Yuste recupera el espíritu contemplativo

Monjes polacos nuevos en el monasterio de Yuste

Monjes polacos ocupan el monasterio dejado por los jerónimos

Monjes polacos nuevos en el monasterio de Yuste

Los nuevos eremitas de Yuste, Rafal Zawada y Pawel Stepkowski

F. J. PÉREZ VALERO. MÉRIDA | En Yuste, la naturaleza muestra un esplendor original. Es todo paz y sosiego. Hasta este escondido Valle de La Vera llegó, en 1557, enfermo y cansado, el emperador Carlos V. Pero el rey que había dominado los campos de batalla de Europa no se refugió aquí buscando la quietud de sus bosques de robles. Vino buscando la paz espiritual y la compañía de los monjes jerónimos.

Las tropas de Napoleón y las desamortizaciones habían dejado en ruinas el Real Monasterio. Tras siglos de abandono, la Orden de San Jerónimo volvió a recuperar, en 1958, el cenobio cacereño. Pero, desde hace dos años, Yuste permanecía otra vez deshabitado. La comunidad jerónima se marchó en diciembre de 2009 a Santa María del Parral, en Segovia.

Se trataba de un viaje de ida y vuelta durante el tiempo que durasen unas obras que realizaba Patrimonio Nacional, institución a la que está adscrito el monasterio. Tras las obras, los jerónimos no volvieron y hace unos meses confirmaron que no regresarían más.

Sin embargo, el pasado 22 de octubre llegaban a Plasencia –diócesis a la que pertenece el monasterio– Rafal Zawada y Pawel Stepkowski, dos jóvenes eremitas polacos de la Orden de San Pablo. Con ellos, Yuste vuelve a encontrar su esencia. Se espera que en un futuro próximo se les unan más monjes con los que ampliar la comunidad.

Recuperar un servicio

“Vienen a recuperar el servicio que siempre ha ofrecido el monasterio: el de ser lugar de espiritualidad para los de dentro y para cuantos la busquen desde fuera”, explica en una carta pastoral el obispo de Plasencia, Amadeo Rodríguez Magro.

El prelado muestra, además, su “alegría por haber podido mantener el único monasterio masculino de Vida Contemplativa que tenemos en Extremadura. Le damos gracias a Dios, agradecemos la comprensión de las instituciones y mostramos nuestra gratitud a la Orden de los Paulinos por haber aceptado continuar en este siglo XXI la tradición de las órdenes monásticas de unir a los pueblos, como lo hicieron en la Europa de la Edad Media”. La Orden de San Pablo es la encargada de custodiar, en el santuario de Czestochowa, a la Virgen de Jasna Gora, patrona de Polonia.

Es llamativo que los primeros eremitas que se instalaron en Yuste, en el año 1402, se acogieron también a la advocación de san Pablo. “Se recuperarán así los orígenes, ya que los dos primeros se inspiraron también en este santo de los siglos III y IV”, afirma monseñor Rodríguez Magro; quien añade que, “durante este tiempo, ha sido evidente, para todos cuantos han tenido que intervenir, que en el monasterio faltaba su elemento esencial, y sin el cual no tendría cohesión ni esencia ninguna otra realidad en ese espacio”.

Desde la Diócesis de Plasencia se ha subrayado que la llegada de los religiosos “ha sido muy bien acogida, e incluso estimulada”, tanto por Patrimonio Nacional como por la Junta de Extremadura.

Satisfacción en el ámbito civil

En las últimas décadas, el monasterio de Yuste se ha convertido en emblema de la unidad de Europa. Los Premios de la Academia Europea han galardonado a aquellas personalidades comprometidas con la construcción europea. En este sentido, el presidente de esta entidad, Antonio Ventura, se mostraba “muy feliz por el compromiso” de la orden polaca y llamaba a “no marcar distancias, sino que hay que ser acogedores con ellos, porque enriquecen el propio significado del monasterio”.

Por su parte, el alcalde de Cuacos de Yuste, Sixto Teno, en declaraciones a El Periódico de Extremadura, recordó “el deseo, expresado de forma reiterada, de que Yuste vuelva a contar con una orden religiosa”. El alcalde defiende que “las gestiones llevadas a cabo han supuesto una solución muy buena para el monasterio y, de paso, para la población que encabeza”.

Los monjes polacos han salvado un monasterio que corría el riesgo de quedar convertido en un cascarón histórico, como muchos otros, desacralizado y puesto al servicio del turismo.

En sus inmediaciones, un insólito cementerio alemán, en el que reposan soldados de las Guerras Mundiales, explica también el carácter europeo de estos parajes. Pero Yuste es, ante todo, oración y contemplación. Y ahora recupera su esencia.

En el nº 2.776 de Vida Nueva.

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