El Papa y Alemania

(Juan Rubio– Director de Vida Nueva España)

Benedicto XVI ha visitado Alemania, donde ha reivindicado el papel de Dios en medio de la sociedad. No ha ido como político, ha ido como creyente. Ha puesto luz larga para que los problemas se solucionen más allá de las medidas concretas. Ha ido a poner a Dios en el corazón cansado de una vieja Europa que busca reinventarse a sí misma.
Hoy, la religión aporta a la convivencia, a la paz y al progreso mucho más de lo que se puede imaginar, pese a las protestas que ya vienen siendo comunes en los países que visita. Son los restos de una sociedad en declive.
El Papa ha sido valiente en su país natal. Ha sido valiente con los regímenes autoritarios. Ha sido valiente con el diálogo intereligioso por el que ha apostado lejos de todo asomo de sincretismo. Ha sido valiente con el diálogo ecuménico siguiendo algunos lugares significativamente luteranos y apoyando toda iniciativa a la unidad que la Iglesia alemana viene manteniendo desde hace años.
Y ha sido valiente con la misma Iglesia en el discurso a los laicos que trabajan en la Iglesia alemana. Este último discurso, en el que ha mostrado una mayor valentía en el reconocimiento de aquellas situaciones que pueden hacer que muchos cristianos abandonen la Iglesia.
La Iglesia ha de reformarse desde adentro, alejándose de la institucionalización vacía, de la tentación política y de todo lo que impida que luzca la verdad. El encuentro con algunas de las víctimas de la pederastia ha sido un gesto más en este deseo de reforma. El Papa es valiente. A ello invitaba a la Iglesia en sus viajes y ha vuelto a hacerlo en Alemania, un país que se está situando a la cabeza de Europa, y en donde tienen eco muchas de las propuestas de regeneración europea. Una llamada a un europeísmo que mira a sus raíces cristianas, un diálogo interreligioso que promueve la paz, un ecumenismo sano y una Iglesia que tiene que seguir renovándose.

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