Sylvie ya tiene plan para agosto… si le dan el visado

José Carlos Rodríguez Soto, periodista especializado en asuntos africanos

Los jóvenes africanos han de enfrentar los obstáculos burocráticos para viajar a la JMJ

Uno de los carteles de la JMJ 2011

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO, periodista | “Sylvie y más de un millón de jóvenes ya tienen plan para agosto”. La joven africana que anuncia sonriente la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) desde uno de los carteles de una atractiva campaña de publicidad podría ver su plan frustrado si no recibe el visado para venir a España para participar en el evento que será presidido por Benedicto XVI.

Las restricciones impuestas por las embajadas y consulados españoles en países africanos se han convertido en la pesadilla de muchos jóvenes africanos que hace meses se registraron para acudir a la JMJ en Madrid.

J. C. Rodríguez Soto

Si Sylvie vive –pongamos por caso– en Lubumbashi, al sureste de la República Democrática del Congo, tendrá que solicitar el visado en la embajada de España en Kinshasa, a 1.700 kilómetros de donde vive, y pagarse de su bolsillo los 700 dólares que cuesta el billete de ida y vuelta en avión, el único medio de transporte para llegar a la capital.

Fuentes de toda solvencia aseguraron a Vida Nueva que, a principios de junio, la Conferencia Episcopal Congoleña intentó, sin éxito, que la embajada flexibilizara sus exigencias para pedir el visado, que incluyen la presencia física de los solicitantes al entregar los documentos. Con unos 600 jóvenes, la República Democrática del Congo es el segundo país de África en número de participantes para la JMJ (el primero es Sudáfrica, con algo más de mil, a pesar de ser un país con poco porcentaje de católicos), pero como asegura uno de los organizadores del evento, que prefiere no dar su nombre, “muchos jóvenes congoleños están empezando a darse de baja porque no pueden cumplir estas condiciones”.

La primera condición, naturalmente, es tener el dinero suficiente para viajar a España. Un laico ugandés que ha trabajado más de una década en la oficina de Pastoral Juvenil del Episcopado de este país, asegura que “los que van a estos grandes acontecimientos no son los jóvenes más activos en las parroquias o las diócesis, sino otros jóvenes o adultos que tienen el dinero para ir. Hace años teníamos un misionero italiano como capellán nacional que conseguía donaciones para pagar billetes de avión a algunos jóvenes sin recursos, pero desde que murió ya no existe esta práctica”.

Los jóvenes europeos, que podrán viajar en compañías de bajo coste o en vuelos chárter, lo tendrán sin duda mucho más fácil que sus colegas africanos. En países donde la mayor parte de la población vive con menos de un dólar al día y donde los vuelos a Europa son muy caros, solo los hijos de familias ricas podrán pagarse el billete.

Algunas de las consecuencias de esta selección natural basada en quién tiene dinero para viajar terminan por crear tensiones en algunas diócesis africanas. “He estado en la JMJ de Colonia (Alemania) y en la de Sydney (Australia) en 2008, y puedo decir que si comparamos a Uganda con otros países, el número de jóvenes que acuden a estos eventos es insignificante, y además en nuestra delegación había un número desproporcionado de sacerdotes y monjas que tienen amigos en Europa o los Estados Unidos y sí pueden conseguir dinero para pagarse los billetes de avión”, añade el líder juvenil ugandés.

Obstáculos burocráticos

Confrontados con este tema, alguna diócesis se defienden alegando casos pasados que les han dejado en mal lugar. Como el de la JMJ de Toronto, en 2001. De Uganda partieron dos aviones. Al regreso, más de la mitad de los asientos estaban vacíos: la mayoría de los jóvenes no se presentaron en el aeropuerto y aprovecharon para quedarse en Canadá.

Desde entonces, las embajadas que gestionan visados para participantes en este tipo de eventos se ponen en estado de alerta y, al final, pagan justos por pecadores. “No tengo mucha esperanza de que concedan muchos visados para ir a España”, concluye el laico ugandés, “porque es un país que no quiere recibir inmigrantes, particularmente de África”.

El congoleño lo expresa con más diplomacia: “La embajada dice que intentan dar todas las facilidades que pueden para que los jóvenes viajen a la JMJ, pero que están obligados a cumplir con las normas de la Unión Europea en materia de concesión de visados”.

Ni el ugandés ni el congoleño quisieron ser identificados con su nombre al hablar sobre este tema. Todo un signo de que, aunque apenas se mencione, estos obstáculos para viajar a la JMJ han provocado un gran malestar en muchas comunidades católicas africanas.

En el nº 2.760 de Vida Nueva.

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