Secretario general de Escuelas Católicas
JOSÉ LORENZO | A Juan Antonio Ojeda, secretario general de Escuelas Católicas desde 2009, le gustaría que hubiese un pacto educativo que permitiese centrarse a un sector básico para el desarrollo social y económico del país. Sin embargo, la enseñanza sigue siendo un arma electoral para desacreditar al adversario y la primera víctima de los recortes presupuestarios. [Siga aquí si no es suscriptor]
– ¿Es la concertada una escuela para ricos, como sostiene un vídeo electoral del PSOE?
– No, ni mucho menos. El vídeo del PSOE se descalifica a sí mismo, a sus autores y promotores. Una vez más, los políticos anteponen sus intereses a los de los ciudadanos y no les importa mentir, falsear la historia y faltar a la verdad y a la justicia. La escuela católica, si ha hecho una opción clara, es por los pobres y desfavorecidos. Basta mirar la historia y la realidad de la misma en los cinco continentes.
– ¿Puede señalar hechos concretos con los que refutar ese mensaje, que no es nuevo y cala en una parte de la sociedad?
– Cuando el Estado aún no se preocupaba de la educación de sus ciudadanos, sí lo hacía la escuela católica, formando para que las personas llevaran una vida libre y digna e incorporarlos al mundo del trabajo. La prioridad siempre han sido los más necesitados. Hemos acogido a todos, ricos y pobres. La gran mayoría de nuestros centros surgieron en la periferia de las grandes ciudades y en los pueblos, contribuyendo al desarrollo de los mismos. Acabamos de celebrar un Congreso Mundial de la Escuela Católica en el que se compartieron múltiples realidades del trabajo con indígenas, con niños de la calle, con excluidos por su raza, credo o religión, etc. Aquí en España, en clara desigualdad con la red pública, con menos medios, recursos personales y con casi la mitad de financiación, un número significativo de centros católicos acoge a niños de otras culturas, a discapacitados, etc. Hay centros con el 95% de inmigrantes. Queremos acoger a más y hacerlo de forma proactiva y no por cuota o mero reparto “equitativo”, pero para ello la ley debe cambiar.
“La escuela concertada no quita recursos a la pública.
Al contrario. Nos gustaría gozar de
los mismos derechos y deberes
y rendir cuentas de ello”.
– La existencia de la concertada, ¿supone un lastre para la enseñanza pública?
– La enseñanza concertada no es el enemigo de la pública. Muchos reconocen y apoyan la complementariedad de las dos redes y cómo ambas concursan para prestar un servicio educativo de calidad. La enseñanza pública debe ser de calidad y altamente competitiva. La concertada, también. No quitamos recursos a la pública, ni los mermamos; al contrario, contamos con menos recursos, resultando ser, en numerosas ocasiones, discriminados. Nos gustaría gozar de los mismos derechos y deberes y rendir cuentas de ello. Un Estado democrático y plural debe cuidar la demanda educativa que solicitan sus ciudadanos para que todos puedan elegir centro, especialmente los más marginados.
– También se dice que la concertada se beneficia de los recortes económicos que está sufriendo la enseñanza pública en algunas comunidades autónomas, como Madrid. ¿Es esto cierto?
– Nosotros no nos beneficiamos de ningún recorte, no quitamos recursos a la pública. Quienes afirman lo contrario, falsean la realidad y hacen demagogia. El año pasado sufrimos los mismos recortes que la pública. A nuestros profesores, con menor salario y sin ser funcionarios, se les recortó un 5% de su sueldo; y a los centros concertados, sin tener en cuenta que el concierto está muy por debajo del coste real del puesto escolar, les recortaron otro tanto. En Madrid, nuestros centros no han aumentado.
– La inversión en educación es fundamental para cambiar el modelo productivo en España. ¿Lo han tenido en cuenta los gobiernos que han legislado en las últimas décadas sobre esta materia?
– Todos hablan de que la educación es nuclear, que está en la base de la economía, que es esencial en momentos de crisis, etc., pero, a la hora de la verdad, es por donde empiezan a recortar. La educación siempre queda relegada. Podrían disminuir de otras partidas, como carreteras, líneas de alta velocidad, remodelación o creación de edificios destinados a auditorios y eventos, etc. Todos los gobiernos empiezan por disminuir el gasto en educación y siguen por sanidad. En ambas, y especialmente en educación, deberíamos comprender el gasto como inversión, ya que garantiza el futuro y la supervivencia de la sociedad.
Después del 20-N
– ¿Qué le pide Escuelas Católicas al Gobierno que salga de las urnas el 20-N?
– Que afronte la educación de forma global y no fragmentada. Hay que formar mejor al profesorado, motivarlo y dotarlo de los medios e incentivos pertinentes. Hay que propiciar una educación más centrada en el alumno, favoreciendo un aprendizaje más significativo, autónomo y colaborativo. Se debe impulsar la autonomía del centro para planificar y adecuar mejor los proyectos educativos y curriculares, para que generen y consoliden estructuras organizativas más participativas y colaborativas, hacia dentro y hacia fuera del centro. Las TIC darán cobertura a estas nuevas estructuras, posibilitarán una mejor docencia y un aprendizaje más diversificado e interactivo y una mayor comunicación del centro con las familias, y viceversa. Urge mejorar la enseñanza en idiomas y las materias básicas, y organizar mejor la atención a la diversidad. Es necesario atender la demanda y mejorar los conciertos, ampliándolos a las demás etapas, y culminar el estudio del coste del puesto escolar.
“Sigue siendo urgente pactar
y lograr un amplio consenso que consiga
reducir las altas tasas
de fracaso y abandono”.
– En líneas generales, ¿cómo está de salud el sistema educativo en España?
– Sigue arrojando unas altas tasas de fracaso y abandono. Padece una enfermedad crónica. No hemos logrado que en las últimas tres décadas sus porcentajes bajen del 30%. Sigue siendo urgente pactar y lograr un amplio consenso, que posibilite el que todos nos centremos en la educación y logremos bajar esas cifras por debajo del 10% o más. Ello requiere esfuerzos y un trabajo bien coordinado, con los mejores y más amplios recursos. Debemos comprender que la educación no es responsabilidad solo de los gobiernos, sino de toda la sociedad. Cada uno debe contribuir a dicha mejora. La educación es cosa de todos.
– Los informes PISA chequean periódicamente esa salud. Y los resultados son preocupantes. ¿Quién tiene la culpa: los profesores o los políticos?
– Sí, son preocupantes por los niveles obtenidos y el estancamiento de los mismos, con ligeras o casi imperceptibles mejorías. Sin duda tienen culpa los políticos y los gobernantes al legislar o prescribir el currículo y todo lo que conlleva, pero también tienen culpa el centro y otros factores que ahora es imposible esbozar. Cada cual debe asumir su parte de culpa y actuar con responsabilidad y de forma comprometida. PISA mostraba diferencias entre comunidades autónomas y entre centros. Por ello, los centros deben ejercer su autonomía y su capacidad de liderazgo.
– El liderazgo educativo, motor del cambio es el lema del próximo Congreso de Escuelas Católicas. ¿Qué esperan de este importante evento?
– Cada dos años celebramos un Congreso que cuenta con una alta participación y que plantea nuevos retos y estrategias a la escuela. Este año, nos hemos centrado en el liderazgo, tanto organizativo como educativo. Todos los informes internacionales nos hablan de su importancia. Debemos formarnos y entrenarnos en liderazgo. El liderazgo nos habla de responsabilidad y esfuerzo; innovación e iniciativa; interacción y diálogo; testimonio y profetismo; acompañamiento y ayuda; implicación y conjunción; transformación y cambio. Para que la escuela cumpla la responsabilidad de preparar a los niños y adolescentes del futuro, debe experimentar un cambio que necesita un liderazgo del que Escuelas Católicas puede formar parte.
En el nº 2.775 de Vida Nueva.
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