La paz debe ser también fruto de la justicia social

El Episcopado colombiano analiza de nuevo en Asamblea el conflicto que vive el país

Rubén Salazar, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia

JIMMY ESCOBAR G. BOGOTÁ | Enfocar el tema de la paz “no solo como cese del conflicto armado, sino también como el fruto de la construcción de la justicia social en el país”. Este fue el centro de los debates en la XCI Asamblea Plenaria de los obispos colombianos, celebrada a principios de julio coincidiendo con los 25 años de la visita del beato Juan Pablo II, símbolo de esa lucha por la paz.

Sin embargo, durante la reunión, volvió a ser noticia el todavía obispo de Montería, Julio César Vidal, y la entrega de bandas criminales, cuyos integrantes buscan ser equiparados con delincuentes políticos. Una aspiración ante la que el Gobierno de Juan Manuel Santos advirtió que no habría concesiones más allá de lo que prevé la ley. Pese a ello, se habla de un segundo proceso en curso en pro del cese de la violencia con la mediación de Vidal, quien ya facilitó la desmovilización de algunos grupos paramilitares.

También el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), Rubén Salazar, instó a silenciar las armas y buscar caminos diferentes a la guerra. No obstante, subrayó que “lo ideal sería que viviéramos la paz, que no hubiera insurgencia armada y el Estado procurara por todos los medios la justicia en todos los campos y, por lo tanto, todos los ciudadanos pudieran tener acceso a nuestros derechos y cumplir nuestros deberes”.

Reelegido para un segundo período como presidente del Episcopado (le acompañará como nuevo vicepresidente el obispo castrense Fabio Suescún, quien sucede al arzobispo de Popayán, Iván Antonio Marín), el arzobispo de Bogotá se refirió, asimismo, a los abusos a menores por parte del clero, reiterando el rechazo eclesial a hechos que en Colombia se cifran en al menos seis casos, sobre los que oficialmente se investiga y que se siguen con atención desde el Vaticano.

Ante las elecciones

Por otra parte, y de cara a las elecciones de octubre, los prelados se comprometieron a “apoyar la formación de la opinión pública para favorecer la transparencia por encima de la corrupción, la verdad frente a la mentira, la libertad y la democracia frente a la manipulación y a la utilización del Estado al servicio de intereses particulares”.

Un llamamiento que se concreta en una campaña presidida por el respeto, el diálogo y el debate de propuestas; con programas que ayuden a resolver las diferencias y conflictos sociales; un sistema democrático libre del influjo de agentes y organizaciones criminales, que impida los vínculos entre estos y los gobernantes elegidos; respeto para que cada ciudadano y comunidad puedan ejercer su derecho al voto; transparencia del proceso, moralidad de los candidatos y libre participación, lejos de amenazas o coacciones; evitar los delitos que restan legitimidad a tal proceso y dañan a la propia democracia: voto fraudulento, suplantación del votante, alteraciones de los resultados en el recuento…; exigir de los candidatos que presenten con honestidad y claridad sus programas; y seguir y controlar el cumplimiento de los mismos una vez elegidos.

Al servicio de la evangelización

Con el fin de servir más y mejor a las jurisdicciones eclesiásticas e Iglesias particulares, la CEC se sometió a una reestructuración que se concretará en la instauración estratégica de cinco centros operativos.

El primero, dependiente de la presidencia del Episcopado y con un papel primordial sobre los otros cuatro, es el Centro Estratégico de Investigación, Discernimiento y Proyección Pastoral. Integrado también por expertos en lecturas y análisis permanentes de la realidad, este órgano apoyará y animará el trabajo de tres centros pastorales que prestarán sus servicios a la CEC y a las jurisdicciones en dimensiones tan fundamentales como la comunión eclesial, la evangelización y la fe, y la evangelización de lo social.

Completa esta reestructuración el Centro de Desarrollo Corporativo y Organizacional, que velará por el funcionamiento y sostenibilidad de la CEC, el bienestar del personal que trabaja en el Secretariado Permanente y, en general, la administración y manejo de los recursos humanos y físicos de la institución. “La realidad es que la Conferencia debe estar al servicio de la Iglesia en Colombia, y esta al servicio de la evangelización de nuestra sociedad”, subrayó el presidente de la CEC, Rubén Salazar, al justificar esta reorganización.

En el nº 2.763 de Vida Nueva.

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