El retiro

PABLO d’ORS | Sacerdote y escritor

“En nuestra vida habrá algún silencio solo si somos capaces de apartarnos, es decir, de cortar, partir, cerrar la puerta, desaparecer…”.

El silencio interior no es fácil, porque para llegar a él antes hay que saber retirarse. En nuestra vida habrá algún silencio solo si somos capaces de apartarnos, es decir, de cortar, partir, cerrar la puerta, desaparecer… Sin retiro no hay vida interior, es así de sencillo. Interioridad y retiro son sinónimos.

Una vez retirado no hay nada que hacer, eso es lo difícil. No se trata de conquistar eso que, sin conocer su naturaleza, hemos dado en llamar silencio: por nosotros mismos, somos incapaces de silenciarnos. Todo consiste en esperar ese regalo, por si llega; en recibirlo, si es que llega; y en disfrutarlo, si permanece.

No conozco a casi nadie que sepa realmente qué es el silencio. Ni por experiencia ni en teoría. Pero puedo decir que a medida que pasa el tiempo, más valoro el silencio y menos la palabra. Porque con la palabra a nuestra disposición, no es difícil que queramos seducir o, incluso, que seduzcamos aun sin quererlo.

Es esta seducción –voluntaria o no, estoy convencido– la que nos pierde. No nos quedamos entonces en la palabra misma, sino en sus efectos: en las almas que puede tocar, en los pecadores a los que puede convertir, en los que la leerán o escucharán y, admirados y agradecidos, aplaudirán a su autor.

La palabra es, por eso, infinitamente más peligrosa que el silencio, que es discreto por naturaleza. Mediante el silencio no es posible manipular a nadie. Con el silencio es imposible manejar la realidad; la realidad, con el silencio, queda ahí, virgen y misteriosa. El silencio es, por ello, la forma más sublime de respeto existencial..

En el nº 2.780 de Vida Nueva.

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