“Que el lento tiempo de la cárcel sea tiempo de Dios”

En la festividad de la Merced, varios obispos celebran concurridas misas en las cárceles

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Con motivo de la festividad de la Merced, patrona de los presos y del personal laboral en las Instituciones Penitenciarias, los 157 capellanes y 2.900 voluntarios que conforman la Pastoral Penitenciaria en España vivieron su día más especial. Varios obispos, como José Mazuelos en la prisión de Puerto III, en Jerez, o Carlos Osoro, en la de Picassent (Valencia), celebraron eucaristías a las que asistieron numerosas personas encarceladas.

El arzobispo valenciano, en su homilía, afirmó que “Dios nos habla directamente a nuestro corazón y no nos mira según lo que hacemos, sino desde lo más profundo, desde la comprensión. No rehuye el encuentro con nadie, sino que busca con la mirada, no para condenar, sino para invitar, acoger”.

Muy cercano con la realidad carcelaria se ha mostrado el obispo de Santander, Vicente Jiménez, quien hasta marzo fuera responsable de la Pastoral Penitenciaria en la Conferencia Episcopal. En una carta pastoral, publicada el sábado 24, día de la festividad de la Merced, pidió a la Iglesia que sea promotora de “una cultura de los derechos humanos”, en la que se incluya la dignidad de quienes “han errado o cometido crímenes y delitos”.

El método para ello, “sin negar las exigencias de la justicia”, consiste en ser “capaz de indicar los caminos de la reconciliación, de la confianza y de la esperanza”.

Romper con los prejuicios

“Ojalá que cuantos nos sintamos Iglesia –continúa Jiménez–, descabalguemos nuestra comodidad y prejuicios, implicándonos en el dolor de las víctimas y de los agresores, hasta llegar a transformar el lento tiempo de la cárcel en tiempo de Dios, en tiempo de gracia y misericordia”. Para ello, la comunidad cristiana, “alimentándose de la misericordia divina”, debe hacer suyas “las miserias y carencias de los encarcelados, para pasarlas por el corazón de Dios y llenarlas de libertad”.

Será así como se es “fiel al programa del Evangelio de Jesús, que nos dijo: ‘Estuve en la cárcel y vinisteis a verme’”.
El obispo de Santander concluye su carta mostrando su “cercanía” a los familiares de los presos y al personal laboral que trabaja en las cárceles.

En el número 2.770 de Vida Nueva

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