El Papa convoca el Año de la fe para impulsar la misión

Comenzará el 11 de octubre de 2012 y ayudará a profundizar en el Vaticano II

ANTONIO PELAYO. ROMA | Anuncio inesperado pero muy coherente con la linfa profunda de este pontificado: al final de su homilía en la Eucaristía del domingo 16 de octubre, que clausuraba el I Encuentro Internacional de Nuevos Evangelizadores, Benedicto XVI dijo: “Para dar un renovado impulso a la misión de la Iglesia de conducir a los hombres fuera del desierto en el que se encuentran con frecuencia, hacia el lugar de la vida, la amistad con Cristo que nos da la vida en plenitud, quisiera anunciar en esta celebración eucarística que he decidido convocar un Año de la fe que ilustraré con una carta apostólica. Este Año de la fe comenzará el 11 de octubre de 2012, 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y se terminará el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Cristo Rey del Universo”. [Siga aquí si no es suscriptor]

A la hora del Angelus, Joseph Ratzinger completaba su anuncio: “El Siervo de Dios Pablo VI convocó un análogo Año de la fe en 1967, con ocasión del 19º centenario del martirio de los Apóstoles Pedro y Pablo y en un período de grandes trastornos sociales. Opino que, transcurrido medio siglo después de la apertura del Concilio, ligado a la feliz memoria del beato Juan XXIII, es oportuno volver a evocar la belleza y centralidad de la fe, la exigencia de reforzarla y profundizarla a nivel personal y comunitario, y hacerlo con una perspectiva no solo celebrativa, sino más bien misionera, en la perspectiva exactamente de la misión ad gentes y de la Nueva Evangelización”.

Con una puntualidad que permite suponer que el proyecto había germinado hace ya algún tiempo, el lunes 17 de octubre se hacía pública la carta apostólica Porta Fidei, que desarrolla las ideas-eje de esta convocatoria. En ella recuerda el Pontífice otra coincidencia: “El 11 de octubre de 2012 se celebrarán también los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, promulgado por mi predecesor, el beato Juan Pablo II, con la intención de ilustrar a todos los fieles la fuerza y la belleza de la fe. Este documento, auténtico fruto del Concilio Vaticano II, fue querido por el Sínodo Extraordinario de los Obispos de 1985 como instrumento al servicio de la catequesis, realizándose mediante la colaboración de todo el episcopado de la Iglesia. Y precisamente he convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos en el mes de octubre de 2012 sobre el tema La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Será una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe”.

En la misa del 16, el Papa utilizó por primera vez una plataforma móvil

Comentando la convocatoria montiniana de 1967, el Santo Padre escribe: “Quiso que la fe fuera confirmada de manera ‘individual y colectiva, libre y consciente, interior y exterior, humilde y franca’ (…). Las grandes transformaciones que tuvieron lugar en aquel año hicieron que la necesidad de dicha celebración fuera todavía más evidente. Esta concluyó con la Profesión de fe del Pueblo de Dios para testimoniar cómo los contenidos esenciales que desde siglos constituyen el patrimonio de todos los creyentes tienen necesidad de ser confirmados, comprendidos y profundizados de manera siempre nueva, con el fin de dar un testimonio coherente en condiciones históricas distintas a las del pasado”.

El diseño, como se ve, es un intento de vincular indisolublemente el Concilio Vaticano II, los Sínodos de los Obispos que han desarrollado su vigor renovador, los Años de la fe de 1967 y 2012, el Catecismo de la Iglesia universal y el lanzamiento de la Nueva Evangelización. Un proyecto que engloba las iniciativas más profundas de Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Una prueba de la “hermenéutica de la continuidad” defendida por este Papa desde el inicio de su pontificado, frente a los partidarios de la “hermenéutica de la ruptura” defendida por algunos sectores teológicos dentro de la Iglesia.

En la carta apostólica, Ratzinger insiste en la vigencia del Vaticano II: “He pensado que iniciar el Año de la fe coincidiendo con el cincuentenario del Concilio Vaticano II puede ser una ocasión propicia para comprender que los textos dejados en herencia por los Padres conciliares, según las palabras del beato Juan Pablo II, ‘no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos de manera apropiada y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio de la Iglesia”.

“Siento más que nunca –continúa– el deber de indicar el Concilio como la gran gracia de que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza’. Yo también deseo reafirmar con fuerza lo que dije a propósito del Concilio pocos meses después de mi elección como Sucesor de Pedro: ‘Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia’”.

(Digamos, de paso, que estas ideas coinciden por fuerza con las expuestas en el Preámbulo que ahora tienen en sus manos los seguidores de la Fraternidad San Pío X y cuya aceptación es conditio sine qua non para ser admitidos en la plena comunión eclesial).

Próxima nota de Doctrina de la Fe

Entrando en el terreno de las iniciativas más concretas, la carta apostólica subraya que “el Año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados sistemática y orgánicamente en el Catecismo de la Iglesia Católica (…). El Catecismo podrá ser en este año un verdadero instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la formación de los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural. Para ello, he invitado a la Congregación para la Doctrina de la Fe a que, de acuerdo con los dicasterios competentes de la Santa Sede, redacte una Notacon la que se ofrezca a la Iglesia y a los creyentes algunas indicaciones para vivir este Año de la fe de la manera más eficaz y apropiada, ayudándoles a creer y a evangelizar”.

Rino Fisichella, durante el encuentro con nuevos evangelizadores

“Significativa es también –comenta en L’Osservatore Romano su director, Gian Maria Vian– la fecha de la carta apostólica, el 11 de octubre, aniversario de la apertura del Concilio y memoria litúrgica del beato Juan XXIII, el pontífice que tuvo la valentía de convocarlo y lo abrió”.

Primer encuentro de nuevos evangelizadores

Este anuncio remató el encuentro de nuevos evangelizadores, con 8.000 participantes, que había tenido lugar el 15 de octubre en el Vaticano con el tema La Palabra de Dios crece y se difunde. En él intervinieron, además del presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, Salvatore Fisichella, la Madre Verónica Berzosa, fundadora y superiora de Iesu Communio, y el escritor Vittorio Messori. También fue presentado el proyecto Aletheia, una experiencia de diálogo on line sobre las grandes cuestiones de la fe del que es autor el periodista español Jesús Colina, recientemente defenestrado de la dirección de la agencia de noticias Zenit.

Tras un breve concierto del tenor Andrea Bocelli, Benedicto XVI explicó que “el mundo de hoy necesita personas que hablan a Dios para poder hablar de Dios, y tenemos que recordar también que Jesús no redimió al mundo con bellas palabras y medios vistosos, sino con su sufrimiento y su muerte”. Al acabar el discurso se reunió con los presentes, y no pasó desapercibido el cariñoso abrazo con el que saludó a la religiosa española de Lerma.

  • Opinión: Honduras, por Antonio Pelayo

En el nº 2.773 de Vida Nueva.

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