Ratzinger viaja a su cuna

JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | El Papa viaja a su tierra natal. Ya hay quien, sacando punta de un cerrado nacionalismo, recuerda aquellas palabras del pontífice: “Io non sono tedesco. Io sono bavaro”, aludiendo a su cuna. Ratzinger es alemán y su pensamiento se alimentó, como tantos otros, de la literatura europea durante el páramo intelectual en el que su tierra quedó, y que está reflejado en la llamada “literatura de los escombros”.

En Alemania, Benedicto XVI hablará de tres temas importantes, tres temas de urgencia: Europa, ecumenismo y teología. Son temas urgentes para él y, en su viaje, el discurso de una Europa rica que ilumine al mundo, a pesar de su pequeñez, es una constante, como lo es su deseo ecuménico desde las bases del Vaticano II, sin olvidar el papel importante  la teología en el diálogo con la razón.

Habrá que estar muy atentos a estos discursos, que cerrarán lo que se puede ya llamar el servicio de la Iglesia a Europa y que completarán lo dicho en París, Praga, Viena, Lisboa, Londres y Madrid. Hay aquí un cuerpo doctrinal que algún día se estudiará en conjunto. El servicio de la fe es el mejor de los servicios que la Iglesia puede aportar hoy a una Europa desorientada y racionalista.

En el nº 2.768 de Vida Nueva.

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