Benedicto XVI y los jóvenes: la fuerza de la debilidad

Son muchas las virtudes de Ratzinger que atraen a la juventud

Benedicto XVI durante la JMJ 2005 de Colonia

JOSÉ MIGUEL NÚÑEZ, SDB | Es la fuerza de la sonrisa amable y de la palabra justa. La de la voz quebrada y el tono convencido. La de la idea madurada y sabiamente argumentada. La del gesto creíble y la mirada trasparente. La de los ojos serenos y las manos elocuentes. La de la timidez y el desparpajo, la sencillez y la energía. Llegó sin hacer ruido. Con signos proféticos y una proverbial humildad.

Camina paso a paso. Sin estridencias. Sabiendo bien hacia dónde. Afrontando con convicción los envites. Consciente de cuanto hay en juego y con una confianza ilimitada en el Dueño de la viña. Solo es un humilde servidor.

Libre y con convicciones, busca siempre la caridad en la verdad. Pensador de largo recorrido y mil batallas libradas. Curtido en nobles causas y buscador de horizontes. Músico de sensibilidad exquisita. Humanista de vasta cultura y hondo pensamiento. No deja indiferente a nadie.

El Papa charla con una joven en la Bahía de Sydney, en 2008

Benedicto XVI es la fuerza de la debilidad. La fuerza de quien sabe del peso de la cruz y se siente sostenido por Dios. La debilidad de los muchos años y el flanco al descubierto de quien no se oculta. La fuerza de la mansedumbre, la palabra libre y el gesto consecuente. Viene a Madrid a encontrarse con los jóvenes y a confirmarlos en la fe.

Una dicha inmensa

“Queridos jóvenes: es una dicha encontrarme con vosotros aquí”. Son las primeras palabras de Benedicto XVI a los jóvenes congregados en Colonia en agosto de 2005 durante la JMJ. Llevaba pocos meses como Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal. El Papa acudía por primera vez a un gran evento de este tipo, convocado por Juan Pablo II años atrás, y asumía el gran reto de conectar con el rostro joven de la Iglesia tras la profunda huella dejada por su predecesor.

Benedicto XVI acogió con una sonrisa el afecto de los jóvenes congregados y les abrió los brazos “con inmensa alegría”. No defraudó. Los jóvenes quieren al Papa. Los jóvenes quieren a este humilde servidor de los siervos de Dios, un trabajador de su viña que con sencillez y apertura de corazón ha conquistado en estos años a los cristianos jóvenes de todo el mundo.

Hubo quien especuló con su capacidad de convocatoria. Aún más: muchos pensaron que no teniendo el “tirón mediático” de Juan Pablo II, estas concentraciones no tendrían el éxito y la resonancia de las anteriores. Se equivocaron. Los jóvenes están con él. Y él les responde con cariño: “Quiero saludaros con especial afecto a vosotros, queridos jóvenes, que habéis acudido en gran número a este primer contacto mío con vuestra diócesis. Vosotros representáis su esperanza y su futuro” (Pavía, 21 de abril de 2007).

Pero ¿qué tiene este Papa que conecta tan bien con los jóvenes? Los mira con afecto. Para él “la disponibilidad al bien es muy fuerte en la juventud (…), los jóvenes son muy generosos” (Entrevista, Castelgandolfo, 5 de agosto de 2006). Esperanza y futuro, generosidad y entrega los caracterizan. A diferencia de quien piensa la realidad juvenil en tonos más grises, Benedicto XVI la mira con confianza. Porque la juventud “sigue siendo en toda época la edad en la que se busca una vida más grande y se desea algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro” (A los jóvenes en la era de la globalización, 4 de septiembre de 2010).

Es verdad que los jóvenes viven “situaciones de inestabilidad, de turbación o de sufrimiento”, pero les dice el Papa: “¡No tengáis miedo de afrontar esas preguntas! Expresan las grandes aspiraciones que están presentes en vuestro corazón y esperan respuestas no superficiales, sino capaces de satisfacer vuestras auténticas esperanzas de vida y de felicidad” (A los jóvenes con motivo de la próxima JMJ, 15 de marzo de 2011).

Un momento del encuentro del Papa con jóvenes en Colonia

Los jóvenes tienen expectativas y alimentan esperanzas. Aspiran a una vida no mediocre y de mayor plenitud. Desde esta convicción, Benedicto XVI no ha dudado en acentuar en todos sus mensajes la invitación a acoger sin ambages el anuncio evangélico y a abrir el corazón a Cristo, porque “quien deja entrar a Cristo (en la propia vida) no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande” (Vaticano, 24 de abril de 2005).

Anuncio siempre joven

Benedicto XVI interroga a los jóvenes. Los sitúa con gran habilidad ante el propio yo y, como un auténtico maestro, toca la realidad humana: “La etapa de la vida en la que estáis inmersos es tiempo de descubrimiento (…). Es el momento, por tanto, de interrogaros sobre el sentido auténtico de la existencia y de preguntaros: ‘¿Estoy satisfecho con mi vida? ¿Hay algo que me falta? (…). ¿En qué consiste una vida lograda? ¿Qué tengo que hacer? ¿Cuál podría ser mi proyecto de vida?” (A los jóvenes con motivo de la próxima JMJ, 15 de marzo de 2010).

La experiencia se convierte en un punto de partida para conducir a sus interlocutores, como buen pedagogo, a la escucha atenta del anuncio de Cristo Jesús. Porque “el cristianismo no es en primer lugar una moral, sino una experiencia de Jesucristo que nos ama personalmente” (A los jóvenes con motivo de la próxima JMJ, 15 de marzo de 2011).

El propio joven es invitado a hacer experiencia de Cristo Resucitado en su vida: “No tengáis miedo” –les dirá en muchas ocasiones–, “abrid vuestro corazón a Dios, dejaos sorprender por Cristo (…), abrid las puertas de vuestra libertad a su amor misericordioso (Colonia, 18 de agosto de 2005). Y sus palabras tienen la convicción de quien ha vivido esta experiencia y camina por delante señalando el sendero. Es la credibilidad del testigo, de quien comunica lo que vive, y lo hace con pasión.

La propuesta apunta lejos. Benedicto XVI invita a los jóvenes a acoger “con gozo la invitación al seguimiento de Jesús (…), que no se cansa nunca de volver su mirada de amor y de llamar a ser sus discípulos” (A los jóvenes con motivo de la próxima JMJ, 15 de marzo de 2010). Un camino de exigencia evangélica que los jóvenes pueden vivir con radicalidad sostenidos por la fuerza del Espíritu en la experiencia sacramental.

Llegada de Benedicto XVI a Sydney

El Papa recuerda a la jóvenes que “para crecer en la vida cristiana es necesario alimentarse del Cuerpo y de la Sangre de Cristo (…); si participáis frecuentemente en la Eucaristía (…), os llegará esa gozosa determinación de dedicar la vida a seguir las pautas del Evangelio” (A los jóvenes con ocasión de la XXIII JMJ, 20 de julio de 2007).

Llamados a trabajar por la justicia y la paz

La invitación a los jóvenes a vivir en profundidad la fe pasa por un triple compromiso: el de la coherencia de la propia vida, el del anuncio evangélico a otros jóvenes y el de la aportación en la trasformación de la realidad. Estas tres dimensiones del seguimiento de Jesús son un leitmotiv en las intervenciones del Papa, que contempla a los jóvenes como destinatarios del anuncio y, al mismo tiempo, como agentes de la misión.

Algunos botones de muestra: Benedicto XVI no duda en plantear una existencia que afronta los problemas de la realidad con coherencia y un código ético inspirado en el Evangelio de Jesucristo. Por eso invita a los jóvenes a “cultivar en el corazón deseos grandes de fraternidad, de justicia y de paz (…). Empeñaos en construir vuestro futuro a través de itinerarios serios de formación personal y de estudio, para servir de modo competente y generoso al bien común” (A los jóvenes con motivo de la próxima JMJ, 22 de febrero de 2010). “Seguid adelante; buscad las ocasiones para hacer el bien; el mundo necesita esta voluntad, necesita este compromiso” (Entrevista, 5 de agosto de 2006).

Y en otro contexto, añade: la Iglesia “necesita vuestro compromiso para llevar, especialmente a vuestros coetáneos, el anuncio evangélico (…). La sociedad espera vuestra aportación para construir una convivencia común menos egoísta y más solidaria, realmente animada por los grandes ideales de la justicia, la libertad y la paz. Esta es vuestra misión, queridos jóvenes amigos, trabajemos por la justicia, por la paz, por la solidaridad, por la verdadera libertad” (Pavía, 21 de abril de 2007).

Bendecidos con afecto

¿Qué tiene este Papa que conecta tan bien con los jóvenes? Sin duda, la fuerza de su debilidad. Los jóvenes han sabido percibir en él, el rostro amable de la Iglesia, la luminosidad de su mensaje y la trasparencia del Evangelio. Un pontífice que llegó sin hacer ruido, pero que ha mostrado al mundo la fortaleza de su palabra, la reciedumbre de su pensamiento, la coherencia en sus decisiones y la bondad de su sonrisa. Será por eso que los jóvenes lo tienen en cuenta. Por eso, y porque con gran sencillez, los bendice con afecto.

En el nº 2.764 de Vida Nueva.

ESPECIAL JMJ 2011 MADRID en VidaNueva.es

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