Octavio Ruiz Arenas: “La Iglesia tiene que dar cabida a todos”

Octavio Ruiz Arenas secretario Pontificio Consejo Nueva Evangelizacion

Secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización

Octavio Ruiz Arenas secretario Pontificio Consejo Nueva Evangelizacion

Texto y fotos: DARIO MENOR | El arzobispo colombiano Octavio Ruiz Arenas, exvicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina, es el secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. A menos de un año del Sínodo de los obispos sobre esta cuestión, intenta ofrecer las claves sobre cómo hacer llegar el Evangelio a los católicos que se han olvidado de él. [Siga aquí si no es suscriptor]

– ¿Qué es la Nueva Evangelización?

– Esa es la pregunta del millón. El Papa ha convocado un Sínodo sobre este tema en 2012 para conocer la problemática general y cuáles son los desafíos que se presentan a la Iglesia a la hora de divulgar el Evangelio. La definición se está construyendo. Hay que partir de un principio: la evangelización es siempre la misma. Cuando se habla de Nueva Evangelización, no significa que el mensaje sea distinto. Se refiere, más que nada, a la actitud y a la preocupación a la que se quiere responder. No es tanto la búsqueda de nuevas herramientas y nuevos métodos como la actitud con la que la Iglesia debe anunciar el Evangelio. Tiene que tener un ímpetu misionero que salga al encuentro del que se ha alejado, anunciando con gozo aquello que está en el corazón del cristiano. La Nueva Evangelización es la búsqueda de un modo con el que el Evangelio tenga algo que decir al mundo de hoy.

“Tenemos que ver cómo responder con el Evangelio
para que llegue al corazón de la gente.
Reconocemos que ha habido un cierto
descuido en la vida pastoral”.

– ¿El hecho de que sea necesario crear este dicasterio demuestra el fracaso de la evangelización en buena parte de los países occidentales?

Octavio Ruiz Arenas secretario Pontificio Consejo Nueva Evangelizacion– No creo que podamos hablar de un fracaso, sino del cambio en el que está el mundo actualmente, en el que surgen nuevas culturas, hay un influjo de la secularización, de la presencia misma de una actitud de indiferencia, de individualismo. La fe no es ajena a esa realidad. Cuando hablamos de Nueva Evangelización no nos estamos refiriendo a que haya habido una mala evangelización, sino que el mundo ha caminado a una velocidad tal que se ha fraccionado todo. Estamos viviendo una época de secularismo en la que se quiere vivir como si Dios no existiera y como si la Iglesia no tuviera validez dentro de la sociedad. Frente a esta situación, tenemos que ver cómo responder con el Evangelio para que llegue al corazón de la gente. Reconocemos que ha habido un cierto descuido en la vida pastoral. Nos quedamos solo acompañando a las pequeñas comunidades que seguían a la Iglesia y se nos olvidó que había mucha gente que estaba fuera.

– ¿Es reversible el proceso de descristianización con la Nueva Evangelización?

– La Iglesia ha vivido a lo largo de la historia muchos momentos de crisis, en los que se pensó que estaba perdiendo su esencia. Esos momentos ayudaron al nacimiento de congregaciones religiosas, que le dieron un nuevo aire a la Iglesia, volviendo a la pureza del Evangelio, centrándose en la esencia misma de la misión de la la Iglesia. Por eso no podemos ver con pesimismo la situación de hoy, sino como un gran desafío al que hay que responder. Si estamos convencidos de que Cristo es la respuesta fundamental a nuestra existencia, que da sentido a todo, lógicamente debemos ser conscientes de que es una realidad que tenemos que anunciar y hacerlo con gozo.

– ¿Es un problema de lenguaje, de cómo se comunica el mensaje, o de actitud, de análisis de la sociedad, de credibilidad?

– Es un poco todo. Lo importante es el cambio que debe tener la Iglesia en sí misma. Hay que tender la mano y abrir las puertas. Debemos dar cabida a todos en la Iglesia en el cumplimiento de su misión, sabiendo que los laicos son indispensables en esta tarea y que tenemos que formarlos y darles su propia responsabilidad. Los sacerdotes y los demás agentes de pastoral deben evangelizar con un corazón nuevo. La Iglesia busca un renovado espíritu misionero. Estamos tratando de salir al encuentro de una sociedad que es muy plural, con muchas culturas y creencias.

Octavio Ruiz Arenas secretario Pontificio Consejo Nueva Evangelizacion– ¿Qué papel debe tener la comunicación en la Nueva Evangelización?

– Tenemos que seguir utilizando las herramientas del pasado, como la catequesis, la predicación y la utilización del Catecismo de la Iglesia católica, pero no podemos convertirnos en analfabetos digitales. Estamos en una sociedad digital en la que hay una comunicación permanente. Si la Iglesia no entra en ese mundo, nos quedaremos atrasados. Hay que responder con las mismas herramientas. Es cierto que falta todavía para que la Iglesia tome conciencia clara de que, si queremos anunciar el Evangelio, debemos ir a esos ámbitos y ambientes donde está la gente, como el mundo digital. Al igual que se aprenden las distintas lenguas para la comunicación entre los pueblos, tenemos que aprender también el manejo de estas herramientas digitales para que se conviertan precisamente en un elemento evangelizador.

Los laicos, fundamentales

– ¿Cuál debe ser el papel de los laicos en este campo?

– Los laicos juegan un papel fundamental. Hay una multitud enorme de laicos deseosos de cumplir esta misión en la Iglesia. Los pastores debemos ayudarles a descubrir su vocación, colaborar con su formación y, al mismo tiempo, tener la apertura de ánimo para que puedan actuar en la pastoral no como simples acólitos o ayudantes, sino sabiendo que ellos, cada uno en sus circunstancias, deben ser comunicadores del Evangelio, auténticos misioneros.

– ¿Qué espera del Sínodo?

– Nos permitirá un conocimiento amplio de la realidad del mundo de hoy y de cuáles son los puntos concretos a los que debemos tratar de responder. Al mismo tiempo, ofrecerá la oportunidad de conocer las múltiples experiencias de Nueva Evangelización que se están dando. Esta no es una tarea que nace ahora; la Iglesia lleva treinta años trabajando en ella, desde que Juan Pablo II lanzó la idea. El continente que quizás más ha avanzado en ella es América Latina. Desde que Juan Pablo II habló de ella en Haití, comenzaron a surgir nuevas experiencias. Hay algunas que interesan incluso a varias conferencias episcopales. Ahora, sobre todo a partir de Aparecida, el modo en que se está expresando la Nueva Evangelización es con la puesta en marcha de la llamada Misión Continental, un proceso evangelizador con un espíritu misionero de gran apertura, con gran participación de los laicos. Muchas diócesis han centrado su actividad en estos primeros años en la formación del laicado. Hay diócesis con 10.000 o 12.000 laicos preparándose para lanzarse a una misión prácticamente casa a casa. Las experiencias son múltiples.

“El momento actual de crisis económica
genera un pesimismo en muchos,
pero puede ser una ocasión
maravillosa para volver a lanzar el Evangelio”.

– ¿Por qué todo esto ha prendido tanto en América Latina?

– Tiene una ventaja: la existencia del Consejo Episcopal Latinoamericano [CELAM], único en su género. Hay una coordinación permanente. Llevamos un camino bastante adelantado en la Nueva Evangelización. Cuando se ideó este dicasterio, al principio se pensó que sería solo para responder al problema europeo, pero luego se vio que era un llamamiento a toda la Iglesia y que, en ella, América Latina tenía que estar muy presente. En mi tierra, muchos cristianos no se han olvidado de Dios, pero lo buscan en otras comunidades religiosas. La Nueva Evangelización trata de responder a este problema. En Europa, la pregunta es: ¿por qué los católicos olvidaron a Dios?

– ¿Ofrece la crisis económica una oportunidad para redescubrirlo?

– El momento actual genera un pesimismo en muchos, pero puede ser una ocasión maravillosa para volver a lanzar el Evangelio, hacer ver a la gente que sin Dios el mundo se nos desbarata, porque se acaba el sentido de bondad y de la solidaridad. Hay tantas personas que están sufriendo, buscan una respuesta al sentido de su vida y no lo encuentran. Hay sed de Dios; el problema es cómo llegar a estas personas. El dicasterio y el Sínodo nos darán pistas para que sepamos cómo actuar.

En el nº 2.779 de Vida Nueva.

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