Editorial

Voluntariado cristiano, testimonio para el mundo

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EDITORIAL VIDA NUEVA | El 5 de diciembre se celebra el Día Internacional del Voluntariado, una actividad socialmente muy bien valorada y que en España, aunque con índices inferiores a los de la media de la Unión Europea, ha conocido un sensible auge en los últimos años.

Según datos del Observatorio de la Plataforma del Voluntariado, más de cuatro millones de españoles dedican una parte de su tiempo a desarrollar actividades de interés público de forma altruista. Distribuidos en 22.700 entidades no lucrativas de acción social –que cuentan con unos 284.000 asalariados para labores de gestión y administración–, la tarea que desempeñan equivale a 380.000 empleos, lo que supone un ahorro para las administraciones públicas de entre 7.500 y 10.800 millones de euros.

Aunque también es cierto que, a la sombra de este florecimiento de la conciencia cívica, han aparecido algunas organizaciones más pendientes de bucear en las subvenciones públicas que de llevar a buen puerto los planes de desarrollo en los que se habían embarcado. A buen seguro que la crisis en la que estamos sumidos servirá de purificación para esas excepciones que han jugado con la buena voluntad de muchos para servir únicamente a sus propios intereses. No obstante, habrá que estar igualmente atentos para que las administraciones públicas, parapetadas en ese mantra que es el de los recortes sociales, no caigan en la tentación del tijeretazo inmisericorde.

Desde que estalló la crisis en el año 2008,
el número de voluntarios llegados a Cáritas
ha aumentado en unas cinco mil personas.

Antes, mucho antes de que los especialistas repararan en el fenómeno del voluntariado, de sus causas, métodos, perfiles y variables, las comunidades cristianas, siguiendo el mandato evangélico, eran un hervidero de fraternidad, de gestos teñidos de amor al prójimo y de compasión por su dolor. La historia de la Iglesia es rica en ejemplos de voluntades que, en ocasiones a contracorriente, pusieron en el servicio incondicional a los más débiles todos sus talentos. De aquellas intuiciones regadas con el mensaje vivificante del Evangelio, nacieron escuelas, hospitales, asilos y hasta empresas que buscaban hacer un poco más digna la existencia de quienes estaban olvidados de todas las demás instancias. Y hoy siguen, sin alharacas, al pie del cañón.

Como es el caso de Cáritas, institución eclesial de referencia, la mejor tarjeta de presentación de la Iglesia samaritana en España en unos tiempos tan descarnados como los que estamos viviendo.

Su labor para paliar los desmanes de una crisis que marcará un antes y un después está a la vista de todos, y por todos es reconocida. Pero de lo que más orgullosos se sienten en esta institución no es de lo bien que gestionan la escasez, sino del incremento en el número de personas que están llamando a su puerta para echar una mano en lo que sea.

Desde que estalló la crisis en 2008, ha aumentado el número de voluntarios en unas 5.000 personas, que han dado un paso más para vivir de esta manera la identidad cristiana en su entorno. La fe les ha llevado a un voluntariado entendido como fórmula para profundizar en la condición de discípulos y, a la vez, situarse de manera crítica en diálogo con el mundo, ese lugar en el que la Iglesia ha de estar siempre, también para servirlo.

En el nº 2.779 de Vida Nueva – Del 3 al 9 de diciembre.

 

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