“Temer a la muerte conduce a tenerle miedo a la vida”

Ana Cristina Herreros, filóloga y editora, publica ‘Cuentos populares de la Madre Muerte’ (Siruela)

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La pasión de la filóloga Ana Cristina Herreros (León, 1964) por el cuento no solo la ha convertido en una de las narradoras orales más cautivadoras que, con el sobrenombre de Ana Griott, lleva recorriendo teatros, bibliotecas, escuelas o cárceles desde 1992. También la ha llevado ha sumergirse en la herencia de los cuentos populares y la tradición oral. Editora y especialista en literatura infantil y juvenil publica ahora (Cuentos populares de la Madre Muerte, Siruela) su propia versión de cuentos extraídos de las tradiciones española, japonesa, cubana, árabe, china, india e, incluso bosquimana e inuit, en torno a la muerte, tan poco de moda.

“Estos cuentos –explica… hunden sus raíces en esos tiempos ancestrales y, por ello, nos muestran la muerte no como contraria a la vida, sino como su culminación. Con el cristianismo, es la Virgen María quien cumple ese papel, quien da vida y simboliza el duelo ante la muerte.

'Cuentos populares de la Madre Muerte', Ana Cristina Herreros (Siruela)

– Pero le hemos vuelto la cara también a los velatorios, al duelo en general, ¿no?

– Sí, porque en la negación de la muerte hay, sin duda, un componente surgido de la sociedad capitalista, del individualismo, del consumo rápido. Y, claro, la muerte no es eso. La muerte es algo lleno de vida. Por eso surge la necesidad de no mirar a la muerte. De ahí que no se contemplen los duelos y que la tristeza o la melancolía sean tratadas como enfermedades. Sin embargo, el dolor ante el duelo es algo sanísimo, algo necesario de vivir, porque cuando uno no los atraviesa, se acumulan. Un duelo que, además, hasta hace pocos años, eran un acto comunitario, colectivo, de “te acompaño en el sentimiento”. Y en esta sociedad individualista, este dolor colectivo, sin embargo, está mal visto.

– ¿Ahora la muerte es, básicamente, miedo?

– Todas las religiones monoteístas se han aprovechado del miedo a la muerte, de aquellos que se han acercado a la fe porque no quieren morir. No es nuevo. Pero, paralelamente, el catolicismo, por ejemplo, ofrece una visión más esperanzadora de la muerte, que no tiene que ver con esto, sino con que tú eres, digamos, fuente de otra vida que nace de ti. La idea de la resurrección, que está incluida en muchos cuentos ancestrales, el concepto de esta muerte que no es el fin, sino el comienzo de otra cosa, la comparten el cristianismo y muchos de estos cuentos. Esa “otra cosa” es el Paraíso de los católicos o ese concepto de “más vida” inherente a sociedades ancestrales.

“La idea de la resurrección está incluida
en muchos cuentos ancestrales,
el concepto de esta muerte que no es el fin,
sino el comienzo de otra cosa”.

– También sucede con el recuerdo a los difuntos…

– Sí. Es algo que está muy presente en el libro y también en la Iglesia católica. El recordar a la gente que se ha ido es algo maravilloso que nos sirve, también, para vivir mejor. Además, como sucedía antes con el Día de los Difuntos, era un modo de socializar el dolor, de convivencia familiar, de compartir, incluso, una gastronomía característica en honor de los que se fueron. Sin embargo, está siendo sustituido por esa moda espantosa y totalmente importada de Halloween. Una cosa es esa tradición de las luminarias dentro de las calabazas, que es algo que ya existía en muchas zonas rurales, incluso en España, para recordar a los muertos o para que el difunto sepa volver. Y otra muy distinta es este carnaval macabro inspirado en las películas de miedo del cine norteamericano.

– Una característica que comparten estas narraciones es que “nos ayudan a vivir”. ¿Cómo?

– Creo sinceramente que temer a la muerte conduce a tenerle miedo a la vida. De hecho, los niños a los que se les niega el duelo de la madre, según el testimonio de algunos psiquiatras, tienen aversión a los cumpleaños. Es decir, si no celebran la muerte, tampoco quieren celebrar la vida. Hay cuentos en los que, sin duda, este es el tema fundamental. No solo nos enseñan a confiar; también nos cuentan que quien se pone en camino para superar las dificultades sin miedo a la vida, sin miedo a la muerte, acaba siendo rey, es decir, soberano de su propia vida.

jcrodríguez@vidanueva.es

En el nº 2.775 de Vida Nueva (entrevista completa para suscriptores)

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