La Iglesia de Chiapas alza la voz contra la violencia

La Iglesia de Chiapas alza la voz contra la violenciaLos obispos de San Cristóbal saludan el paso de la ‘Caravana por la Paz’ que recorre México

PABLO ROMO CEDANO. MÉXICO DF | México atraviesa horas críticas. Con una larga lista de problemas no resueltos (pobreza, exclusión, desigualdad, corrupción, impunidad…); sufrimos una espiral de muerte y violencia que ha cobrado más de 50 mil muertes, en su mayoría jóvenes, muchos entre ellos migrantes centroamericanos, y con ello la aparición de cientos de huérfanos y viudas.

En el corazón de muchos mexicanos y mexicanas va creciendo cada vez más el miedo, la desesperanza y la desolación”. Así inician su carta los obispos de San Cristóbal de Las Casas, Felipe Arizmendi y Enrique Díaz, titulada ¡No más sangre, no más cristos asesinados!, y dirigida a sus fieles coincidiendo con el paso por la diócesis de la Caravana por la Paz que encabeza el poeta Javier Sicilia; una marcha que culminó el día 19 en la capital del país.

Cabe recordar que Sicilia, quien se confiesa católico practicante, inició una serie de movilizaciones tras el asesinato en marzo de su hijo Juan Francisco en protesta por la estrategia de guerra de exterminio implementada por el Gobierno federal en su lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.

Los prelados se lamentan de la actual situación de violencia y llaman a no permanecer “indiferentes ante las numerosas víctimas, muchas de ellas totalmente desconocidas, compadeciéndonos y solidarizándonos con ellas”. Así, saludan a la citada comitiva y aplauden el hecho de que haya visitado la frontera con Guatemala para pedir perdón por la arrogancia e indiferencia con la que se trata a los inmigrantes centroamericanos.

“Esta caravana busca la paz y la reconciliación desde la no violencia, levantando la voz del lado de las víctimas”, reconoce la misiva, al tiempo que agradece al poeta Sicilia y a quienes le acompañan y colaboran con él “este signo de fraternidad hacia los que sufren y se sienten desvalidos”.

Por un cambio profundo

De hecho, son cientos de personas las que se han venido sumando a esta caravana –por trechos largos o cortos del recorrido– protestando, orando, caminando y exigiendo un cambio profundo en la política gubernamental. Junto al poeta han caminado gentes como el padre Gonzalo Ituarte, provincial de los dominicos en México; Alejandro Solalinde, sacerdote que atiende a migrantes centromericanos en las vías del tren La bestia en Oaxaca; o Julián LeBarón, hombre espiritual de religión mormona, a quien los criminales le mataron a varios miembros de su familia.

Frente al discurso oficial de las autoridades, exaltando los resultados de la guerra contra el crimen y condecorando a las fuerzas armadas por sus actos heroicos, los pastores chiapanencos optan por la no violencia y valoran la “lucha pacífica” de iniciativas como la Caravana por la Paz, a la que reiteran su apoyo, porque “las causas que impulsa este movimiento por la paz con justicia y dignidad nos congregan como un solo pueblo, más allá de diferencias ideológicas o religiosas”.

Con gran contundencia, los obispos advierten que “no habrá reconciliación profunda si el Gobierno, los partidos políticos, los líderes sociales, la sociedad civil y las Iglesias no colaboramos para construir una nueva sociedad, donde no nos destruyamos unos a otros, donde nadie abuse de nadie, donde los pobres sean respetados en sus derechos, el primero de los cuales es el derecho a la vida”.

Y, en clara alusión a la urgencia de desarrollar con mayor profundidad una política social que vele por la educación, la salud y las fuentes de trabajo y reduzca el gasto militar, claman: “Denunciamos la estructura económica, social y política de muerte que impera en el país, y que no nos permite mirar un futuro de vida para nuestro México”.

Tras alzar la voz contra “tanta violencia y crueldad”, “tanta sangre derramada” y la “corrupción e impunidad” que sufre el país, el texto episcopal alude a la raíz de esa espiral de violencia: la pobreza y su notable incremento en los últimos cinco años. De igual forma ve a Cristo en las víctimas: no solo en los que mueren, sino en los que han entrado en esta espiral.

Por eso, la carta concluye: “No habrá sociedad nueva si no hay hombres y mujeres con pensamiento y corazón nuevos. La reconciliación debe darse entre víctimas y victimarios, aunque en muchos casos estos también son víctimas de la pobreza, la falta de oportunidades y de trabajo, y también de sus jefes, que los extorsionan y oprimen, obligándolos a cometer actos de barbarie. La violencia tiene muchas raíces, y contra todas hemos de luchar”.

En el número 2.759 de Vida Nueva

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