Una apuesta de futuro: no quedarnos en la sacristía

ENRIQUE GÓMEZ, párroco de Miajadas (Cáceres) y consiliario del Movimiento Rural Cristiano | La secularización nos ha cogido con el pie cambiado en las parroquias del mundo rural y la “labor de suplencia” que estas hacían en la ayuda social ha pasado a otras manos. Hoy no sabemos qué palillos tocar en la inculturación de la fe; casi percibimos que la evangelización se queda en los muros de la iglesia, en lo escondido de las conciencias.

No obstante, en muchos ambientes parroquiales del mundo rural, el esfuerzo a partir del Vaticano II ha sido loable. Ha crecido una Iglesia cercana a la escucha del pueblo, encarnada en la vida de la gente. Con sus limitaciones e imperfecciones, se ha hecho un esfuerzo renovador, sobre todo en incorporar a laicos.

El trabajo en equipo se ha multiplicado por arciprestazgos y zonas. Se reza de otra manera, la vida y la fe se quieren abrir paso en un mismo camino. Falta un paso: una pastoral rural misionera que dé respuesta ilusionante al momento actual de nuestros pueblos y evangelice los ambientes, ya lejanos de la fe.

La Iglesia en Miajadas (Cáceres) se quiere acercar a una comunidad participativa y misionera. Deudores del Vaticano II, tanto Agustín como yo, seguimos pensando que “hay que salir a los caminos” y vivir la experiencia de Jesús. Apostamos por convertir la parroquia en comunidad, como actor principal de evangelización tanto en el ámbito como en el ambiente.

En el ámbito parroquial: todo aquello que podemos atender de cara a los jóvenes, niños, familias, enfermos, pobres… Con la necesidad de unos cauces, medios y acciones: consejo pastoral, Cáritas, tiempo libre… Apoyado por un programa de pastoral, materiales de formación, libros de catequesis en la realidad rural…

Con unos objetivos que todos los grupos de la parroquia establecen. Dentro de un objetivo claro: la parroquia solo está para evangelizar, es decir, desvelar ya la presencia de Jesús en la vida diaria de todos. Con un estilo: partir de la vida, acompañamiento personal, encuentro con Jesús, oración, Eucaristía y volver a la vida para transformarla con acciones, compromisos. En el ambiente del pueblo, con las plataformas que tienen su autonomía: cooperativa, ayuntamiento, mundo de la enseñanza, del trabajo…

Será necesaria la presencia de los laicos, “metidos en el corazón del mundo”, ofreciendo con humildad lo que del Evangelio hay en la realidad del mundo, con unos compromisos para transformar esa realidad rural en Reino de Dios. Todo esto requiere: acompañamiento de los sacerdotes, formación en los laicos y experiencia de Evangelio para vivir en el Espíritu del Padre.

Nos exigirá: no solo una pastoral rural misionera que responda a este tiempo y a esta parroquia, sino también una apuesta por la Acción Católica, en sus diversos movimientos, para evangelizar los ambientes.

En el nº 2.763 de Vida Nueva.

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