Las reformas, según la inspiración evangélica

protesta del sector sanitario medicos

monja da ayuda y comida a un pobre

JOSÉ LUIS PALACIOS | Los cristianos están llamados a contribuir desde su identidad y sus valores a la búsqueda de soluciones más humanas a la situación actual. Para el catedrático Xabier Etxeberría, una primera aportación sería “una apuesta decidida por la justicia social, plasmada en una adecuada redistribución de bienes y recursos, uniéndose a todos aquellos que desde el punto de vista secular apuesten por ello”.

Pero también propone “una apuesta decidida por la solidaridad que se expresa en la opción preferencial por los empobrecidos, asumiendo sus cargas como nuestras, viendo en ello la mediación más auténtica de la realización de la justicia en todos”.

Victoria Camps, quien considera “que la defensa del Estado del bienestar y la protección social no son exclusivos del cristianismo”, cree que ha llegado el momento de decidir las necesidades que hay que preservar: la sanidad, la educación, las pensiones, la seguridad social. “Son bienes básicos y están en la carta de derechos fundamentales; otras cosas, no”.pareja joven en oficina inem

Para el economista Enrique Lluch, urge “premiar el esfuerzo y penalizar a quien no se esfuerce. Habrá que dar ayudas a quienes no tienen posibilidades, pero si hacen un mal uso de ellas, deberían perderlas”. No se trata tanto de ensalzar el éxito, como de “evitar que la ayuda social perpetúe la dependencia de quien la recibe”.

En su opinión, “no podemos tener un Estado paternalista en el que no se potencie que la gente se desarrolle como persona y utilice su libertad para crecer y aportar su parte a la sociedad”. Eso sí, matiza que “el mercado deja gente detrás y a esa gente hay que seguir ayudándola”.

En material laboral, Lluch apuesta por flexibilizar el salario, “no necesariamente en función de la productividad, sino para que, cuando una empresa gane, ganen los trabajadores, y al revés. Así, los ajustes se harían por salarios y no por empleo, de modo que, cuando la cosa va mal, la gente no se quedaría sin empleo, sino que tendría menos ingresos”. Su propuesta resultaría más equitativa: “Los beneficios no irían a unos pocos, sino también a los que han aportado en la mejora de la empresa”.

“Desde el punto de vista del gasto,
hay que proteger más a los más débiles;
desde el punto de vista de los ingresos,
hay que gravar más a los que más tienen”.
Pedro José Gómez Serrano.

La imperiosa urgencia de combatir la pobreza, según Lluch, pasa por “el enfoque de la privación, es decir, priorizar al que menos tiene, mejorar al que menos tiene y no a la media, que es lo que hacemos ahora”.

El autor de Nos sobran los motivos. Invitación al cristianismo (PPC), Pedro José Gómez Serrano, asegura que, teniendo en cuenta las exigencias evangélicas, “desde el punto de vista del gasto, hay que proteger más a los más débiles; desde el punto de vista de los ingresos, hay que gravar más a los que más tienen. En el empleo, falta creatividad, hay que ver cómo se redistribuye el empleo con un desempleo tan alto y que va durar tanto, cómo se flexibiliza, cómo compartir trabajo, las jornadas, tomar excedencias… lo que supone que los trabajadores deben asumir que más vale trabajar todos y perder ingresos que sostener sobre sus espaldas la carga de la economía y de la protección social”.protesta del sector sanitario medicos

Al tiempo, advierte que “no se puede facilitar que haya empresas y sectores que se aprovechen de la crisis, que tengan beneficios extraordinarios y estrujen a los trabajadores. El reparto tiene que ser justo y proteger a los más débiles, como siempre ha dicho el magisterio social de la Iglesia. Entre el trabajo y el capital, hay que cuidar el trabajo. En los ajustes económicos y empresariales, hay que evitar abusos, cuando las condiciones de ciertas empresas no son de crisis”.

Aunque la urgencias propias a veces nos cieguen, Etxeberría apunta que, “desde la universalidad de lo cristiano”, es necesario aplicar una mirada global, no solo occidental, a la crisis, para incluir “la desmesurada subida del precio de los alimentos básicos en todos esos sectores del Sur”.

Por último, advierte, dirigiéndose a los miembros de la Iglesia, que “deberíamos aceptar el reto que nos propone Jesús: o Dios o el dinero”. La comunidad cristiana está llamada, en su opinión, a defender “el ideal de sobriedad desapegada y solidaria frente al ídolo del dinero”.

Dado que el programa de los seguidores de Jesús se encuentra en las Bienaventuranzas, “no en la acumulación de bienes”, termina preguntándose: “¿Puede significar esto, en el aquí y ahora de esta crisis, apostar por el horizonte del ‘decrecimiento’? ¿No es este el revulsivo mayor a un sistema que necesita crecer constantemente, con su imponente coste ecológico, hasta entramparse en el crecimiento?”.

En el nº 2.777 de Vida Nueva.

 

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