Dispensarios Marinos en zonas de desnutrición

Un investigador, un empresario y un obispo aliados en la Guajira para avanzar en el proyecto piloto

“¿Quién soy?, ¿de dónde vengo? Y ¿a dónde voy?… Una respuesta simple y puramente material podría ser: soy agua de mar, vengo del mar y volveré al mar”.

Un apasionado investigador colombiano, un empresario argentino y un obispo como veedor buscan darle forma a un proyecto a través del cual se pretende ofrecer una alternativa de solución a la desnutrición en el país a partir del agua de mar y ciertas especies de algas o plantas marinas que fácilmente se pueden cultivar en tierra, en condiciones más bien simples y nada complejas.
El proyecto está en periodo de experimentación en el departamento de la Guajira en donde muchas comunidades, pese a estar rodeadas o cerca de un verdadero banco alimenticio lo ignoran. No se trata de ningún descubrimiento, pues los estudios alrededor de la composición del agua marina y sus formas vegetales dan cuenta de su rica composición desde hace dos siglos.
Con respecto a la receptividad del tema en el sector privado éste ha tenido eco desde otro ángulo de la experiencia científica y es la del posible desarrollo de un bio-combustible. “Esto puede ser posible a partir de halófitas como la Salicornia, pero como nuestra intención inicial es tecnificar su cultivo con fines alimenticios, se decepcionan un poco”, lamenta el investigador Laureano Domínguez, alma del proyecto que se abre paso. Pese a ello, un empresario argentino afincado en La Guajira, Sergio Álvaro Crusoe, ha manifestado su deseo de ayudar desde el punto de vista humanitario y ha puesto a disposición terrenos de su propiedad para desarrollar el mencionado pilotaje en el país.
“Existe consenso a nivel científico de que la vida apareció en la Tierra –cuando ésta se encontraba totalmente cubierta por las aguas y la temperatura era de 44º C- con el surgimiento de un ser unicelular que con el tiempo se multiplicaría pasando al estado pluricelular y daría luego lugar a seres con un sistema circulatorio compuesto por agua de mar en lugar de sangre. Millones de años más tarde estos seres se convertirían en comunidades celulares andantes, con más de tres trillones de células: los organismos humanos”. Esta es una de las diversas premisas que esgrime como fundamento el investigador Domínguez, quien subraya que su empresa como propósito no busca ser negocio ni sistema para especular. Es un equipo de voluntarios en calidad de asesores técnicos y pedagógicos: expertos en agricultura con agua de mar, médicos especializados en aplicaciones clínicas con agua de mar, veterinarios expertos en uso de agua de mar en animales y comunicadores difusores de la iniciativa.
“El proyecto surgió como una alternativa a la llamada Socialización del Método Marino. En vista de que ha sido difícil entronizar el uso del agua de mar en forma gratuita para los grandes colectivos, se decidió empezar de nuevo con la agricultura con agua de mar, partiendo de zonas de sequía y hambruna”. Técnicamente, consiste en desarrollar en zonas cercanas al mar “Oasis Marinos”, lugares donde se hace agricultura con agua de mar, explotación de sal marina para fertilizar suelos y uso en alimentación humana, liofilización de plantas alimenticias (halófitas) y posterior fabricación de harinas con las mismas, producción de alga espirulina para su comercialización y planta envasadora de agua de mar para distribución gratuita en dispensarios marinos del interior.
De hecho, el investigador Domínguez anda bastante ocupado por estos días con el SENA “ajustando protocolos para estudios de estandarización de procesos de liofilización de halófitas nativas del caribe colombo-venezolano, estudios bromatológicos y demás requerimientos necesarios para dar las bases científicas al posible Oasis Marino de La Guajira”.
El estado del proyecto, su relación con la Iglesia y otras instituciones
La consecución de recursos ha sido como suele ser, nada fácil, de tal modo que actualmente se adelantan conversaciones con empresarios e instituciones (Cáritas) en la zona de La Guajira, donde el pilotaje del proyecto ha captado la suficiente atención entre quienes buscan soluciones justas y solidarias para los menos favorecidos en Colombia y el mundo. Su aliento futuro dependerá de la acogida que está en curso por parte de las entidades que ya saben de la perspectiva del proyecto. Esas instituciones (SENA, Cáritas, Universidad de La Guajira, Corpoguajira, Universidad Nacional de Colombia) han sido un respaldo clave durante estos primeros pasos.
Ahora mismo, se están terminando los estudios bromatológicos de las plantas halófitas que en forma generosa crecen ya en el Caribe Colombiano. En una segunda fase se pretende recolectar esta biomasa que actualmente se desperdicia cada cosecha y empacar en verde o en harina para crear la cultura de su consumo en lo local o ayudar en programas de seguridad alimentaria dentro o fuera del país.
“La Iglesia Católica ha sido informada del proyecto en detalle desde Dakar con el Nuncio del Vaticano en Senegal y en Roma a directivos de Corunum y de Cáritas Internacional, en Madrid al presidente nacional de Cáritas y técnicos de Cáritas Española y últimamente en Colombia con el Señor Obispo Héctor Salah (Diocesis de Riohacha, Guajira). En todos los casos estamos aún a la espera de sus análisis y respuestas”, comentó Domínguez. No obstante, el interés se ha visto bien reflejado en una aprobación y seguimiento hasta el momento del proyecto por parte del obispo de Riohacha y desde los propios agentes de pastoral, inmersos en el tema social en el departamento de la Guajira. VNC

Antecedentes históricos del uso del agua de mar

Después de un periodo de alejamiento de los beneficios del mar, en el siglo XVIII la medicina retornó a sus fuentes marinas con el médico inglés Richard Russel, quien utilizó en 1750 el agua de mar con fines terapéuticos. Sus técnicas hidroterápicas arrastraron a Europa entera hacia los favores de la cura marina.
En el año 1900 se produjo un verdadero giro científico en lo que respecta a la terapia marina. Retomando los trabajos del célebre fisiólogo Claude Bernard, el investigador francés René Quinton demostró la analogía fisiológica entre el agua de mar y el medio vital de los vertebrados. Nació así el célebre ‘plasma de Quinton’, utilizado en los dispensarios marinos que él mismo creó para salvar miles de vidas en diversas ciudades francesas y extranjeras.

J. DE FRANCISCO

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