Libros

Recuerdos y memorias


Un libro de José María Cirarda (PPC, 2011). La recensión es de Antonio Gil Moreno.

Recuerdos y memorias

Autor: José María Cirarda

Editorial: PPC

Ciudad: Madrid

Páginas: 409

ANTONIO GIL MORENO | Este libro, que recoge los Recuerdos y memorias de monseñor Cirarda, no tiene tanto el valor de la letra cuanto la importancia de la música, es decir, las claves que nos da de la Iglesia y de España. Y lo mejor es que nos ofrece la vida de su autor abierta de par en par; no en un recuento de datos, cifras o quehaceres, sino en la bandeja de unas vivencias que van casi desde la infancia, desde sus primeros recuerdos familiares, hasta los años de su jubilación, con unos apéndices originales y de gran interés.

En el tercero de estos apéndices, y quizá muy al final ya de su existencia terrenal, don José María coloca su vida ante el tribunal de su conciencia y ante el regazo de su Padre Dios, y termina planteándose una serie de preguntas cuyas respuestas ya no espera, ya no alcanza, sino que las aplaza para escucharlas, en vivo y en directo, en la Casa del Padre.

La obra no se centra en grandes elucubraciones teológicas, sino que aporta, sobre todo, anécdotas y vivencias del ministerio sacerdotal y la misión episcopal de monseñor Cirarda en diferentes diócesis. He aquí la verdadera clave de estas páginas: nos enseñan a contemplar la vida con ilusión, pasión y audacia, encarando los problemas con responsabilidad, pero también con cierto gracejo, con simpatía, buscando siempre salidas y abriendo los ventanales de luz y de esperanza. Por eso vale la pena su lectura pausada, porque el obispo Cirarda va a enriquecernos con su vida, nos va a decir algo de lo que hizo, pero también por qué y cómo lo hizo, qué consecuencias tuvo, en qué ambiente y entorno se desarrollaron algunas de sus más importantes decisiones.

Hermosos destellos

Ahora, me gustaría escoger algunos de los más hermosos destellos de estas memorias. De la infancia, el canto y los elogios que hace de su madre, “una de las gracias más grandes que he recibido de Dios a lo largo de toda mi vida”; o cómo se encuentra con una vocación cantada, porque siempre “estaba jugando a cura”.

Del seminario, cómo aprendió en Comillas a estimar y practicar la oración diaria, a amar a la Santa Madre Iglesia, a reservar las predilecciones de nuestra caridad para los pobres y enfermos, a contar siempre con la Virgen María.

Como sacerdote, nos narra sus afanes, su colaboración estrecha con Bueno Monreal, su primer roce serio con las autoridades civiles, sus pinitos como escritor. Y los largos capítulos dedicados a su vida episcopal: primero, como auxiliar de Sevilla, donde descubre las cofradías y hermandades; luego, el Vaticano II y el impacto que causó en su vida; sus años como obispo de Santander y Bilbao, una etapa con vivencias riquísimas en datos, decisiones y ambientes políticos (encuentros-desencuentros con las autoridades civiles y militares, ETA, la cárcel concordataria de Zamora…).

Los temas tratados ofrecen pautas eclesiales para la reflexión. En Córdoba, sin oposición a casi nada, todo fue distinto. Finalmente, Pamplona, y, en medio de todo esto, su importante papel relacionado con los medios de comunicación social.

Un dato más: esos of the record sobre la dictadura o la llegada de la democracia, que nos cuentan muchas cosas, todas riquísimas en enseñanzas; los documentos de gran interés que nos ofrece. Y, desde luego, cómo nos abre su corazón para que podamos leer sus ilusiones, inquietudes y amarguras, sus éxitos y fracasos.

Tiene este libro una clara luminosidad: el amor a la Iglesia que manifiesta don José María. Y junto a ese amor, un estilo de humanidad y sencillez. Probablemente, tuvo y mantuvo equivocaciones, pero su espíritu fue limpio, sincero, cargado de afanes nobles. Se trata, pues, de una obra de las que hacen historia, iluminan la historia, enriquecen la historia y llenan de esperanza el caminar de los hombres por los senderos de la historia.

En el nº 2.772 de Vida Nueva.

Actualizado
14/10/2011 | 08:00
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