Diez claves de espiritualidad en la acción caritativa y social

dos personas se dan la mano

Seguidores de Cristo, ungidos para el servicio

dos personas se dan la mano

VICENTE ALTABA GARGALLO, delegado episcopal de Cáritas Española | La acción caritativa y social de la Iglesia y de cuantos en ella trabajamos al servicio de los pobres, no se sostiene en sí misma y por sí misma. Su fuerza, fundamento y originalidad radican en la espiritualidad que la anima. Pero, ¿qué queremos decir cuando hablamos de espiritualidad?

Espiritualidad viene de espíritu, y hablar de espíritu –en castellano– es hablar de ánimo, aliento, valor, energía, fuerza. Según esto, hablar de espiritualidad en la acción caritativa y social es hablar de lo que anima, alienta, da fuerza y energía a nuestra acción caritativa y social.

Pero espiritualidad en sentido cristiano significa algo más. La espiritualidad cristiana viene del Espíritu, con mayúscula, pues, cristianamente hablando, no puede haber más espiritualidad que la que viene del Espíritu Santo. En este sentido, hablar de espiritualidad significa reconocer que el Espíritu es el que nos mueve a amar a los hermanos y el que nos anima, alienta, orienta y da fuerza en el servicio del amor, en el servicio de la caridad.

Como decimos en Cáritas, hay ejercicio organizado de la caridad porque hay pobres y porque hemos sido ungidos por el Espíritu para dar la Buena Noticia a los pobres. “El mismo Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio a los pobres conduce a sus discípulos hacia la misión de continuar la obra salvadora entre los más abandonados”.

Desde este punto de partida, nos planteamos qué aporta la espiritualidad cristiana a nuestra acción caritativa y social y, más concretamente, cuáles son esas características básicas que nos ofrece la espiritualidad cristiana y que se traducen en motivaciones, actitudes, estilo y sentido de todo lo que hacemos. Las sintetizamos en diez.

  • 1. Espiritualidad trinitaria que hunde sus raíces en la entraña amorosa de nuestro Dios.
  • 2. Espiritualidad histórica de ojos y oídos abiertos a la realidad de los pobres.
  • 3. Espiritualidad encarnada que hace de la persona el centro de la acción caritativa y social.
  • 4. Espiritualidad transformadora que nos sitúa al lado de los pobres y contra las causas de la pobreza.
  • 5. Espiritualidad de la ternura que nos hace apreciar lo débil y pequeño.
  • 6. Espiritualidad de la gracia que nos hace vivir nuestro servicio como vocación y como don.
  • 7. Espiritualidad de comunión para acoger al otro como un regalo y promover su participación.
  • 8. Espiritualidad de discernimiento para optar a la luz del Evangelio.
  • 9. Espiritualidad pascual que nos aporta fortaleza y esperanza.
  • 10. Espiritualidad eucarística, alimentada y celebrada en el sacramento de la Eucaristía.

Pobres para servir a los pobres

El Espíritu nos llama hoy, como a Jesús en el desierto, a vivir la pobreza evangélica en nuestro servicio a los pobres. La pobreza es un mal, y conviene recordar que lo que hay detrás de muchas pobrezas es la idolatría de esta sociedad rendida al dios dinero, al dios bienestar, al dios del poder y la riqueza. En una sociedad así, servir a los pobres es ser iconoclasta, destruir esos ídolos de muerte para dar paso al Dios de la fraternidad y de la vida.

Lo que hay detrás de muchas pobrezas
es la idolatría de esta sociedad rendida al dios dinero,
al dios bienestar, al dios del poder y la riqueza.
En una sociedad así, servir a los pobres es ser
iconoclasta, dar paso al Dios de la fraternidad y la vida.

Solo podrá optar por los pobres –sin instrumentalizarlos– quien conciba todo lo que es y tiene como entrega y servicio, quien viva abierto a los hermanos y en ellos a Dios, quien viva desprendido de lujos y consumos innecesarios, quien no sea esclavo de ambiciones de tener y de poder.

En este sentido, solo se puede servir a los pobres desde la pobreza evangélica, desde la confianza en la fuerza liberadora y salvadora del Espíritu. A continuación, explicamos detenidamente cada uno de los puntos de este decálogo…

Pliego íntegro, publicado en el nº 2.812 de Vida Nueva. Agosto de 2012

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir