El dinero, arma necesaria en la lucha contra el crimen

Guatemala acogió la I Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica

PABLO ROMO CEDANO. MÉXICO DF | “Consolidar la democracia y fortalecer sus instituciones sobre la base de la existencia de gobiernos electos por sufragio universal, libre y secreto y en respeto irrestricto a los derechos humanos”. Este es el principal objetivo del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), un organismo regional del que forman parte Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana que acaba de convocar la primera Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica. [Siga aquí si no es usted suscriptor]

El encuentro, celebrado los días 22 y 23 de junio en Guatemala para buscar apoyo político, técnico y financiero en la lucha contra la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado en esos países, contó con la participación de presidentes de Estado y de Gobierno, de responsables de organismos internacionales y de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton.

Todos, a instancias del SICA, acordaron “concretar un nuevo modelo de seguridad regional basado en un balance razonable de fuerzas, el fortalecimiento del poder civil y la superación de la pobreza extrema; la promoción del desarrollo sostenido y la protección del ambiente; la erradicación de la violencia, la corrupción, el terrorismo, el narcotráfico y el tráfico de armas”.

Tras los problemas que provocó en el SICA el golpe de Estado de hace dos años en Honduras, hoy las naciones centroamericanas han superado el conflicto y debaten sobre la seguridad ante la gran amenaza del crimen organizado que se extiende por la región.

El dilema está servido: ¿seguridad nacional o seguridad humana? La primera significa la protección de las instituciones; y la segunda, el cuidado de las personas en sus derechos humanos. Proteger al país en sus instituciones y en sus empresas, especialmente las exportadoras de energía y materias primas al poderoso vecino del Norte, es la opción estadounidense. Mientras tanto, la seguridad humana queda a cargo de los respectivos gobiernos locales, que en su fragilidad ofrecen solo el respeto de unas cuantas garantías constitucionales.

De hecho, el Plan Mérida, impulsado en 2008 por los Estados Unidos, en colaboración con México y los países de Centroamérica para combatir el narcotráfico y el crimen organizado, presentaba un enfoque militar que protege a los países, sus instituciones y cuerpos de seguridad, a pesar de los reclamos por los derechos humanos y los “daños colaterales”.

También ahora, la cumbre de Guatemala se ha centrado en la búsqueda de fondos para armar mejor a los ejércitos centroamericanos en su lucha contra los criminales. Así, la fórmula mexicana de enfrentar la violencia con armas se repite en la región centroamericana, cuyos países parecen ignorar que los bancos locales transfieren miles de millones de dólares de dudosa procedencia sin ninguna vigilancia y control.

“Combatir la nueva plaga”

La primera en anunciar su apoyo económico para impulsar esta estrategia de seguridad en la zona fue Hillary Clinton, quien desveló que su Gobierno aportará 40 millones de dólares adicionales a los 260 millones destinados en 2010 para la lucha contra los flagelos del crimen. “Estamos respondiendo con casi 300 millones de dólares este año, respaldados con un plan de acción enfocado en inversiones de alto impacto que ayudarán a construir nuevas capacidades y canalizar el cambio en la región”, subrayó la secretaria de Estado estadounidense. Habitualmente, estos apoyos se han realizado en especie, es decir, en armas y tecnología, que requieren siempre de pagos adicionales para completar su aplicación.

El presidente de Guatemala, Álvaro Colom, por su parte, recordó que “la seguridad no es un asunto exclusivamente técnico, militar o policial, sino que es un asunto humano, político, social y ambiental, por lo que debemos abordarlo de una forma integral y coordinada para que podamos sacar esa lacra de nuestra región”.

El mandatario reconoció, en este sentido, que existen grandes territorios ocupados por organizaciones internacionales como Los Zetas, que controlan amplios corredores para exportar la droga a México y los Estados Unidos. Situación ante la que su homólogo mexicano, Felipe Calderón, aconsejó seguir con una estrategia de fuerza que, sin embargo, ha causado ya más de 40.000 muertes “colaterales”.

“Hoy la guerra contra el crimen organizado –concluyó Clinton– es la nueva guerra que todos los países deben enfrentar, a pesar de que no produzcan drogas ni las consuman. La tarea es universal, y todos los países democráticos tienen que invertir y enfocarse en el combate de esta nueva plaga”.

En el nº 2.760 de Vida Nueva.

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