Joseph Lafontant: “Tenemos que transformar la catástrofe en una oportunidad”

Obispo auxiliar de Puerto Príncipe (Haití)

(Miguel Ángel Malavia– Fotos: Luis Medina) Es la cabeza eclesial en uno de los lugares más asolados por la miseria y la desgracia, Haití. El país más pobre de América sufrió el pasado 12 de enero las consecuencias de un terremoto que arrasó la capital, Puerto Príncipe. Entre los miles de muertos, Joseph Serge Miot, el arzobispo. Como auxiliar suyo, y ahora como administrador apostólico (aún no se ha nombrado un nuevo titular), Joseph Lafontant clama por que a la población de Haití se le dé una oportunidad para reconstruirse a sí misma.

– ¿Cuál es su primer recuerdo de aquel desgraciado día?

Fue por el oído. Después, no había teléfonos que funcionaran, ni electricidad. Al bajar a la ciudad contemplé el desastre; mi primera impresión fue la de un lugar que había sufrido un bombardeo. Había cadáveres por todas partes, y no se podía acceder a ningún sitio.

– Entonces le informaron de la muerte del arzobispo…

Cuando me enteré, recibí un golpe extraordinario y no sabía dónde ir. Le había visto tras el primer impacto, cuando me convocó para informarme sobre cómo podíamos actuar. Le vi salir de su despacho, pidiendo calma a la gente que gritaba debajo de su balcón. Desgraciadamente, el segundo golpe le sorprendió en el arzobispado, que cayó derribado.

– Fue esencial la función de la Iglesia, tanto en lo material como en lo espiritual…

Eso se vio muy claro cuando la gente, en pleno desconcierto, mantuvo su fe y buscaba lugares para las ceremonias religiosas. Hoy ya está normalizado el desarrollo de las misas y sacramentos, pero son los templos los que nos hacen falta.

– ¿Cómo está hoy Haití? ¿Cree que ha caído en el olvido?

Muchos dicen que así es. Pero hay personas, organizaciones y países, como España, cuya presencia ha sido muy fuerte y visible en todo este tiempo, o la República Dominicana, Francia o los Estados Unidos, que siguen ayudando en esta fase que ellos llaman de reconstrucción. Pero la emergencia todavía se mantiene, pues la gente aún tiene necesidades primarias y tememos la temporada de lluvias y huracanes. La Iglesia está ofreciendo ayuda, apoyo y presencia. Pero hay lentitud en las ayudas que la Comunidad Internacional ha prometido. Es cuestión de seriedad.

– ¿Qué instituciones eclesiales se han volcado más con su país?

Las Conferencias Episcopales, muy especialmente las de los Estados Unidos, Francia, Italia, México, España… En América Latina ha sobresalido la Conferencia de Religiosos y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), que han mandado miles de toneladas de ayuda. También hay que destacar el papel esencial de Cáritas, con dinero y proyectos a desarrollar, construyendo casas parroquiales, iglesias o escuelas, varias de ellas profesionales. Siempre dije que Haití necesitaba escuelas profesionales para formar a tanta gente que quiere ser médico, ingeniero, carpintero…

– Es el momento de revertir la situación…

Tenemos que transformar la catástrofe en una oportunidad. Pero una oportunidad positiva, porque hay quienes han aprovechado para hacer dinero vendiendo productos de primera necesidad a un precio increíblemente alto. Ha de evolucionar nuestra mentalidad. Tras el terremoto, muchos me decían: “Estoy revisando mi escala de valores, mis intereses. Ya no me fijo en si tengo joyas o coches, sino en que estoy vivo”. Éste puede ser un punto de partida para generar un tejido social más unido, en el que más gente tome conciencia sobre la situación de los demás.

Más información en el nº  2.721 de Vida Nueva. Si es usted suscriptor, vea la entrevista íntegra aquí.

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