Entre lo urgente y lo necesario

Astilleros de Galicia demandan más trabajo

NORBERTO ALCOVER, escritor y periodista | Reflexión inicial nuclear. Para desgracia nuestra, la política socioeconómica que ha tenido que adoptar José Luis Rodríguez Zapatero, todavía presidente del Gobierno, es la única posible en el contexto de la Unión Europea (UE), al que nos debemos como socios, y socios un tanto pobretones. Seguro que el líder socialista, cuya autoinmolación ha encajado como un caballero, no tuvo alternativa, puesto que la ruptura de relaciones con nuestros socios europeos y la muy probable salida del euro nos hubiera hundido en la ruina final. [Siga aquí si no es suscriptor]

N. Alcover

Por tanto, es preciso, y de forma complementaria, advertirle al presidente y al socialismo en general que, si todo lo anterior fue necesario en nuestro contexto histórico, también es absolutamente urgente solucionar la tremenda cuestión del desempleo, como fatal y prioritaria consecuencia de la política seguida a petición de la UE. Toda política que no contemple como finalidad recortar el número de parados será una política inmoral por falta de la fraternidad debida a los más débiles de nuestra sociedad.

Y, en este sentido, nos preguntamos si la obsesión del hasta ahora presidente del Banco Central Europeo, el francés Trichet, por contener la inflación en lugar de insuflar dinero a los bancos para que pudieran otorgar créditos, ha sido la más acertada. No en vano, Obama ha aplicado la segunda de las posibilidades. El tiempo nos dirá dentro de muy poco quién tenía razón, si bien todos navegamos en un mismo barco, el de la refundación neocapitalista tras la crisis financiera en la que nos han metido una serie de personajes sin escrúpulos, ayudados por la avaricia de tantos otros.

Tres precisiones futuras

1. Las elecciones del 20 de noviembre no modificarán la situación antes expuesta. Cuando el PP tome el poder, se encontrará con idéntico marrón, y es un clamoroso interrogante qué hará para superarlo mejor que los socialistas anteriores.

Cuando la realidad es la misma y el contexto no cambia,
las alternativas socioeconómicas
son muy difíciles que aparezcan
por arte del economista de turno.

Yo no acierto a saberlo, dadas las pocas explicaciones programáticas previas que Mariano Rajoy y sus adláteres nos permiten conocer. Seguramente, apretarán aún más el cerco pecuniario, los célebres recortes, para contener más el déficit y controlar el fantasma de la deuda externa. No nos hagamos ilusiones: cuando la realidad es la misma y el contexto no cambia, las alternativas socioeconómicas son muy difíciles que aparezcan por arte del economista de turno. Puede que resulten más creíbles porque todavía no se han desgastado en el poder, pero les auguro días muy tensos a la hora de enfrentarse con indignados, sindicatos, oposición… Porque la calle aún es de las izquierdas, en detrimento de una derecha que solo se manifiesta por cuestiones morales.

2. Los sindicatos, desde hace años bastante silenciosos, errarían si ahora, con la llegada del PP, comenzaran a calentar el ambiente, impidiendo que el nuevo Gobierno pueda llevar adelante sus meditadas decisiones, aunque resulten un tanto duras.

El sindicalismo europeo se enfrenta a una durísima alternativa histórica: o permanecer anclado en la reivindicación de unos derechos que objetivamente van a misa, pero que es imposible que hoy se respeten en su totalidad (es tremendo escribirlo), o dedicar sus loables esfuerzos a mantener una permanente exigencia socioeconómica y su necesaria crítica como fuerza trabajadora, pero dentro de unos márgenes que rozan el sentido común dadas las circunstancias. Es igual en toda la UE, y lo que está sucediendo en Grecia debiera advertirnos –también a los sindicatos– del riesgo de convertir la calle en un aluvión de manifestaciones y exigencias imposibles. También para ellos, el Sistema es el Sistema. Aunque sea repugnante.

3. Escrito lo anterior, hay que apoyar a los movimientos juveniles en su denuncia de los abusos del capital, de los bancos y de los grupos políticos, a la vez que solicitan progresividad fiscal, agilidad de los créditos bancarios y eliminación de prebendas a los altos cargos estatales y privados. Una cosa no quita la otra: apoyar lo posible, por supuesto, pero darle alas al sueño de la razón, en absoluto. Porque más tarde vendrá la tristeza de los impotentes.

¿Y la Iglesia? Una vez que recordamos que Iglesia es Cáritas en la actualidad, proponemos la publicación de un documento episcopal en defensa de los derechos de los más pobres y necesitados actualmente, más allá de preocupaciones moralistas y electoralistas, como exigencia frontal del Evangelio y de nuestra Doctrina Social. Con la exigencia de que tales derechos estén presentes en los programas electorales sin veladura alguna.

Lo urgente, con prudencia. Lo necesario, con radicalidad.

En el nº 2.773 de Vida Nueva.

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