Enseñanza pública

CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“No sé por qué molestos equívocos, se repite lo de escuela pública y escuela privada, como si fueran una contradicción. Cuando en realidad es una más que buena ayuda…”.

¡Escuela pública! Pues no faltaría más. Es una de las primeras obligaciones del Estado, que ha de procurar una buena formación a sus ciudadanos. Y aprovechando todos los recursos que pueda tener para lograrlo. Pero, no sé por qué molestos equívocos, se repite lo de escuela pública y escuela privada, como si fueran una contradicción. Cuando en realidad es una más que buena ayuda, lo de la escuela privada, para que el Estado pueda llevar a cabo sus responsabilidades en materia educativa.

Tampoco se sabe por qué a la enseñanza concertada se la mete en el capítulo de la enseñanza privada. Está subvencionada con dinero público y gestionada por una titularidad particular, pero nada más. Es una iniciativa social, y muy beneficiosa, y que no solamente debe reconocerse, sino apoyarla, pues hablando nada más que en términos económicos, son muchos los millones de euros que la enseñanza llamada concertada está ahorrando al erario del Estado. Aparte de la importancia social de una enseñanza a las que todas las clases sociales puedan tener acceso.

Más que promover enfrentamientos absurdos,
trabajemos unidos por la enseñanza,
desde sectores distintos de iniciativa social.

La enseñanza es un tema tan importante, desde muchos puntos de vista, que cuantos más se interesen por ella, tanto mejor será para todos. Más que promover enfrentamientos absurdos, trabajemos unidos por la enseñanza, desde sectores distintos de iniciativa social, en aquello que constituye el fundamento de una sociedad verdaderamente asentada en los sólidos cimientos de una de formación completa.

Por otra parte, los programas educativos que se imparten en la escuela concertada son los mismos que en la enseñanza pública. Aunque no siempre los encargados de hacer programas y textos tienen en cuenta los convencimientos y los valores humanos, históricos, culturales y religiosos que puedan tener unas personas a las que hay que respetar en sus derechos a tener una formación completa. Lo cual no sería posible sin dejar la libertad suficiente para que los alumnos recibieran la educación que ellos o sus padres solicitan.

Suele ponerse a la enseñanza concertada poco menos que como un competidor que se lleva los dineros que corresponden a la enseñanza pública. Cuando es, precisamente, al contrario, pues tanto la enseñanza concertada como la conocida como privada son una ayuda, y no solo económica, a la política de formación y enseñanza de los ciudadanos.

El tema de la enseñanza suele ser aprovechado, con mucha más frecuencia de la que sería de desear, por movimientos interesados, no tanto en conseguir una escuela de verdadera calidad para todos, sino para realizar una especie de política en la que parece que todavía no se ha olvidado lo del enfrentamiento entre unas clases sociales que, en muchos aspectos, son inexistentes. Una escuela abierta y para todos, no solo para los alumnos y profesores, sino también por aquellas iniciativas privadas que quieren contribuir a mejorar la educación de las personas en todos los aspectos.

Decía el papa Benedicto XVI: “Exhorto a todos los Gobiernos a promover sistemas educativos que respeten el derecho primordial de las familias a decidir la educación de sus hijos, inspirándose en el principio de subsidiariedad, esencial para organizar una sociedad justa” (Discurso al Cuerpo Diplomático, 10-1-2011).

En el nº 2.777 de Vida Nueva.

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