La Cruz y el Icono, de viaje por España

Ninguna diócesis española se ha quedado al margen de la peregrinación

La Cruz de la JMJ, a su paso por Segovia

VICENTE L. GARCÍA | El 27 de abril de 2010, la Cruz y el Icono de María que Juan Pablo II entregara a los jóvenes para acompañarlos en cada Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) comenzaron su periplo por las diócesis españolas en la preparación del encuentro de Madrid.

A la hora de hacer balance, ahora que ambos iconos ya están en la capital, la sensación es de que ninguna diócesis ha quedado indiferente tras su paso. Un paso que ha sido diverso y cercano. Y es que desde las delegaciones de Juventud se han hecho esfuerzos para que la Cruz y el Icono se acercaran a rincones y espacios relacionados no solo con los jóvenes, sino también con el mundo del dolor, el sufrimiento o la marginación.

Así, los símbolos de la JMJ han estado presentes en catedrales, parroquias, monasterios, conventos, santuarios, capillas o plazas, pero también en hospitales, cárceles, universidades o centros diocesanos de atención a sectores de marginación. Un viaje que también ha sido por diferentes medios: avión, barco, gabarra, autobús… Pero, sobre todo, en los brazos de los muchos jóvenes que los han portado y procesionado.

Durante estos 15 meses largos de peregrinar por tierras de España (y Portugal, incluyendo la visita a Fátima en agosto de 2010), la Cruz y el Icono se han hecho presentes en todas las diócesis, repitiendo visita solo en la Diócesis de Bilbao, con motivo de las Jornadas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

Entre los agentes implicados en el discurrir de estos iconos, han jugado un importante papel hermandades y cofradías, por su experiencia y veteranía en lo que a procesionar se refiere, ofreciendo momentos entrañables que se recuerdan en diversos puntos del país.

Su paso ha despertado muchos sentimientos, individuales y colectivos. El obispo de Zamora, Gregorio Martínez, apuntaba en la celebración de despedida de la Cruz y el Icono el gran descubrimiento que se había experimentado en la diócesis: que “es posible hacer una pastoral juvenil atrayente”.

“Tenemos recursos para movilizar a la juventud; tenemos y podemos sacar lo mejor de nosotros para ser referentes en el encuentro con Cristo”.

Algo similar se ha vivido en Santander, donde, desde la Delegación de Juventud, reconocen haber descubierto ámbitos “desconocidos” hasta ahora como objetivos para el desarrollo de la pastoral con jóvenes. Ámbitos de la Iglesia, como cofradías o movimientos ajenos al mundo juvenil, o las mismas administraciones y autoridades civiles, que se han mostrado siempre dispuestas a colaborar.

Desde La Rioja se destaca la sorpresa por la alta participación de jóvenes en los actos, la superación de las previsiones en la implicación del voluntariado y la impronta que el paso de la Cruz ha dejado para las futuras peregrinaciones con jóvenes de la diócesis. Entre las visitas cargadas de más emotividad, destaca la realizada a la cárcel y a un centro hospitalario, en donde, a través del circuito interno de televisión, se hizo llegar la celebración a todas las habitaciones.

Comunión

En algunas diócesis, como las de Osma-Soria y Vitoria, se recuerda de manera particular el paso de la Cruz por otras localidades de la provincia y el sentimiento de comunión que los actos celebrados generaron en los asistentes.

Sentimiento similar expresa el obispo de Huelva, José Vilaplana: “Todos nos hemos sentido uno en torno a la Cruz”. En la despedida, en La Rábida, la Cruz se embarcó en un signo de comunión con los pueblos de Latinoamérica.

El paso por Bilbao fue el pistoletazo de salida a la JMJ. Al coincidir con el comienzo del curso, fue el marco e entrada a algo que ha estado presente todo el año en la vida de los grupos de jóvenes, los colegios o los movimientos. Una preparación que ha formado parte de la programación diocesana del curso, como una actividad especial que se ha integrado adecuadamente con otras también previstas.

La segunda visita de la Cruz, con motivo de las Jornadas de la ACdP, no contó con la participación de la Delegación Diocesana de Pastoral con Jóvenes, dado que fue un acto privado, aunque contase con la presencia del obispo. Esta actitud de respeto y no cobertura diocesana de eventos organizados en torno a la JMJ por movimientos cristianos se ha dado también en otras diócesis.

La Cruz ha sido presentada como símbolo del dolor humano, pero en todas las diócesis se ha vivido como un símbolo de unidad. Desde Mallorca, destacan cómo los actos en torno a la Cruz de la JMJ agruparon bajo un mismo sentir a grupos de sensibilidades diversas en la Iglesia. La palabra “imán”, referida a la Cruz, ha sido muy repetida por los delegados y responsables de coordinar el peregrinar por España de ambas imágenes.

En la cárcel

La Cruz y el Icono han pasado varias horas en la cárcel y las celebraciones con los reclusos han sido muy destacadas en numerosas diócesis como Santander, Huelva, Logroño o Pamplona.

De todos los testimonios, resulta especialmente significativo el que fue escrito en su día por Paloma Pérez, voluntaria de la Pastoral Penitenciaria en Pamplona, junto a su marido Fernando, diácono permanente:

“No era un día cualquiera. Nuestros amigos y hermanos presos sabían que era una cita importante. Estaban nerviosos, expectantes, todos querían tocar y llevar la Cruz y el Icono. Era impresionante ver cómo portaban la Cruz, porque a su lado también llevaban sus cruces personales y aquellas que, con sus hechos, habían producido a otros”.

En el nº 2.764 de Vida Nueva.

NÚMERO ESPECIAL de Vida Nueva

ESPECIAL JMJ 2011 MADRID en VidaNueva.es

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