“Hay jóvenes que se sienten superfluos”

movimiento indignados 15-M Puerta del Sol

El Foro Arrupe analiza el impacto y evolución del Movimiento 15-M

movimiento indignados 15-M Puerta del Sol

VIDA NUEVA | A la sombra de las concentraciones en las plazas de Túnez o Egipto durante la llamada primavera árabe de 2011, surgió en España el fenómeno del 15-M, en vísperas de las elecciones municipales de mayo pasado, y que durante semanas ocupó también plazas de decenas de ciudades en toda España.

De aquel movimiento, que tuvo su epicentro en la madrileña Puerta del Sol, formado por un heterogéneo colectivo de jóvenes indignados, formaron parte también grupos cristianos, vinculados a movimientos de Acción Católica, congregaciones religiosas, parroquias… y que hoy siguen luchando para mantener vivo aquel espíritu reivindicativo frente a una situación de crisis que se ceba en los más desfavorecidos.

Con el fin de analizar el Impacto del 15-M y la posible evolución de ese fenómeno, el Foro Arrupe de Madrid, de la mano del jesuita Javier Martínez Cortés, desarrolló el pasado día 10 de enero una interesante sesión, seguida de un intenso debate, de donde se deduce que persiste una cierta polarización en el tema.

Tal vez por ello, Cortés comenzó señalando que para juzgar el 15-M hay que desnudar los hechos de su categoría emocional para centrarse en el fenómeno mismo, que se manifiesta porque existe una demanda social a la que la oferta no responde. “Es la protesta de una generación de jóvenes que se sienten superfluos en un momento que coincide con una fuerte crisis económica y el acelerado desarrollo de los nuevos medios de comunicación”, señaló.

Políticos, no; política, sí

Los integrantes del 15-M no creen en los políticos, pero sí en la política y, de hecho, tras el 15-M, “todos somos políticos porque la sociedad civil actúa como sujeto político”, continuó Cortés.

Durante el animado debate, el ponente subrayó que la sociología solo puede juzgar propensiones sobre un fenómeno porque “el futuro es estocástico” (aleatorio) y pasadas experiencias no sirven como modelos para explicar los hechos, por lo que descartó la comparación con Mayo del 68, que fue un movimiento violento, mientras que el 15-M “no lo es”.

Este punto fue motivo de controversia. Algunos asistentes calificaron la propensión del 15-M a saltarse la ley, tomando la calle y ocupando edificios, como violencia, mientras que Cortés lo calificó como desobediencia civil, señalando que “no se puede pedir a los jóvenes superfluos una obediencia a la ley que no se corresponde con la que practican los políticos”.

Sí hubo coincidencia en afirmar que el 15-M es un movimiento más global de lo que parece y, aunque carece de legitimación política, cada vez tiene mayor legitimación social.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

 

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