La Biblia y las mujeres, una relación sin mitos

Unos 200 autores participan en una colección en cuatro idiomas de carácter ecuménico e interreligioso

Mercedes Navarro (izq.), directora de la colección en español, y la también autora Marinella Perroni

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Se trata de un proyecto editorial publicado a la vez en español, inglés, italiano y alemán, que ha embarcado a unos 200 autores de todo el mundo –en su gran mayoría, mujeres–, en el que la independencia está garantizada porque no está sostenido por ninguna institución, en el que colaboran cristianos de distintas confesiones y judíos, y en el que se analiza la historia del mundo occidental desde el Antiguo Testamento hasta hoy a través de materias como el Derecho, la literatura, el arte, la arqueología, la filosofía o la teología.

Pero, si todo esto resulta sugerente, más aún lo es la materia específica que se aborda, y que refleja su título: La Biblia y las mujeres. Presentada el pasado jueves en Madrid por su editorial en España, Verbo Divino, se trata de una colección de 22 volúmenes que acomete el complejo reto de explicar cómo ha sido la relación de las mujeres con las Sagradas Escrituras. Algo que hace rompiendo mitos, prejuicios y visiones monocordes.

Esta iniciativa de trabajo surgió en Trento en 2004, fruto de una conversación entre la italiana Adriana Valerio y la austriaca Irmtraud Fischer. Ambas, presidentas en su día de la Asociación Europea de Mujeres para la Investigación Teológica, convinieron en que apenas había conexión entre autoras a causa de las escasas traducciones en Europa. Así que se pusieron a trabajar, crearon una red de cooperación a partir de núcleos universitarios y, lo que empezó siendo un proyecto continental, acabó englobando a todo Occidente, incluyendo a Latinoamérica.

La colección se publica en España en Verbo Divino

Aunque aún quedan volúmenes por escribir, la colección ha buscado el rigor y la profundidad de sus análisis. No es fácil elaborar cada uno de los artículos que conforman los volúmenes. Para cada tema, se nombran dos coordinadoras (siempre mujeres), normalmente cada una de un país y de una confesión distinta. Tras elaborar un índice y exponerlo a la coordinadora general, se convoca un coloquio científico en una universidad. Cada autor presenta sus propuestas, se debaten durante varios días y, después de modificar lo acordado, se encarga la elaboración de los textos.

Contra el fundamentalismo

Las distintas conclusiones, según explica a Vida Nueva la directora general de la colección en español, la biblista Mercedes Navarro, hacen que la obra sea “un antídoto contra los fundamentalismos”. La propia autora, que ha coordinado junto a Marinella Perroni los volúmenes de La Torah y Los Evangelios, explica que el tiempo en que nacieron las primeras comunidades cristianas fue muy complejo: “No se puede decir que hubo una evolución por la que la mujer fue perdiendo una autoridad que sí le concedió Jesús. Eso fue así en unas comunidades, pero en otras, no”.

Algo parecido a lo que ocurre con la figura de las brujas, en la que trabaja ahora: “La Biblia no las demonizó, sino que ayudó a construir su figura, como se puede ver en las distintas reacciones de los inquisidores. Por su instrumentalización, unos se refirieron al Evangelio para condenarlas, a la vez que otros tomaron esa misma referencia para conseguir su perdón”.

Otro punto de interés es el que aborda la historiadora Leticia Sánchez, que ha trabajado en los volúmenes de Medievo y Contrarreforma mediterránea. A su juicio, “la Reforma marcó un punto de ruptura en la historia de recepción de la Sagrada Escritura. La Biblia pasó a ser central para los protestantes, mientras que en el ámbito católico, el acceso a ella era muy restringido para los fieles. Además del clero, solo tenía relación con ella una élite intelectual, de la que estaban excluidas las mujeres”. Para la autora, este déficit de conocimiento entre los católicos “fue más agudizado en países mediterráneos como España y Portugal. Y, por el escaso acceso a la alfabetización, aún tuvo más consecuencias entre las mujeres”.

Para Sánchez, este contraste se apreció en hechos como que el movimiento exegético que se produjo en los Estados Unidos en el siglo XIX fuera protagonizado por mujeres, mientras que en el ámbito católico eso fuera impensable: “Solo quien tiene una relación con la Biblia puede hacerse preguntas sobre ella”. Una situación que solo cambió “gracias al Concilio Vaticano II”. Tanto para Navarro como para Sánchez, esta ha sido la luz que ha cambiado la historia eclesial y ha normalizado la relación de las mujeres con la Biblia.

En el nº 2.771 de Vida Nueva.

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