Mi paso por Tumaco

La vivencia de una realidad social y delirante en uno de los lugares más desatendidos por el Estado

Tumaco es una ciudad pequeña del departamento de Nariño, cuya capital es Pasto. Queda sobre el Océano Pacífico, a unos 30 kms de la frontera con el Ecuador. Tiene un aeropuerto pequeño donde llegan aviones chicos (Fokker 50), a turbo hélice, para 50 pasajeros.

La ciudad, en realidad queda en una isla, a la que está unida otra, por un puente, y donde queda el aeropuerto, unas playas muy lindas, hoteles y -por supuesto- el ejército colombiano. En la isla “central” es donde queda propiamente la ciudad, los negocios, la catedral, los puertos (varios pequeños). Otro puente une la isla con el continente donde se prolonga la ciudad. En la costa abundan los manglares (bosques de árboles que crecen en las aguas saladas, de madera dura). La población de la cabecera municipal de Tumaco es de unos 100.000 habitantes, un 90% afro-colombianos. Es decir: pobres, ninguneados y olvidados. En el avión -por ejemplo- había 5 negros y el resto blancos. Es decir, inversamente proporcional a la población: 90% de blancos (yo, uno de ellos).
Como el mar no es territorio de “alguien”, los pobres talan los manglares y construyen sobre ellos, así no deben pagar sino “tomar” tierras (sic, porque en realidad es “costas”). Las casas suelen ser palafitos, en su casi totalidad de madera, con puentes -increíblemente frágiles en su mayoría- o de caña. Cuando la marea está alta (generalmente con los cambios de la luna) el agua llega hasta los extremos, mientras que en baja se puede caminar por el medio.
Yo fui a vivir a casa de los padres combonianos, que son los mismos que me alojaron en Bogotá y que tienen allí 2 casas. Una casi sobre el puente que comunica con tierra firme, una zona un poco menos pobre, pero más violenta, y otra en el continente (barrio Nuevo Milenio) sumamente pobre, en este caso con una población afro del 98%. Yo viví en esta última, con los curas.
Los más pobres no tienen trabajo estable, y las mujeres se dedican a “conchear”  (recogen almejas y otros moluscos en los manglares, para después venderlos); los varones, si pueden, salen a pescar en pequeños botes (si la marea es baja tienen más pesca). En general, conchas y peces se suelen vender sin mayor dificultad. Otros suelen dedicarse a la venta ambulante de lo que pueden: chocolate casero, diarios; o trabajan en aserraderos en la zona (Tumaco vende maderas a Cali y compra muebles de Cali).
Si miramos las estadísticas que dan los diarios (http://www.analitica.com/especiales/8913792.asp) se dice que en las estadísticas de las ciudades más violentas del mundo, Medellín -la más alta de Colombia- tiene 87,42 homicidios por cada 100.000 habitantes. La más alta del mundo es Ciudad Juárez, con 229 muertos al año (siempre por cada 100.000 habitantes). Pues bien, Tumaco tiene 100.000 habitantes, y tuvo 360 asesinatos el año pasado (casi uno por día). Parece que hasta de las estadísticas es negada.
La ciudad -como tantas de Colombia- ha crecido mucho en los últimos años, a causa de los desplazamientos. En este caso, los desplazados lo son particularmente por tres razones: por las FARC, los paras o el glifosato. El tercer caso, como se sabe, es que “gracias” al “Plan Colombia” se deben fumigar todos los plantíos para que no se siembre coca (en esa curiosa inversión capitalista de los EEUU, en la que para que no haya demanda se combate la oferta). La fumigación es muy fuerte y la gente del campo no puede sembrar ni comer (porque no crece nada, gracias a esa “maravilla”) y deben migar forzosamente hacia la ciudad.
Antiguamente se decía que en el campo estaba la guerrilla y en la ciudad los “paras”, aunque eso se va revirtiendo en ambos sentidos. Hace 15 días allanaron por la noche la casa de los hijos de la sra. Zoraida y se llevaron a los dos y a una mujer con un cargamento de armas de las FARC en pleno barrio Nuevo Milenio. Al menos eso dijeron.
Con la desarticulación de las AUC, los grupos “paras” empezaron una anarquía donde hay diferentes bandas que se pelean entre sí para dedicarse al “negocio” (= droga). En el caso de Tumaco, los dos grupos paras que se pelean entre sí son las Águilas Negras y Los Rastrojos. En lo personal, creo que a esta altura, lo ideológico ya no cuenta. Importa “el negocio”, y las FARC y los diferentes grupos “paras” no pelean por una ideología sino por poder tener parte en el negocio. Obviamente los puertos del Pacífico son los más codiciados (como Tumaco o Buenaventura) para desde allí mandar “mercadería” a México para que siga rumbo al Norte (de ese modo se entiende más la presencia “para” en la región). Así se ve claro -en Nuevo Milenio- una de las pocas casas de material: “Este estuvo 3 años preso por un cargamento, pero con lo recaudado terminó su casa; aquel de 2 pisos sin terminar, lo mataron porque se quiso hacer el vivo con “los jefes” en un viaje”… (etc.), me decían al recorrer el barrio.

Pongo unos ejemplos para entender la realidad:

  • Amanta, de una edad que no puedo precisar, pero pueden ser unos 30 años. Madre de un hijo, víctima del engaño del marido y de las agresiones de “la otra”. Desplazada por las “revolucionarias” FARC porque no aceptaba hacer “lo que nosotros decimos” (lo que debe leerse: plantar coca). Llegó hace unos años a Nuevo Milenio, está desocupada.
  • Zori, también de esa edad, con 4 hijos. La hija menor (4 años) tiene los pies torcidos y no toma la decisión de llevarla al médico para operarla (debería ir a Pasto, para eso). Logró por fin que su nuevo “compañero” se fuera, después de que le pagara, se le comiera la comida de los chicos y abusara de ella. Era Rastrojo, y la pelea con las Águilas Negras hizo que se fuera entre una lluvia de balas. Cada tanto vuelve, pero Zori se escapa para no verlo.
  • Deisy es psicóloga. Trabaja para la Vicaría de Pastoral Social de la diócesis. Acaba de empezar un grupo de 12 mujeres “viudas de guerra”.
  • El grupo de jóvenes se reunió para ver qué tema charlarían en la próxima reunión. Decidieron (extrañamente, para mi mentalidad) hablar de la importancia de “obedecer a los padres”. Eligieron un texto bíblico para iluminar la situación, y utilizaron Efesios 6,1-4. Cuando llegó el momento de las preguntas para el grupo apareció esta: “¿Siempre hay que obedecer a los padres?” “Si un padre es sicario y le enseña a disparar a su hijo y le dice que lo acompañe a matar a uno, ¿debe obedecerlo?”
  • En una reunión de animadores de CEB se comentaba la situación: “yo me encontré ayer en medio de una balacera en el mercado; me tuve que tirar al piso dentro de un local”, “a fulano le pusieron una bomba en el negocio” [seguramente por no haber pagado la “vacuna” a “los grupos” (= Águilas o Rastrojos, según el caso)], “acá hace días que no matan a nadie”… y surgió el tema para los próximos encuentros: “¿qué pasa que nos hemos acostumbrado a las muertes?”. ¿Es normal eso?
  • Acompañé a Michelle (comboniano) a visitar las casas de los coordinadores de comunidad. Después de visitar la primera, fuimos a casa de Mercedes, pero ella no atiende la puerta ni el teléfono… raro, porque siempre cumple, y había reunión en su casa. ¿La razón? Está enterrando al hermano que lo mataron en una balacera en pleno centro la noche anterior.
  • Duver, fabrica barcos de fibra de vidrio. Empezó de a poco y le empezó a ir bien. Hace unos 10 botes al mes, y hasta tiene 3 que lo ayudan; pero no le alcanza el dinero: debe pagar vacuna a “los grupos”.
  • Las comunidades, y las reuniones cada vez más deben dividirse, los del barrio Buenos Aires no pueden ir a los del barrio Panamá (y viceversa), porque los Águilas no quieren a nadie del barrio donde están los Rastrojos (y viceversa), porque “seguramente son sapos”, así que donde había una reunión semanal, deben hacerse tres porque nadie puede cruzar de un barrio al otro.
  • En Tumaco no hay oficina del DAS; el jefe era Águila Negra, y fue detenido. Desde hace un año no hay reemplazo.
  • “Yolanda Cerón, monja matada a las 2 de la tarde en pleno centro” (2001), así dice el diario El Tiempo 22 de enero 2008. “Alias ‘Pablo Sevillano’ reconoció 120 asesinatos. El ex paramilitar Guillermo Pérez Alzate, alias ‘Pablo Sevillano’ o ‘El Patrón’ y desmovilizado del bloque Libertadores del Sur de las Autodefensas hizo este reconocimiento ante la Fiscalía. (…) Entre los asesinatos volvió a mencionar el de Yolanda Cerón, una líder cívica y directora de Pastoral Social de la zona”.
  • El departamento de Pastoral Social publicó “Que nadie diga que no pasa nada” (2011; rememorando otro de nombre semejante de 2009). Se puede ver en http://www.diocesisdetumaco.org/publicaciones.shtml.

 

Algo más sobre la situación social:

  • Como es evidente los puentes suelen ser muy rústicos, y muchísimos se caen al agua. En muchos casos, cayendo sobre palos, vidrios, estacas… Wilmer quedó cuadripléjico al caer y dar con una madera en la columna porque venía borracho.
  • La Educación es patética. Después de 4 años de inglés no saben ni qué significa “we are” o “I am”.
  • Como cosa interesante, al terminar la escuela, para obtener el título, los estudiantes deben completar 80 horas de algún servicio social reconocido. Muchos (la mayoría) suelen ir a la policía donde tienen uniforme y comida; pero los curas pueden dar fe del cumplimiento y logran que visiten enfermos para “pagar” esas 80 horas.
  • Como suele pasar, llegaron los de ACNUR, con sus buenos sueldos y actitud “papanoelesca”. Llegaron con proyectos, dieron todo, y se fueron. Nada de lo que dejaron sirvió, todo quedó en nada, pero “cobraron” buenos dólares por “presentar y concretar” proyectos para los “pobres negros” (o negros pobres) de Tumaco.
  • Aprovechando los aserraderos de la zona, muchos lugares son rellenados con aserrín y pequeñas cortezas que van permitiendo rellenar el manglar y tener caminos.
  • Muchísima gente logra conseguir una moto y hacen de “moto-taxi” llevando gente por $1.000, lo que obligó bajar el precio del pasaje en buseta de $800 a $600. Se ven decenas de motos yendo y viniendo por todas partes.

 

Una nota final sobre los curas combonianos, Franco y José Luis

  • José Luis es docente de alma, y dedicó muchos años a nivelar chicos y chicas para el ingreso en el secundario. La legislación lo permite y pudo lograr, hasta que llegó la escuela en el barrio a ayudar a un grupo de más de 30 chicos. Ahora está trabajando en proyectos para jóvenes, y en pastoral social. Muy preocupado en el tema Derechos Humanos.
  • Franco, como lo venía haciendo desde su paso por Guayaquil, decidió trabajar para mantenerse y no “vivir del altar”. Se levanta a las 5:30 de la mañana para fabricar “leche de soya” y sale a vender 17 litros diarios por la calle como vendedor ambulante. Trabaja unas 4 horas. Y gana unos $15.000 por día. Por la tarde se dedica a visitar gente, a acompañar grupos y a la tarea pastoral.

Simplemente no puedo sino agradecer infinitamente a los combonianos de Bogotá y de Tumaco por la fraternidad. Me han tratado como verdadero hermano, como un comboniano más. En Nuevo Milenio pude compartir su vida y su pobreza: no tienen nevera ni TV, su único electrodoméstico es una licuadora, no hay agua corriente. Comen lo que come la gente del barrio porque viven como ellos y ganan como ellos. Franco dice que pudo aprender a decir, “nosotros” cuando habla de los pobres. No dice “bienaventurados ustedes los pobres” sino “nosotros”, “porque cuando la gente tiene ratas, nosotros también; cuando hay balas, nosotros también estamos en medio de ellas; y cuando sube la marea y los afecta, también a nosotros…”. Creo que fue un tiempo de gracia que no puedo sino agradecer, a Dios y a ellos por permitirme vivirlo. VNC

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