Vicente Jiménez: “Las críticas a la Vida Consagrada muestran un desconocimiento de su naturaleza”

Vicente Jimenez obispo Santander presidente Comision VR

Obispo de Santander y presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada

Vicente Jimenez obispo Santander presidente Comision VR

JUAN RUBIO. Fotos: SE QUINTANA | En las últimas elecciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE), los obispos eligieron de forma un tanto sorpresiva al actual obispo de Santander, Vicente Jiménez, para ocupar el cargo de presidente de una comisión importante, la dedicada a la Vida Consagrada. Ha pasado el tiempo y se va haciendo ya con una realidad bastante rica y plural en nuestra Iglesia. La próxima semana (15-17 de noviembre) estará ocupado con la Asamblea General de CONFER, la primera vez que acude con su nueva responsabilidad. Y lo hace con esperanza y mucha confianza en el equipo directivo, con quien ya ha mantenido diversas reuniones.

-¿Qué impresiones tiene de la Vida Consagrada en España en estos meses en el cargo?

– Mis primeras impresiones sobre la vida de los religiosos en España después de estos meses en el cargo son positivas. Percibo, en general, que los religiosos y consagrados en España, en la variedad de familias y carismas, tratan de ser fieles a la vocación recibida, caminan desde Cristo, con gratitud a Dios y docilidad al Espíritu Santo, queriendo responder a los retos que interpelan hoy a la Vida Consagrada. Es verdad que varias congregaciones e institutos están pasando por momentos duros y difíciles a causa del envejecimiento de sus miembros, del “invierno vocacional” e, incluso, de la secularización interna y del enfriamiento del fervor primero de algunos de sus miembros.Vicente Jiménez obispo Santander presidente Comisión Vida Consagrada

Pero mirada en su conjunto, la Vida Consagrada en España goza de buena salud y, a pesar de sus deficiencias, que también tenemos los sacerdotes, es una bendición de Dios para la vida de la Iglesia y para la misma sociedad. Es un fallo de perspectiva confundir la parte con el todo.

Verdad y caridad

– En estos momentos abundan las críticas, por parte de un sector de la jerarquía y de otras instituciones eclesiales, a la Vida Consagrada…

– La crítica es buena si se hace desde la verdad y desde la caridad. Todos –también los obispos– tenemos que estar abiertos para aceptar la corrección fraterna, si es fundada y responde a la realidad. No obstante, sucede que hay grupos y personas que ponen el énfasis en mirar las sombras más que las luces; si hay sombras es porque hay luz. En los últimos años no todo ha sido un camino de fidelidad y renovación. Pero la Vida Consagrada está viva gracias a la misericordia de Dios, que es mayor que nuestras miserias. Es el contrapunto de la santidad y del pecado: lo primero, debe llevar a la acción de gracias a Dios; lo segundo, a la conversión y purificación.

“La tarea de la reorganización es ardua y difícil,
porque requiere una nueva mentalidad
y también gran disponibilidad espiritual”.

– ¿Cómo ve hoy a la Vida Religiosa en España?

– A la luz de la fe y no solamente con mirada sociológica, el momento actual de la Vida Religiosa es providencial y es amado por Dios. La Vida Consagrada vive, como la Iglesia, “entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios”, como decía san Agustín. En las últimas décadas, el envejecimiento de los miembros de vida consagrada, junto con la escasez de vocaciones, están provocando situaciones nuevas. En España, muchos institutos sienten la necesidad de reorganizar sus presencias y abandonar algunos campos de apostolado. Este problema se agudiza en la vida monástica femenina, que lleva a la supresión, fusión y unión de monasterios. Los religiosos están viviendo una época de cambio: el tránsito de un pasado glorioso y fuerte en número de consagrados y de presencias en varios campos a un presente con menor número de miembros y con presencias más selectivas. La tarea de la reorganización es ardua y difícil, porque requiere una nueva mentalidad y también gran disponibilidad espiritual.

El reto mayor que veo en la Vida Consagrada en España es la espiritualidad y la fidelidad a la naturaleza de la Vida Religiosa y al carisma de la propia congregación. Vivir la belleza de la vocación y consagración a Dios, la fuerza de la comunión eclesial y el ardor de la misión. Ser signos creíbles en la Iglesia y en el mundo de la dimensión profética y escatológica de la Vida Consagrada. Esta, en España, a pesar de las deficiencias, está entrando hoy por los caminos de un espíritu más evangélico, más eclesial y más apostólico. Pero no podemos dejar de reconocer que la cultura secularizada de nuestro tiempo ha penetrado también en la mente y en el corazón de no pocos consagrados, que ceden a la tentación de la mediocridad, el aburguesamiento y la mentalidad secularizadora de este mundo.Vicente Jimenez obispo Santander Juan Rubio director Vida Nueva

Críticas y alabanzas

– Pero las críticas arrecian desde varios flancos…

– Recibe críticas, pero también recibe muchas alabanzas. La Vida Religiosa es uno de los lugares más sensibles de la Iglesia. Por eso participamos todos de sus alegrías y sufrimientos, de sus proyectos e incertidumbres, de sus crecimientos y disminuciones, de sus pruebas y purificaciones. Últimamente se oyen y escriben juicios duros y no siempre fundados sobre la situación de la Vida Religiosa. Quizá porque se desconoce el origen y la naturaleza de la Vida Consagrada o porque se confunden los cambios externos con la renovación profunda.

“Cuando se dan tensiones, hay que pasar
de la desconfianza y la prevención
al afecto mutuo y a la corrección fraterna.
La comunión exige la certeza de un amor recíproco”.

– También se ha asistido a ciertas tensiones entre obispos y religiosos…

– Las relaciones mutuas entre los obispos y los religiosos son buenas. No niego que en algunos momentos haya tensiones, inherentes a la misma vida humana. El camino correcto para superar los problemas de comunión es el diálogo desde la verdad y la caridad, y con una escucha cada vez más atenta y disponible al Espíritu Santo, fuente de todos los dones de la Iglesia. El diálogo no atenúa ni oscurece la autoridad y la responsabilidad del obispo respecto a la vida espiritual, litúrgica, catequética y caritativa en su Iglesia particular.

Cuando se dan tensiones, hay que pasar de la desconfianza y la prevención al afecto mutuo y a la corrección fraterna. La comunión exige la certeza de un amor recíproco, de una apertura al otro, de una caridad capaz de hacernos olvidar de nosotros mismos para acoger a los otros en la comunión de la Iglesia. Es el camino del Evangelio.

En el nº 2.776 de Vida Nueva (entrevista íntegra para suscriptores).

 

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