El patrimonio bibliográfico religioso de la Biblioteca Nacional

La institución inicia su 300º aniversario con una ambiciosa exposición

libro Beato de Liébana en la Biblioteca Nacional

Beato de Liébana

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Un 29 de diciembre de 1711, Felipe V, el primer Borbón que reinó en España, daba el visto bueno al plan de creación de una Biblioteca Real abierta al público. La idea había partido de su consejero y confesor, el padre Pierre Robinet, siguiendo el modelo de la Bibliothèque du Roi parisina: “Una biblioteca que fuera la piedra angular sobre la que levantar de nuevo un imperio más allá de las armas, de los cañones, de las conquistas”.

El padre Robinet, jesuita y tercer confesor del Rey en España, supo presentarle a Felipe V el proyecto como “una obra que remataría la gloria de su nombre”.

Se abrió al público el 1 de marzo de 1712, aunque no sería hasta 1896 cuando, ya con el nombre de Biblioteca Nacional, se inauguraría el actual edificio del Paseo de Recoletos.

Actualmente, posee unos 23.000 manuscritos, “auténticos tesoros de nuestro patrimonio bibliográfico, muchos de ellos de valor incalculable”, como describe Manuel Sánchez Mariana, y que incluyen una importante colección de libros de horas, códices medievales iluminados, beatos, todos ellos piezas claves del patrimonio cultural español.

Libro de las Horas Beatriz de Vega Biblioteca Nacional

Libro de las Horas, de Beatriz de Vega

“300 años haciendo historia”

Desde su origen, la Biblioteca Nacional reúne manuscritos e incunables fundamentales en el relato de la Iglesia en España y testimonios innegables de su presencia en la vida privada, como la extraordinaria y amplia colección de Libros de Horas desde mediados del siglo XIII a mediados del siglo XVI.

Entre ellos, el de Leonor de la Vega (siglo XV) o el de Carlos VIII, rey de Francia (siglo XV). Estos pueden verse en la exposición 300 años haciendo historia, que en la misma Biblioteca Nacional exhibe su historia, su evolución tecnológica, sus principales colecciones o sus hitos más significativos.

Para el comisario de la muestra, José Manuel Lucía, catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid, el reto ha sido aunar en una sola exposición todo lo que se deseaba: “Queríamos contarlo todo, aprovechar la oportunidad única de celebrar el Tricentenario para acercar al visitante a la historia de la BNE, sus tesoros, sus edificios, su estructura, sus trabajos diarios, sus retos y sus desafíos”.

Pero lo que le queda al visitante son las obras expuestas, apenas un retazo de los más de 28 millones de documentos depositados.

Manuscritos e incunables

Entre ellos se pueden ver el Beato de Liébana conocido como Códice de Fernando I y Doña Sancha (1047); el liber de Iaudibus sanctae crucis, del arzobispo de Maguncia Rabanus Maurus (s. X-XI), el llamado Libro de los Emperadores, de Juan Fernández de Heredia (1308-1396); los Dotzè llibre del Crestià o Tractat de Regiment de prínceps e comunitats, de Fracesc Eiximenis; o las Cantigas de Santa María, de Alfonso X (s. XIII).

La exposición recién inaugurada constituye el pistoletazo de salida del amplio programa de actividades que se han preparado para el Tricentenario, y con las que se quiere dar a conocer la complejidad de esta institución. La Biblioteca no solo tiene millones de libros, también guarda importantes colecciones de grabados, mapas, carteles, revistas, fotografías… en diferentes soportes.

La puesta a disposición de la Biblioteca Digital Hispánica, con 255 manuscritos e incunables sobre Iglesia y Teología, entre los 2.500 tesoros digitalizados que ofrece es solo una muestra de cómo mira la Biblioteca Nacional a los nuevos tiempos. Algo que Robinet jamás habría soñado.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.783 de Vida Nueva. Reportaje completo para suscriptores

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