Maestros para los jóvenes y testigos para el mundo

“No tengo palabras para describir lo que siento”, dice una religiosa a Vida Nueva

Religiosas en el encuentro con el Papa en El Escorial

JOSÉ LORENZO | La alegría desbordante y la formalidad académicas se han dado cita esta mañana en el imponente marco del monasterio de El Escorial, donde Benedicto XVI ha mantenido un encuentro con jóvenes religiosas y profesores universitarios en lo que es su segunda jornada en Madrid para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).

La cita era a las 11.30 con las religiosas, que le esperaban desde mucho antes en el espacio que les habían reservado en el Patio de los Reyes del imponente edificio. Como chiquillas que esperan ansiosas la llegada del padre al que no se ve desde la mañana, la expectación ante lo que iban a vivir acompañó todo la espera de las más de 1.600 religiosas de 294 congregaciones e institutos presentes, que se desbordó en incontenible alegría cuando llegó el Papa, y que continuaba cuando ya había finalizado el acto.

Religiosas haciendo 'la ola' antes de la llegada del Papa | Foto: J. Lorenzo

El Papa expresó en su discurso -precedido por una intervención del cardenal arzobispo de Madrid y de una religiosa en representación de todas ellas- el “gozo grande” de encontrarse con ellas y les agradeció su “vida de fidelidad a la llamada recibida”.

El encuentro con Cristo que ha fructificado en la consagración de cada una “cobra una especial relevancia hoy”, les dijo el Papa, cuando hay una especie de “eclipse de Dios”. “Frente al relativismo y la mediocridad, surge la necesidad de esta radicalidad que testimonia la consagración como una pertenencia a Dios”, añadió el Pontífice.

Una radicalidad evangélica, les recordó, que significa “ir a la raíz del amor a Jesucristo con un corazón indiviso, sin anteponer nada a ese amor, y con una pertenencia esponsal como la han vivido los santos”, y que también se expresa en la comunión filial con la Iglesia, con los Pastores, con la propia familia religiosa, “apreciando también los otros carismas”, y con otros miembros de la Iglesia, como los laicos.

“Gracias por vuestro ‘sí’ generoso”

Finalmente, Benedicto XVI les volvió a agradecer “vuestro ‘sí’ generoso, total y perpetuo a la llamada del Amado” y señaló que “la Iglesia necesita de vuestra fidelidad joven arraigada y edificada en Cristo”.

A tenor de los aplausos y el entusiasmo por este reconocimiento del Papa –“No tengo palabras para explicar lo que siento”, decía a Vida Nueva una jovencísima religiosa-, el Papa puede contar con ellas para ayudarle a llevar su pesada cruz, como le dijo en el saludo inicial Belén González Herrera, de las Siervas de María.

Vista de la basílica de El Escorial en el encuentro con los profesores

A continuación, el Papa se trasladó al interior de la basílica, donde le esperaba otra nutrida representación, esta vez de jóvenes profesores universitarios. En su discurso, volvió a reconocerse al Ratzinger teólogo, hilvanado un texto lleno de hondura y sentido, otra clase magistral del viejo profesor.

Habla el Papa teólogo y profesor

No en vano, comenzó recordando sus orígenes docentes en Bonn, donde los efectos de la guerra seguían muy visibles, pero donde aún se vivía la “universitas”, donde “profesores y estudiantes buscan juntos la verdad”.

No parecen ser, sin embargo, esos los valores que predominan en la Universidad. “A veces se piensa que la misión de un profesor universitario sea hoy exclusivamente la de formar profesionales competentes y eficaces que satisfagan la demanda laboral de cada momento”.

“Sabemos –añadió- que cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediato se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político que se avisa fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder”.

Frente a eso, Benedicto XVI recordó que “la genuina idea de Universidad es precisamente lo que nos preserva de esa visión reduccionista y sesgada de lo humano”, un ideal que no debe ser desvirtuado “ni por ideologías cerradas al diálogo racional, ni por servilismos a una lógica utilitarista de simple mercado que ve al hombre como mero consumidor”.

Encarnados

Dirigiéndose a los jóvenes docentes católicos, el Papa les recordó que son ellos quienes tienen ahora “el honor y la responsabilidad de transmitir ese ideal universitario”, aunque el modo de hacerlo “no solo es enseñarlo, sino vivirlo”.

Regalo al Papa en nombre de los profesores universitarios

En este sentido, les dijo, “lo jóvenes necesitan auténticos maestros; personas abiertas a la verdad total, sabiendo escuchar y viviendo en su propio interior ese diálogo interdisciplinar; personas convencidas, sobre todo, de la capacidad humana de avanzar en el camino hacia la verdad”.

Por último, el Papa les animó “encarecidamente a no peder nunca dicha sensibilidad e ilusión por la verdad”, invitándoles a practicar la humildad, virtud que en el ejercicio intelectual “protege de la vanidad que cierra el acceso a la verdad”. “Arraigados en Él, seréis buenos guías para nuestros jóvenes”, concluyó.

Tras su alocución, 15 de los profesores subieron a saludarle. Posteriormente, tras el intercambio de saludos con autoridades civiles y académicas, y tras hacerse una foto con la comunidad agustiniana que reside en el monasterio, fue acompañado hasta el exterior por cuatro jóvenes profesores.

Allí, de nuevo en el Patio de los Reyes, la euforia de las religiosas volvió a desatarse, agolpándose ante las vallas de seguridad que delimitaban el pasillo por el que transitaba el Papa para, por si no lo había sentido, volver a demostrarle su cariño de hijas.

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