La Iglesia celebra la Jornada Pro Orantibus con el fin de orar y dar visibilidad a esto religiosos
FRAN OTERO | La vida contemplativa no pasa por su mejor momento, es obvio. Son muchos los interrogantes que se ciernen sobre ella. Incluso se escuchan voces entre los cristianos que no comprenden que una persona se retire y entregue para siempre su vida a Dios, y que se preguntan si el silencio y la ofrenda continua es útil. Ciertamente, es de difícil comprensión. A veces se escuchan palabras como “vidas malgastadas” o calificativos como “inútil” o “sin provecho”. La falta de vocaciones y el envejecimiento de los consagrados son grandes problemas y, sin embargo, todavía hay hombres y mujeres que, en silencio y orantes, muchas veces olvidados, cumplen una labor importante.
Precisamente, de poner en valor esta forma de vida y de sacarla a la palestra, al menos un día al año, es lo que busca la Jornada Pro Orantibus (19 de junio), que coincide con la celebración de la Santísima Trinidad. Y para mostrar la vitalidad y la fuerza de la vida monástica –también las preocupaciones–, nadie mejor que los propios religiosos.
Los monjes del Monasterio del Parral, en Segovia, el único de la orden de los jerónimos que queda en el mundo, se consideran parte del cuerpo de la Iglesia y, desde ahí, entienden que “en un cuerpo no todo son ojos, oídos, manos o pies… hay otra serie de órganos internos que son vitales para el buen funcionamiento del organismo”. “Ahí nos situamos. Ahondando en el símil, hay quien presenta a la Iglesia bajo el icono de un árbol. Este no es todo tronco, ramas, ojas, flores… La raíz es la que hace que el árbol permanezca vivo y frondoso. Como enferme, su vida peligra”, añaden.
Comparten opinión, también ciudad, las dominicas del Monasterio San Antonio El Real de Segovia, que expresan que “en un cuerpo ningún miembro carece de importancia, todos tienen su misión”. “En la Iglesia, nuestra vida es una vida de oración, de intercesión y de anuncio de los valores trascendentales. Proclamamos que la persona solo tiene su plenitud en Dios”.
Reivindican que su vocación no es inútil, porque “una vida entregada a Dios nunca es una vida malgastada”. “Una vida vivida desde el Espíritu, tiene una dimensión universal, no está cerrada, sino abierta al querer de Dios y siempre repercute en los demás”, apuntan.
Un rayo de esperanza
Desde Andújar (Jaén), sor Teresita Vega, de la Orden de la Santísima Trinidad, afirma que los contemplativos son importantes porque “la comunidad humana necesita canales de reconciliación y de comunión”. “Y la vida contemplativa ofrece un rayo de esperanza”, añade. La religiosa invita a los que tienen algún prejuicio a que se acerquen a los monasterios y les conozcan. “Podrán percibir cómo recibir el anuncio de unos valores que hoy necesita el hombre urgentemente para romper sus cadenas: intimidad, silencio, proclamación del Absoluto como lo único necesario”.
Los jerónimos expresan que su aportación a la sociedad es “la certeza de la existencia del Absoluto”. No tendrían razón de ser, ni podrían permanecer en los monasterios en constante alabanza “sin una fe en el Dios infinito”. “Esto es lo primero, lo fundamental; después ofrecemos silencio, sosiego, fidelidad… y tantas cosas de las que la sociedad carece”, subrayan.
Tal y como explica sor Teresita Vega, “la contemplación trinitaria es inmersión en Dios, adoración y alabanza al Padre, por el Hijo en el Espíritu”. “Pero a la vez, tenemos otra dimensión inseparable y esencial: el compromiso con los hermanos. Consagrarse como trinitaria contemplativa es comprometerse con los hermanos carentes de libertad”, apunta. Que Dios es lo único que da plenitud al ser humano, llenándolo de paz y alegría, es lo que pretenden aportar las dominicas de Segovia.
Una huida hacia Dios
El presidente de CONFER, Elías Royón, pone también en valor la vida monástica, a la que ve como “signo singular y eminente de la unión íntima con Dios”. “Es un modo peculiar de ser Iglesia, permaneciendo en la fuente misma de la comunión trinitaria, viviendo en el corazón de la Iglesia”, dice a Vida Nueva. Tras aclarar que son vidas que no huyen del mundo, sino “hacia Dios”, el jesuita recalca la “belleza, profundidad humana y sentido de una vida ‘gastada’ en la contemplación”.
Reitera la importancia de su testimonio en favor de “la humanización que sacie el vacío interior, la sed de experiencias espirituales, la búsqueda de sentido”, sobre todo, en un mundo caracterizado “por la cultura de los sentidos y la superficialidad, lleno de ruidos y estímulos constantes”. No evita citar las sombras –falta de vocaciones, entre otras– y pide reflexión sobre cómo hacer esta elección más visible.
Por su parte, el presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, Vicente Jiménez Zamora, recalca, en un escrito, la necesidad de que los cristianos no queden al margen de esta fiesta y día de oración, y defiende que “su aparente ausencia [la de los contemplativos] es su verdadera presencia, porque la oración en lo oculto a la que se entregan es el alma de nuestro apostolado y el corazón de toda obra evangelizadora”. La jornada pone el foco este año en la Lectio Divina como un camino luminoso, “la búsqueda de Dios siguiendo el camino de su Palabra en la Escritura”.
La escasez de vocaciones, en “manos de Dios”
Cuando a los religiosos se les pregunta si están o no preocupados por la escasez de vocaciones –norma general salvo excepciones–, y cuya consecuencia es el paulatino envejecimiento de las comunidades y el cierre de algunos monasterios, la respuesta es siempre la misma.
Tanto los jerónimos y las dominicas de Segovia y las trinitarias de Andújar aluden a la providencia divina. “Afrontamos la situación con serenidad y esperanza, conscientes de que estamos en manos de Dios”, dice sor Teresita Vega. Para los jerónimos, esta cuestión es la más fácil de responder: “El futuro no es nuestro, es de Dios, en Él confiamos”. “Las vocaciones no se buscan, se acogen. Y se acoge lo que Dios nos da”, aportan las dominicas.
Elías Royón percibe que la vida contemplativa pasa por momentos de “pobreza” con problemas ya citados. El jesuita aporta el lado pragmático: “Hay preocupación y búsqueda de soluciones, que incluyen diversas modalidades, como la fusión de monasterios o la promoción vocacional fuera de nuestras fronteras”. En cualquier caso, cree que lo importante es que la comunidad cristiana tome conciencia de la misión de estas vocaciones y de su significado “en el corazón de la Iglesia para el mundo”.
875 monasterios
En España hay actualmente unos 875 monasterios, de los que 38 son masculinos y 837 femeninos, según los últimos datos recabados por la Conferencia Episcopal Española (CEE). Estadística en la que no se ha incorporado el número total de contemplativos. Las últimas cifras conocidas, de años anteriores, apuntaban que había 13.000 religiosas y 1.000 religiosos, cifras que habrán descendido con probabilidad.
En el nº 2.758 de Vida Nueva.
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