PERFIL: Manuel Monteiro de Castro, recompensa a un nuncio muy experimentado

Manuel Monteiro de Castro y José Luis Rodríguez Zapatero

El portugués será nombrado cardenal en el próximo consistorio

Manuel Monteiro de Castro y José Luis Rodríguez Zapatero

Monteiro de Castro con Rodríguez Zapatero

A. PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | El 1 de marzo de 2000, Manuel Monteiro de Castro sustituyó a monseñor Lajos Kada al frente de la Nunciatura de Madrid y, acostumbrados como estábamos a nuncios italianos, no faltó quien hiciera este comentario un poco desdeñoso: “Después de haber tenido que soportar a un húngaro, ahora nos mandan a un portugués. Algo habremos hecho mal”.

Cuando, nueve años después, el 3 de julio de 2009, Benedicto XVI le nombró secretario de la Congregación de los Obispos, el sentimiento general en la Iglesia española, e incluso en los sectores menos recalcitrantes del Partido Socialista, es que se nos iba un amigo y que a monseñor Monteiro había que reconocerle los servicios que había prestado desde la Avenida Pío XII.

La Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil que le concedió el Gobierno de Rodríguez Zapatero no cubre ni mucho menos esa obligación, pero menos es nada.

Monseñor Monteiro llegaba a Madrid con un bagaje diplomático de toda consideración. Había representado a la Santa Sede en las Antillas anglófonas (Bahamas, Barbados, Belice, Granada, Jamaica, Santa Lucía y Trinidad-Tobago) antes de pasar a Honduras y El Salvador –poco después del asesinato de Ellacuría y compañeros mártires–, y finalmente en Sudáfrica, con las anejas Namibia, Swazilandia, Lesotho y Botswana.

Otros destinos anteriores incluían Vietnam, Australia y Bélgica. Un nuncio, pues, muy experimentado.

Su llegada a Madrid precede por pocos días a la segunda victoria electoral del Partido Popular de José María Aznar. La Conferencia Episcopal estaba presidida entonces por el cardenal Rouco Varela y tenía como vicepresidente al cardenal Carles, arzobispo de Barcelona.

Fueron años de relativa bonanza, aunque en 2002 fue convocado ante el ministro de Asuntos Exteriores para recibir la protesta gubernamental por las opiniones de los obispos vascos sobre la Ley de Partidos. Los problemas aumentaron exponencialmente con la llegada de Rodríguez Zapatero al poder y su cohorte de leyes, a las que se opusieron reciamente los obispos españoles.

En febrero de 2008, cuando la tensión había llegado a uno de sus momentos culmen después de las críticas de los cardenales Rouco y García-Gasco, se produjo el famoso momento de distensión del “caldito” del presidente del Gobierno en la Nunciatura de Madrid.

Llamado a Roma en julio de 2009, trabajó como secretario de la Congregación para los Obispos a las órdenes primero del cardenal Giovanni B. Re y después del cardenal Marc Ouellet. Benedicto XVI le nombró penitenciario mayor de la Iglesia y 24 horas después le elevó al cardenalato.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

 

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