Fallece Isabel Garbayo, fundadora de Villa Teresita

LUIS URBEZ | El pasado 7 de diciembre, víspera de la fiesta de la Inmaculada, fallecía en Pamplona, en paz y sin queja, como había vivido, una mujer singular, que pasó haciendo el bien sin alharacas, y de la que teníamos quizás escasa noticia. Isabel Garbayo, fundadora de Villa Teresita, nos dejaba a los 106 años de edad.

Una larga vida, coronada al final por más de una década de enfermedad y aceptada reclusión en su habitación de la casa que las religiosas tienen en la capital navarra.

Allí a todos recibía y para cada uno tenía palabras de ánimo. Tendríamos que decir mejor, y sobre todo, para cada una. Porque la inmensa mayoría de sus visitas eran mujeres marginadas, prostitutas con las que había mantenido una intensa relación hasta que le abandonaron las fuerzas.

En el año 1942, fruto de su particular coraje y de la acción sanadora del Espíritu, nace la primera comunidad de Villa Teresita (no podía olvidar a su santa de cabecera). La casa de acogida ocupa un viejo chalet de la Protección de Menores en el pamplonica barrio de San Juan, por cuyo alquiler pagan 250 pesetas al mes.

El deseo de Isabel es que “las chicas se sientan acogidas con gozo y gratitud por las hermanas que las aman y que miran su entrada en la casa como si fuera un tesoro”.

Hoy, 70 años después del arranque de aquella inspirada aventura, las religiosas de Villa Teresita mantienen abiertas casas de acogida en Madrid, Valencia, Sevilla, Pamplona y Las Palmas de Gran Canaria, y cuentan con la colaboración de más de 250 voluntarios.

Desde los años 40 hasta ahora, el mundo de la prostitución se ha ido haciendo más complejo: droga, sida, inmigración, tráfico de personas, turismo sexual…, lo que obliga a Villa Teresita a mantenerse en un estado de permanente transformación, buscando nuevas formas de acercamiento y de encarnación evangélica en esta oscura orilla de nuestra sociedad.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

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