Brindis mexicano

FRANCISCO M. CARRISCONDO ESQUIVEL | Profesor de la Universidad de Málaga

“México, para la Iglesia hispánica, debería representar lo mismo que para los estudiosos del español. No en vano, es el país hispanohablante con el mayor número de católicos”.

En ocasión de este feliz acontecimiento, la puesta de largo de la edición mexicana de Vida Nueva, quiero saludar a nuestros compañeros de camino al otro lado del charco.

México es un territorio mítico que conmueve. Allí me formé intelectualmente, bajo el magisterio de los transterrados –no exiliados– españoles y sus descendientes en El Colegio de México. Desde entonces lo único que hago es continuar con lo aprendido allí.

Tierra de contrastes, formada por el magma de sus pueblos milenarios, pero también con el poso de los conquistadores y pobladores de antaño, los transterrados y la fusión de todos ellos. En un momento como este, tan crítico y amargo para la sociedad del país, bien merecen que recemos por ellos y les recordemos que no están solos en su lucha.

Nada mejor que el libro del nobel Octavio Paz, El laberinto de la soledad (1950), para entender al ser mexicano, su relación con la muerte y el dolor, manifestada en la religión. Al respecto, México, para la Iglesia hispánica, debería representar lo mismo que para los estudiosos del español. No en vano, es el país hispanohablante con el mayor número de católicos.

Pero esta vastedad se ve acosada por los cultos sincréticos, mezclados con los indígenas, o por las microiglesias que crecen como hongos, muchas veces patrocinadas –como otra forma de conquista– por los movimientos protestantes procedentes del vecino rico, más allá del río Bravo o Grande.

He aquí, pues, uno de los grandes retos a que deben enfrentarse los responsables de Vida Nueva en México.

fcarriscondo@vidanueva.es

En el nº 2.783 de Vida Nueva.

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