Somalia, donde un fusil es más barato que alimentarse

tráfico de armas Cuerno de África

CONFER, Justicia y Paz y la Red África-Europa denuncian el tráfico de armas en el Cuerno de África

tráfico de armas Cuerno de África

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO | En Somalia, la gente se muere de hambre porque allí no llueve y, además, los somalíes son gente violenta que viven siempre en guerra y que, como si no tuvieran bastante con matarse entre ellos, se dedican a la piratería y a secuestrar a gente de otros países. Quizás no sea exagerado afirmar que esta es la idea que el español medio tiene de lo que se cuece en el Cuerno de África. Pero, como dijo en una ocasión el fotografo español José Cendón, “en Somalia nada es lo que parece”. [Siga aquí si no es suscriptor]

Para desmontar esta imagen bastan un par de preguntas: ¿cómo es posible que en un lugar donde decenas de miles de personas han muerto de inanición abunden las armas, hasta el punto de que sea más barato adquirir un fusil que alimentarse todos los días? ¿Y cómo puede eso ocurrir en un país sujeto a embargos de armas por parte de Naciones Unidas desde 1992?

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Estas y otras cuestiones se abordan en un reciente informe de CONFER, Justicia y Paz y la Red África-Europa Fe y Justicia. El documento abunda en datos sobre cómo se gestó el conflicto de Somalia analizando su historia reciente, ofrece estadísticas aterradoras –un 116 por mil de mortalidad infantil o una tasa de escolarizacion del 24%– y critica las políticas de la comunidad internacional, que, según las tres organizaciones católicas, ha estado más interesada en defender sus intereses económicos que en sentar las bases para una verdadera paz y un desarrollo de la población.

“Las soluciones propuestas responden a un interés de seguridad económica: envío de buques armados que defienden a los barcos y rutas internacionales, el pago del coste del entrenamiento de las tropas de AMISOM (para mantener en el poder al Gobierno Federal de Transición) y el establecimiento de medidas como una legislación internacional contra la piratería y de los lugares donde poder juzgar y encarcelar a los piratas”, afirma al inicio.

Sobre la piratería, se insiste en que es una realidad con muchas caras ocultas: “Hay que constatar cómo las costas somalíes fueron, antes que nada, lugar idóneo para las potencias occidentales (especialmente Italia) para deshacerse de sus propios residuos tóxicos y, por otra parte, para proveerse de la pesca existente allí en abundancia. La pregunta que nos hacemos es (…) quiénes han sido y siguen siendo, en un principio, los verdaderos piratas, cosa que las potencias occidentales nunca reconocerán o pasarán siempre por alto”.

A las potencias internacionales,
la situación real de la población civil les importa poco
y solo de modo indirecto
en función de sus intereses comerciales.

El informe coincide en este punto con el libro de Miguel Salvatierra, El próspero negocio de la piratería en África, en el que corrobora este saqueo con un dato curioso: el único país al que la piratería somalí ha beneficiado es Kenia, pues el peligro ha alejado de sus costas a barcos atuneros, dejando sus caladeros para uso de los pescadores locales.

Que a la comunidad internacional le ha interesado más lo que pasaba en el mar que la tragedia que se desarrollaba en tierra firme se explica por el hecho de que por el estrecho de Bab al Mandab pasa un 12% del comercio marítimo y un 30% del crudo mundial. “De ahí la implicación de todas las potencias, occidentales y orientales, en asegurar el paso de sus mercancías y la relevancia que adquiere, para estas potencias, la situación de inestabilidad política de los países de la zona. La situación real de la población civil (pobreza, hambre, analfabetismo, salud, etc.) importa poco y solo de modo indirecto en función de los intereses comerciales”, se afirma.

Flujo imparable de armas

Pero el documento se centra en el tráfico de armas en Somalia, país que sigue recibiendo flujos de armamento violando el embargo. Eritrea, en especial, es acusada por Naciones Unidas de haber estado suministrando armas y otra asistencia a los islamistas de Al Shabaab –según EE.UU., ligados a Al Qaeda–, que luchan contra el frágil Gobierno de transición. Casi todo este flujo se realiza a través de Yemen, país a donde el armamento llega gracias a intermediarios comerciales por el Golfo de Aden.

tráfico de armas Cuerno de ÁfricaEl apoyo de Eritrea a los islamistas se explica por su hostilidad hacia Etiopía, de la que se independizó en 1991 y con la que mantuvo una guerra de 1998 a 2000 que costó más de 100.000 vidas. Eritrea es un Estado fuertemente militarizado, con un ejército de al menos 500.000 soldados (el 10% de la población). Su material bélico lo obtiene sobre todo de China.

En 2006, EE.UU. empleó a miles de tropas etíopes para derrocar al Gobierno de las Cortes Islámicas, que habían instaurado una cierta estabilidad en Somalia. Lo consiguieron con apoyo aéreo norteamericano. Desde entonces, el Gobierno que ha existido en el país se mantiene gracias a las tropas ugandesas y burundesas de la Unión Africana.

Este frágil Gobierno ya habría caído de no ser por la asistencia militar de este contingente y de EE.UU. y la Unión Europea. El documento denuncia que “el embargo de armas no se aplica sobre los actores armados institucionales, que reciben armas y asistencia militar desde países como EE.UU., Etiopía, Uganda y Yemen”. Sin embargo, “los grupos armados de oposición han dicho que obtienen armas, municiones y equipo de las fuerzas del Gobierno Federal de Transición y de las milicias afiliadas a este, ya bien capturándoselas en el campo de batalla o comprándoselas”.

Una fuente diplomática anónima de Kampala señala que “los militares españoles que en Uganda entrenan al nuevo ejército somalí podrían en algunos casos estar entrenando a los futuros rebeldes, ya que se han dado casos de soldados recién entrenados que se pasan a los rebeldes islamistas si les ofrecen una paga mejor”.

En todos los países por donde fluye
el tráfico de armas
hay una maraña de conflictos armados y
grupos rebeldes con verdaderos arsenales.

Si esto ocurre con las tropas, extraña poco que sea también el caso de las armas, que, legales o fruto del tráfico ilegal, acaban en manos de grupos rebeldes. “Esto solo puede servir para alimentar una guerra que ha devastado un país y puesto a sus habitantes ante una hambruna sin precedentes”, dice el documento.

Conflictos locales

Este tráfico de armas fluye por distintos cauces a otros países del Cuerno de África: Etiopía, norte de Kenia –que alberga a más de un millón de refugiados somalíes que han huido de la hambruna de su país–, los dos Sudanes e incluso el noreste de Uganda. En todos ellos hay una maraña de conflictos armados y grupos rebeldes, sin olvidar que tribus nómadas y ganaderas poseen verdaderos arsenales que utilizan durante incursiones para robar el ganado ajeno, ocasionando batallas que a menudo se saldan con cientos de muertos y que no atraen la atención de los medios internacionales.

Si se tiene en cuenta la realidad más amplia de estos países, las armas proceden de otros lugares: Bélgica, Bulgaria, República Checa, Francia, Hungría, Rumanía, Reino Unido y China, como explica el documento en una parte en la que ofrece estadísticas actualizadas.

Con una proliferación tal, sorprende poco que un fusil sea más barato que un saco de alimentos. Aunque, seguramente, lo más barato en el Cuerno de África sea la vida humana.

En el nº 2.776 de Vida Nueva.

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