraní por la que todos ellos desfilan. Y a este matrimonio, abocado a una separación, debe su título, trance que constituye, además, el punto de partida de una narración magistralmente hilvanada en torno a los afanes de dos familias por salir adelante: una, intentando hacer frente a las penurias económicas; la otra, tratando de sortear una denuncia por agresión; ambas, lidiando con las leyes civiles y religiosas de un país que somete a las mujeres a la voluntad de sus maridos y que pone en cuarentena el futuro de sus jóvenes.

El nuevo trabajo de Asghar Farhadi, sin embargo, traspasa las fronteras de aquella sociedad islámica para plantear cuestiones (y dilemas morales) de alcance universal y compleja resolución. Tantos y tan profundos son estos interrogantes, que el espectador va y viene en busca de un culpable –manteniendo el suspense de las mejores tramas judiciales–, aunque rendido siempre al frágil equilibrio de unas criaturas que –como el padre enfermo o la hija adolescente– exigen un especial cuidado. [Seguir leyendo]

En el nº 2.772 de Vida Nueva.

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