Manlio Graziano: “Solo si es creíble en Europa, la Iglesia será creíble en el mundo”

Profesor de Geopolítica de las religiones

DARÍO MENOR | Manlio Graziano, profesor de Geopolítica de las religiones en la Universidad de París-La Sorbona, ha realizado uno de los análisis más novedosos del catolicismo de cuantos existen en la oferta editorial actual. El siglo católico. La estrategia geopolítica de la Iglesia, publicado en italiano, es un ensayo imprescindible para quien quiera entender cómo la Iglesia intenta aumentar su influencia social, política y moral en el mundo de hoy.

– Desde un punto de vista geopolítico, ve acertado el modo en el que la Iglesia católica elige a su líder?

– No se trata de si es o no acertado: es así como funciona. Una Iglesia “democrática” sería comida en un solo bocado por los dientes voraces de la sociedad de mercado, se disolvería frente a las modas sociales, perdería su autonomía y acabaría como las Iglesias luteranas del norte de Europa, las cuales son hoy políticamente insignificantes, aunque sigan siendo todavía Iglesias de Estado. Por otro lado, la dimensión sacramental no se puede conciliar con la práctica democrática: no se pueden decidir los atributos de Dios a golpe de la mayoría.

“Una Iglesia ‘democrática’
sería comida en un solo bocado por los dientes voraces
de la sociedad de mercado,
se disolvería frente a las modas sociales, perdería su autonomía…”

– ¿Cree usted que Benedicto XVI es un Papa eurocéntrico?

– Desde la elección de su nombre como pontífice, Joseph Ratzinger se ha presentando como el Papa más explícitamente eurocéntrico. Pero fue su predecesor, Juan Pablo II, el que mostró de forma clara, en 1990, que la Iglesia puede ser creíble en el mundo solo si resulta creíble en Europa, y antes en Italia que en cualquier otro sitio. Es una institución europea, pero también mundial: la dialéctica entre las dos dimensiones es rica y compleja, pero sus pies se apoyan firmemente en Europa. Si el terreno es inestable en Europa, la que se tambalea es la Iglesia universal.

Luchas en la Curia

– ¿Cuáles son las posibles consecuencias de la falta de equilibrio en el origen geográfico de los miembros del Colegio Cardenalicio y la población católica mundial?

– Llegará un día en el que este estará más abierto al mundo. Hoy es aún demasiado pronto. En África y en América Latina hay demasiados –también entre la más alta jerarquía– que piensan que deben contar más solo por su procedencia geográfica. Mientras persista esta confusión entre geografía y política, mientras que los prelados de los países emergentes no empiecen a pensar en términos de síntesis, de geopolítica, al fin y al cabo, seguirán siendo minoría. Esto no excluye que un Papa pueda venir de un país emergente, pero debería ser un prelado no “tercermundista” y absolutamente fiel a la línea Wojtyla-Ratzinger. Si la Iglesia eligiese a un Papa antirromano, poco romano o antieuropeo, iría directa hacia su ruina.

– ¿Cómo interpreta la creación del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización?

– Es un buen ejemplo de la concepción que la Iglesia tiene del tiempo. La encíclica en la que Juan Pablo II exhortaba por primera vez en términos explícitos a la nueva evangelización es la Redemptoris missio, de 1990. Han transcurrido veinte años para pasar de la fase de formulación de un objetivo al nacimiento de un dicasterio encargado de su realización. Hay otro aspecto a considerar, aunque sea como hipótesis. Sin ser un vaticanista, no puedo olvidar que se está produciendo una lucha muy áspera en el seno de los grupos dirigentes de la Iglesia para consolidar (o contestar) posiciones tomadas durante los últimos 30 años y para reformar la Curia. Cada cambio en la organización debe ser valorado también bajo esta luz.

En el nº 2.762 de Vida Nueva (entrevista completa para suscriptores).

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