Miró, entre el cielo y la tierra

Barcelona acoge una gran exposición de un pintor que fue católico ‘a tiempo completo’

‘Burnt Canvas I’ (1973), de Joan Miró

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La mayor exposición que en 50 años se le dedica a Joan Miró llega a Barcelona, después de pasar por la Tate Modern de Londres y como paso previo a su viaje a la National Gallery de Washington. Son 170 obras, entre pinturas, litografías y cerámicas, las que se reúnen desde el pasado sábado en la Fundación Joan Miró y podrán verse hasta el 25 de marzo.

Es una muestra en la que se ha elegido como “hilo transversal” el Miró más arraigado en la tierra, del que se hacen dos lecturas: la primera, como un hombre profundamente catalán; otra segunda, unida a la intención propagandística anterior, insiste en la obra épica de un Miró exiliado interior desde que en 1941 volviera a España y, por ende, un Miró opuesto al franquismo.

No deja de ser curioso cómo La escalera de la evasión se propague, en este sentido, como una demostración del “compromiso de Miró con su tiempo”, tal como insiste Teresa Montaner, conservadora de la Fundación Joan Miró, que ha colaborado en el montaje de la exposición con los comisarios Matthew Gale y Marko Daniel, ambos de la Tate Modern. Es indudable: esa es la línea argumental que da a la muestra una óptica propagandística de la que la Generalitat de Cataluña se sirve.

La lectura mironiana que se hace en la exposición, siendo correcta y útil para su uso y manejo como gran referente de la cultura catalana junto a Pla y Gaudí, obvia o pasa muy de puntillas, por ejemplo, por la contundente vocación católica de Miró, visible en esa atracción por la tierra que centró su obra más temprana.

'The Ladder of Escape' (1944), de Joan Miró

Cierto que de esta etapa a partir del campo de Cataluña –de lugares como Mon-roig y La casa de la palmera, pinturas que nacen de su mundo cotidiano, y que culmina con esa obra maestra que es La masía(1921-22)– es posible extraer “un lenguaje de símbolos y signos dominado por su sentido de la catalanidad, de sus raíces y de su propia tradición cultural”.

Pero no es menos evidente que ese mismo arraigo en la tierra, en la naturaleza, en todo lo que hay de familiar y nuestro en las cosas que vemos, en el cielo y en la tierra, en las montañas y en los campos, en los otros que somos y que nos acompañan, está vinculado a su fe.

Católico a tiempo completo

Lo católico está presente de una manera constante en el pintor, no solo asociada a una mirada a lo rural o lo original. En Joan Miró: una lectura filosófica a partir de La masía, el filósofo Saturnino Pesquero afirma que la vivencia religiosa de Miró fue “full time”, siempre presente: “Que lo digan sus horas de silencio contemplativo en la Catedral de Palma, su lectura de la Biblia y los místicos españoles, sus vitrales y la experiencia de una presencia divina personal que seguía todos sus pasos”.

En el nº 2.773 de Vida Nueva (reportaje completo para suscriptores).

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